El protagonista de esta novela, cuyo nombre no se llega a conocer, nos cuenta en primera persona que acaba de ser despedido de su puesto en la sede española de una reputada agencia internacional de publicidad. Casado con una abogada de éxito, hija de un poderoso empresario con considerables intereses en sectores de dudosa ética, no se atreve a confesar a su mujer que ha pasado a engrosar las listas del paro porque la relación entre ambos es bastante tensa en los últimos tiempos, y también porque su cargo como alto ejecutivo lo consiguió gracias a las influecias de su suegro. Aturdido y sin saber muy bien qué hacer, simula seguir yendo a trabajar día tras día para no alertar a su familia. Mientras tanto no puede evitar reflexionar acerca de las circunstancias que le han llevado a esta situación. Gracias a una llamada inesperada del que va a ser el protagonista de una de las campañas de la agencia, un actor norteamericano de origen español, maquina una absurda y disparatada venganza contra la multinacional, a pesar de que es muy consciente de que el mayor perjudicado será con casi toda seguridad él mismo. Pero las cosas pocas veces salen como desearíamos, así que su vida dará varias vueltas imprevistas hasta dejarle en una posición que nunca hubiera pensado.
Aún podemos ganar es una sorprendente y emotiva novela que parte de un hecho que por cotidiano en los últimos años, ya prácticamente no llama la atención: los despidos como resultado de la crisis económica y las llamadas eufemisticamete "reestructuraciones empresariales". Yo he sido espectador de algunos cuantos. Varios de mis amigos los han sufrido. Y si por algo en particular me llamó la atención esta novela es porque la compañía en la que trabajo actualmente lleva unos meses realizando una nueva reorganización cuyo objetivo es, evidentemente, el de "optimizar recursos".Y el departamento cuya estructura y funciones se está analizando es justamente el mío. Así pues, me apetecía mucho empaparme de esta historia porque me resulta muy próxima prospectivamente. Y lo cierto es que me ha encantado, a pesar de que a nivel personal y profesional no tengo nada que ver con el protagonista, que se mueve en un mundo de alta dirección que a mi me queda como mínimo dos niveles por encima en el organigrama empresarial. Sin embargo creo que Juan José Flores ha conseguido plasmar muy bien la estupefacción y la desorientación que suceden a un despido. De igual forma, la evolución del personaje, que aprovecha la coyuntura para pararse a pensar si realmente su empleo era en realidad satisfactorio y le hacía sentirse cómodo consigo mismo y con sus ideales, es, o al menos eso creo yo, un fantasma que acecha a todo aquel trabajador que después de muchos años como parte del engranaje laboral, se ve de pronto fuera de él.
El autor nos muestra a un personaje inmerso en mil conflictos (¿quién no lo está?): perfectamente traída al caso está sin ir más lejos la crisis de la edad madura. Hay, cómo no, desavenencias en las relaciones personales, tanto con su mujer y suegros como con sus propios padres, y para provocar el drama interior, con un hermano muerto hace un par de años, cuyo duelo aún no ha superado. Impresionante también la familia política, que aporta al argumento un choque de clases y una confrontación ideológica «clase acomodada vs. clase trabajadora». La acción, que se va engordando con diferentes subtramas a lo largo de las páginas, tiene todo el sentido del mundo vista globalmente. El catalizador que supone introducir al actor en la trama, permitirá a Flores dar algunos giros inesperados que proporcionarán además un poco de suspense y misterio, entroncando así hábilmente con la serie policiaca ficticia por la cual es famoso dicho personaje. Por cierto que este escritor se muestra especialmente competente a la hora de dar coherencia y hacer creíbles a sus personajes. Destacaría a Ernesto, el hermano fallecido en un accidente de tráfico, cuya presencia evocada tiene un papel fundamental en las decisiones que toma el protagonista. Y desde luego Alicia, su pijísima mujer, y su famila política al completo resultan verdaderamente repulsivas, con esa prepotencia y arrogancia en el trato, tan propias de unos líderes del mundo empresarial y tan alejada de los orígenes humildes del protagonista. En resumen una muy agradable sorpresa, tremendamente entretenida. Sé que no me va a servir de mucho si en unos meses me veo en la cola del INEM, pero en cualquier caso, me ha hecho pasar muy buen rato, que creo es de lo que se trataba.Tenéis otra entusiasta reseña de este libro en los blogs de Culturamas.
Luis Carlos Barragán Castro: Parásitos perfectos
Hace 8 horas