26 sept 2020

Mujer al borde del tiempo - Marge Piercy

A Connie Ramos nunca le ha ido demasiado bien en la vida. Estadounidense de origen mexicano, la pobreza y la marginación la acompañan desde el nacimiento, con unos padres inmigrantes que apenas se pudieron adaptar al modo de vida de los USA. Desde una violación, a un aborto ilegal que casi acaba con su vida, lo único que parecía sonreírle eran las relaciones sentimentales con los hombres. Pero a ellos por desgracia tampoco les fue demasiado bien y acabaron asesinados, bien en la calle, bien en la cárcel. Total que con apenas 35 años vuelve a dar con sus huesos en un hospital psiquiátrico debido a unos brotes de violencia, por los cuales ya había sido ingresada anteriormente y que en ocasiones previas pusieron en riesgo la integridad de su hija, que fue entregada en adopción por los servicios sociales. Sin embargo Connie (Consuelo) tiene una extraordinaria capacidad como receptora de mensajes transmitidos desde el futuro. Es así como Luciente entra en contacto con ella. Se trata de una mujer que vive casi un par de siglos más adelante, en una sociedad nueva creada tras la debacle de la actual. Durante su estancia en la institución mental, Connie entrará en contacto con esta sociedad  igualitaria y de gran conciencia medioambiental, pero tendrá que aceptar que se trata solo de una de las posibles alternativas a la cual se llegará si en el curso del tiempo actual se desarrollan los acontecimientos adecuados.

Mujer al borde del tiempo es dos novelas a la vez. Por un lado tenemos una crítica feroz a un sistema socioeconómico condena a la pobreza y a la marginación a una grandísma parte de la población. Por otro tenemos una utopía de corte feminista (es decir, igualitario), ecológica y anarquista. De la combinación de ambos y como contraposicióna la utopía, se realiza una proyección distópica de un futuro basado en un capitalismo hipertecnificado donde todas las personas se convierten en productos de consumo y deshechables.

Los aspectos de crítica al capitalismo y a la criminalización de la pobreza me han parecido abrumadores, devastadores. Podría parecer que la descripción de la realidad de la protagonista es un caso límite, pero yo diría más bien que está a la orden del día si hablamos de los EEUU, donde lo público (educación, sanidad, etc.), brilla por su ausencia. También resulta admirable el análisis que Marge Piercy hace sobre la inmigración y las discriminación que sufre todo aquel que no sea blanco y anglosajón en aquel país. Si el racismo ya era más que evidente en 1976, fecha de la publicación de este libro, en 2020 sigue bien activo como demuestra el movimiento Black Lives Matter. Así que  por desgracia no se ha avanzado mucho. Al final tenemos un sistema donde el capitalismo salvaje no ofrece oportunidades a personas perfectamente capacitadas para mejorar sus vidas, condenandolas a la enfermedad y la delincuencia, como por desgracia le ocurre a la protagonista. En lo tocante a este enfoque del libro, una gran ovación para Piercy.

Respecto a la propuesta de sociedad utópica, que la autora situa en 2136, se basa en todos las ideas progresistas que se llevan barajando durante años como tendencia a la cual debería dirigirse la sociedad. Igualdad entre hombre y mujer, reparto igualitario de tareas, promoción y fomento de la formación continuada en las aptitudes e intereses propios de cada individuo, sexualidad libre, respeto y normalización de la diversidad sexual, abolición de culquier tipo de discriminación, integración con la naturaleza y conciencia ecológica (con algunos matices que aclararé más adelante), núcleos de población pequeños que persiguen la autonomía y el autoabastecimiento, etc. Los aspectos más radicales de esta sociedad utópica son, en primer lugar la eliminación de la maternidad física, que se traslada a unas máquinas útero(1). Como extensión de ésta, de concibe la crianza de los niños en grupos de tres personas que actúan oficialmente como madres (en el sentido de progenitores, que pueden ser hombre o mujer indistintamente), aunque la educación y el cuidado se realiza por toda la aldea. También se ha eliminado la jerarquización del poder, que se ejerce siguiendo un modelo anarquista horizontal donde todas las decisiones que afectan a los habitantes de la aldea se toman colectivamente. Finalmente el lenguaje sexista también ha desaparecido, de forma que ninguna forma de pronombre personal distingue entre masculino y femenino como categoría gramatical.

