Vitor vuelve a Santa Cruz, Bolivia, después de haber pasado los últimos doce años en EE.UU. Con poco más de treinta años se enfrenta a todo lo que dejó atrás. Su hermana Fabia, que no le perdona que no volviera al entierro de su padre. María, la que fue la nueva pareja de su padre tras la muerte de su madre, facellida a causa de un cáncer cuando tenía siete años. Su tío por parte de padre, tan huraño y alcohólico como su hermano. Laura, su gran amor de juventud. El retorno a su cuidad natal le obligará a enfrenterse a las personas y recuerdos que había dejado aparcados durante todo ese tiempo.
La desaparición del paisaje es una novela sobre la familia, sobre los errores que cometemos, sobre el crecimiento personal. Pero sobre todo es una novela sobre la reconciliación y la aceptación. Maximiliano Barrientos se muestra especialmente hábil a la hora de mostrarnos los conflictos a que debe enfrentarse el protagonista más de una década después de ponerlos en marcha. Ya sean pérdidas, decepciones, abandonos o inacciones, las cuestiones que dejó sin resolver le exigen una solución si quiere seguir evolucionando. Muchas de las soluciones no serán fáciles, ni le harán mejor persona, pero le resultará imposible obviar los problemas si no quiere que se enquisten. Hacerlo terminaría inmovilizándole, y una de sus intenciones es no volverse como su padre y su tío repitiendo los mismos patrones que vio en ellos.
La historia es tremendamente cruda y expone sin tapujos las grandes carencias que tenemos los seres humanos y la sociedad que hemos creado. Como no podía ser de otra forma, la institución familiar sale especialmente malparada, pues es ahí donde se originan la mayoría de las trabas que nos deforman y condicionan nuestra manera de ralacionarnos con los demás. Todos nosotros hemos hecho daño de mil maneras a las personas que nos rodean y nos quieren, así que resulta inevitable identificarse con los personajes. Lo raro sería no hacerlo. Aunque la prosa del autor boliviano es sencilla y directa, la lectura me ha hecho pasar bastantes malos ratos. De hecho me ha dejado bastante mal cuerpo en según qué momento, lo cual es prueba evidente del talento de Barrientos y de que ha sabido tocar los botones adecuados para emocionar. Por ponerle algún inconveniente, la edad del protagonista condiciona mucho su comportamiento y cae en estereotipos en ocasiones. De todas formas se trata de un fallo menor que no altera la buenísima impresión que me ha causado. Tenéis más reseñas en Relibro y La carcoma. En ambos sale muy bien parada a pesar de que el segundo cree que flojea a partir de la mitad.
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