Acabo el año con otro libro de relatos cortos a cargo de la premio Nobel de Literatura de 2013.
La vista desde Castle Rock reúne un total de 11 cuentos, más un prólogo y un epílogo, cuyo hilo conductor es el origen familiar de
Alice Munro, remontándose hasta sus ancestros escoceses a finales del S. XVIII. Dividido en dos partes, la primera comienza hablándonos de sus antepasados de las islas británicas, de las duras condiciones de vida en el inhóspito valle de Ettrick, donde habitaban, de su emigración a Canadá y Estados Unidos a principios del S. XIX, y de cómo se establecieron como granjeros en unas circunstancias que si bien eran casi tan duras como en Escocia, al menos les daban la esperanza de conseguir una vida algo mejor. Los relatos incluídos en la primera parte, denominada
"Sin ventajas" y que finaliza con un par de títulos centrados en su padre,
son:
- Sin ventajas
- La vista desde Castle Rock
- Illinois
- Las agrestes tierras de Morris
- Trabajar para ganarse la vida
La segunda parte, llamada globalmente
"Mi casa" comprende seis cuentos protagonizados por la propia autora, que abarcan desde su infancia a su madurez:
- Padres
- Bajo el manzano
- Ayuda doméstica
- El plan
- Mi casa
- ¿Para qué quieres saber?
Me quedo sin duda con los relatos del primer bloque. Derrochan mucha más fantasía y ficción que los centrados en
Munro. Ella misma admite en el prólogo que debe incorporar elementos de cosecha propia si quiere hacer que la narración tenga interés, dada la falta de información concreta que tiene respecto a sus predecesores. También la realidad histórica de los colonos aporta temas muy atractivos y recoge datos impactantes. Sin ir más lejos, los índices de mortalidad por aquel entonces eran descorazonadores: las madres durante los partos, los bebés y críos de cualquier enfermedad infecciosa, los padres en accidentes y por enfermedades también.
Pero no me malinterpretéis, los cuentos de la segunda parte también son estupendos. La cuestión aquí es que enfrentarte a una cría repelente y engreída, a una adolescente que se inicia en el sexo, a los problemas de una mujer joven a punto de casarse o a las complicaciones de salud de una mujer madura resulta poco más que trivial si poco antes has sido testigo de las dificultades por las que hubieron de pasar los emigrantes. Considerados aisladamente ganarían peso específico, pues los orígenes de
Munro son muy humildes, muy de clase trabajadora y siendo poco más que una adolescente tuvo que cuidar de su madre, quien padeció Parkinson desde una edad relativamente joven. No obstante, al comparar con los otros les falta chispa. De todas formas se trata de una objeción mejor. El nobel de la escritora canadiense está más que justificado y desde aquí vuelvo a recomendar sus libros; éste también, por supuesto. Tenéis más reseñas en
El lamento de Portnoy y en
El blog de Enrique Ortíz.
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