He vuelto a hacer una compra compulsiva de libros descatalogados por Internet. Iba por
Céline y al final cayeron varios del francés y dos de
Ungar publicados a finales de los 1990s por Seix Barral. Por cierto que ni unos ni otros resultaron especialmente baratos, pero bueno, quien algo quiere algo le cuesta. El primero en leer ha sido
"La Clase", la segunda y última novela de
Hermann Ungar, que tan desvastador efecto tuvo en mi hace ya algo más de un año con
Los Mutilados.
Josef Blau es profesor de un colegio exclusivo, pero sus orígenes humildes unidos a su débil y enfermiza constitución física le han condicionado un gran complejo de inferioridad. Paranoico y neurótico hasta lo indecible, se desvive por mantener un férreo control sobre sus alumnos, a quienes ve como depredadores dispuestos a humillarle y ridiculizarle a la mínima muestra de debilidad por su parte. Sorprendentemente, está casado con una mujer muy guapa y atractiva,
Selma, que está embarazada del primer hijo de ambos. A pesar del amor incondicional que ella le profesa, él no hace más que proyectar su propia inseguridad sobre la relación, torturandola psicológicamente y sometiéndola a pruebas degradantes para que le demuestre fidelidad y entrega absoluta.
Josef y
Selma viven en un modesto piso en un bloque de viviendas con
Mathilde, madre de
Selma. La trama se complica cuando
el tío Bobek, un hombre maduro y campechano (supongo que hermano del difunto padre de
Selma, viudo él mismo), un vividor que pasa mucho tiempo con toda la familia y coquetea abiertamente con
Mathilde, pide un préstamo que
Blau, débil de carácter e incapaz de decir que no, se ve obligado a avalar. Como era de esperar,
el tío Bobek malgasta el dinero y es entonces cuando
Modlizki, amigo de la infancia de
Josef, empieza a malmeter para crear aún más incertidumbre en la vida de
Herr Blau, quien empieza a martirizarse por haberse dejado convencer para ser el avalista.
Como se puede ver, la historia guarda claras similitudes con su anterior novela. Para empezar el autor moravo vuelve a elegir como protagonista a un individuo enfermizo, un catálogo andante de patologías psiquiátricas, de carácter difícil e insoportable al trato. Asistimos también a los abusos de unos personajes sobre los otros, con
Selma y los alumnos de
Blau (que no dejan de ser críos de 13-14 años) sufriendo la peor parte. También ocurre que los secundarios están elegidos de manera que permiten llevar a
Blau aún más al límite si cabe.
Modlizki es también de origen humilde, pero no ha podido acceder a una profesión que le permita salir de la servidumbre. Se ha vuelto rencoroso, perverso. No soporta a las clases acomodadas, a quienes se ve obligado a servir sumisamente. Por sus afinidades e ideología se le intuye simpatizante comunista o anarquista, pero su cobaría le impide hacerse activista y se limita a volcar su frustración maltratando despiadadamente a quien se supone es un amigo de la infancia. Por otro lado
el tío Bobek es la expresión máxima de la búsqueda despreocupada del placer, algo que desde el punto de vista de un controlador obsesivo es inconcebible. Y otro de los maestros del colegio,
el Profesor Leopold, personifica el ideal masculino que
Blau quisiera haber sido: de clase alta, eligió la enseñanza por vocación, tiene un físico y una salud envidiable, sus alumnos le adoran y además, es amable y encantador con todos. Estos dos últimos son un contrapunto brutal al carácter patológico de
Blau. No obstante, a pesar de las semejanzas obvias se notan mejoras importantes en las habilidades como escritor de
Ungar. La trama está mucho mejor urdida y el desarrollo de la acción, guiado por las obsesiones paranoides del protagonista, da como resultado terribles sorpresas que sin embargo encajan a la perfección en el argumento. Lamentablemente, y a pesar de que hay mucha amargura y dolor a lo largo del libro, me ha molestado el regusto a redención del final elegido, con moralina incluída.
Ungar opta por un cierre claramente esperanzador que yo, aficionado como soy a los dramas supremos, hubiera evitado a toda costa.
Resumiendo, muy bueno. La descripción de obsesiones, paranoias y patologías varias del protagonista son completamente convincentes. Eso sí, comparando me quedo sin duda con
Los Mutilados y su espanto sin límite. El habitual apartado final con otras reseñas queda desierto en esta ocasión, básicamente porque no he conseguido encontrar ninguna.