El modelo utópico propuesto por Piercy recoge prácticamente todas las luchas progresistas existentes historicamente, eliminando todas las diferencias y vergüenzas propias del capitalismo. Por ello resulta muy estimulante y esperanzador. Sin embargo flaquea en su propuesta ecologista en tanto en cuanto el modelo de relación con los animales sigue siendo de dominación. Hay que admitir que la escritora lo intenta al menos, pero resulta errónea por complaciente. ¿Por qué no se puede renunciar a usar a los animales como alimento ni siquiera en una sociedad futura utópica que solo existe (y existirá) en el papel? ¿No es suficinete que incluso la propia autora manifieste en el texto el derroche de recursos que supone comer animales? Me explico. En los primeros capítulos Luciente no hace más que insistir en que la alimentación es principalmente de origen vegetal, que se busca el autoabastecimiento con especies mejoradas por ingeniería genética, etc. Sigue habiendo animales por supuesto, tanto de compañía como ganado, que no vive confinado sino en semilibertad por toda la aldea, y cuya carne se come solo en ocasiones especiales. A los pocos párrafos nos dice que tienen celebraciones cada dos semanas, porque el espíritu del ser humano es el de disfrutar y compartir los logros de la sociedad bla, bla, bla. Y claro, con cada fiesta llegan los asados de ternera, ganso, pato, salmón a la plancha y hasta zarajos de Cuenca si te pones. En fin, si haces las cuentas da la impresión de que en Mattapoissett, que es como se llama la aldea utópica, no se come tan poca carne como la autora quiere hacernos creer. Además en otro momento de la narración nos apunta que hay otras aldeas donde sí se come carne en abundancia, un poco como mecanismo de compensación histórica por un pasado en el cual no tenían acceso a ella por falta de recursos.

Hasta aquí lo único que podría argumentar en contra es que me gustará más o menos la utopía de Piercy, pero que al fin y al cabo es suya y la ha imaginado según le ha venido en gana, ¿verdad? Pues bien, así sería si no apareciera la disculpa expresa al uso de animales como comida y a la caza. Me explico: en una proyección que ni las mejores expectativas de los etólogos actuales podrían concebir, se ha logrado la comunicación con los animales (hay una escena memorable de Luciente hablando con su gato). No con palabras claro, sino con un conjunto de símbolos reconocibles entre los humanos y las diferentes especies, unas lenguas de signos interespecie. Lógicamente cuando Connie ata cabos le pregunta a su anfitriona: "¿qué le dices a la vaca que estás a punto de comerte?". Y la respuesta no puede ser más propia de la disonancia cognitiva: se lo explican al rebaño, que es consciente de ello, y no hay nada más que hablar. Esta mamarrachada sin lógica alguna entronca con lo que en el movimiento animalista se conoce como la excusa del agradecimiento. Darle las gracias al animal que vas a matar para comértelo no le supone ningún alivio del sufrimiento que supone el acto de morir. Solo sirve como mecanismo de engaño para aliviar la conciencia de quien mata al animal. Que por otro lado y como la autora debería saber si tiene idea de lo que ocurre en un matadero, dudo mucho que esté dispuesto a morir para formar parte pasiva del festín humano que se celebra, por ejemplo, el día de Washoe, la primera chimpancé que aprendió a utilizar el lenguaje de signos. ¡Ahí es nada! ¡Celebramos la comunicación con los animales zampándonos unos cuantos! En mi opinión, un patinazo de altura.

Yo entiendo que no se puede contentar a todo el mundo, pero está claro que Piercy ha intentado nadar y guardar la ropa en cuanto a su débil propuesta animalista, que ni siquiera aparece como tal sino englobada en una supuesta conciencia ecológica elevada. Sirva este pequeño análisis (para quien haya terminado de leerlo), como contrapunto a una novela que excepto en esta pifia, me ha parecido estupenda. Son 500 páginas que se leen en un pispás, saltando de la desesperación del hospital psiquiatrico al futuro utópico, en viaje de ida y vuelta para volver a empezar.



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(1) Tenéis un interesantísimo artículo sobre esta propuesta tan de ciencia-ficción feminista radical en La caja negra.

22 sept 2020

Disfraces terribles - Elia Barceló

Ariel Lenormand es un hispanista de la Universidad de Heidelberg experto en la obra del autor argentino Raúl de la Torre. Ari va a escribir la biografía definitiva del famoso escritor englobado en el Boom latinoamericano. Se traslada por tanto a París, la que fuera su cuidad de residencia durante casi toda su vida. Allí podrá indagar en los detalles de la persona y entroncarlos con su obra. Y para ello entrevistará a las fuentes que le sobrevivieron. En primer lugar, Amelia Gayarre, su ex-mujer y depositaria de los derechos de su obra. Y en segundo, André Terrasse, su editor en Francia y también amigo íntimo. A medida que Ari empiece la investigación irá descubriendo que su admirado escritor tenía muchos secretos ocultos. Muchos aspectos de su vida nunca salieron a la luz y si su ex-mujer o su editor estaban al tanto, también se mostrarán reacios a revelarlos abiertamente.

Disfraces terribles es una novela de intriga que se construye sobre la idea de que en las relaciones humanas no es posible llegar a conocer la verdad. Como corolario se desprende que todo el mundo o bien miente directamente, o bien oculta información. La obsesión del protagonista por componer un retrato fidedigno del biografiado le acarreará por tanto muchos dolores de cabeza, pero al menos le servirá para desmitificarlo. Elia Barceló ha construído una trama detectivesca impecable, en la cual el narrador va desgranando escenas de la vida de Raúl de la Torre según pasa por cada uno de los personajes que pueblan la trama. Esta multitud de voces y perspectivas en forma de flasbacks (y algún que otro flashforward), hacen que la lectura sea muy ágil y entretenida. En definitiva la escritora alicantina teje una interesantísima tela de araña que se despliega por Europa y París durante más de cuatro décadas, desde principios de los 1960s hasta principios de los 2000s, logrando que el filólogo, poco a poco, llegue a un punto muy próximo a su tan ansiada verdad. Como curiosidad de cierto peso, Barceló incluye una subtrama amorosa que a modo reivindicativo intenta normalizar las relaciones afectivas entre una mujer madura y un hombre más joven. No es una situación que se dé con frecuencia en la ficción, y hasta recientemente, en el mundo real se presentaba como vergonzosa y ridícula para los implicados. Desde luego enfrentarse a ella nos permite percibir la doble moral del patriarcado, donde parejas de hombre maduro y mujer joven están a la orden del día y no sorprenden a nadie.

Pero que nadie se llame a engaño, la trama está construída de manera impecable, sí, pero sobre unos cimientos endebles. Y es que la autora abusa del azar para encajar piezas. No digo que su giros no entren dentro de lo posible, pero a medida que se acumulan se van haciendo cada vez más improbables. Uno te lleva a otro, y éste a un tercero y de ahí a un cuarto, así hasta perder la cuenta. Todo el mundo debería saber que los suceso aleatorios condicionados van multimplicando sus probabilidadesd de ocurrencia. Así que cuantos más sucesos enlacemos, más improbable resulta que se cumplan. Éste es, en mi opinión, el fallo más importante. Pero hay una referencia cultural que también hace aguas: Raúl de la Torre se declaró homosexual en 1985, y no porque tuviera SIDA, que era la circunstancia habitual por la que un famoso convocaba a la prensa en los 1980s para reconocer su homosexualidad públicamente. Lo hizo porque se había enamorado de un joven casi cuarenta años menor que él y habían decidido iniciar una vida juntos. A mí esto me resulta totalmente inverosímil. En los 1980s la homosexualidad era marginalidad y enfermedad, no aceptación y normalidad. No hay más que ver el reportaje de Rosa María Calaf para Informe Semanal en 1981 donde se trataba este tema. Creo que la autora ha perdido la perspectiva en este hecho en concreto, algo que sorprende porque todas las demás referencias históricas están bastante bien situadas: los existencialistas, Mayo del 68, la militancia comunista de los intelectuales, la crisis del SIDA, etc. De todas formas y a pesar de estos dos puntos (sobre todo el primero), me lo he pasado muy bien con esta novela y comparto al 100% el leitmotiv.

18 sept 2020

Extraños testimonios - Daína Chaviano

Me topé con Daína Chaviano en el artículo de la Wikipedia sobre Angélica Gorodischer, donde se la cita como "una de las tres voces femeninas más importantes dentro de la ciencia ficción en Iberoamérica". Como no tenía ninguna referencia concreta sobre su obra busqué en la biblioteca pública y encontré Extraños testimonios. Subtitulado 'Prosas ardientes y otros relatos góticos', el prólogo a cargo de Antonio Orlando Rodríguez ya empezó a darme mala espina. Nos cuenta en él que se trata de una colección de textos que la autora cubana escribió hace mucho tiempo, pero que por más que él había insistido en que se publicaran, Chaviano los consideraba "una suerte de pequeños escapes o aventuras creativas, disgresiones que se permitía mientras trabajaba en una serie de proyectos de mayor aliento, como la novela 'Fábulas de una abuela extraterrestre'", cuya primera edición es de 1988, añado yo. ¿Cuentos de mediados/finales de los 1980s que se publican por primera vez en 2017? No es precisamente el tipo de presentación que me infunde confianza. Así que empecé a leerlo ya con el gesto torcido.

Los 14 textos que se incluyen en este tomo (ver títulos en la ficha de la Tercera fundación), exploran sobre todo el terror y el género fantástico en el sentido amplio. No se compone exclusivamente de relatos cortos, sino que hay otros formatos. Tenemos una pieza breve de teatro y otros más difíciles de encasillar: desde reflexiones acerca de ciertos fenómenos sobrenaturales disfrazadas de experiencias autobiográficas a textos de marcada intención poética, pasando por la enumeración de los 50 mandamientos del alma.

En mi opinión los más ortodoxos son los que han quedado mejor. No creo que los temas destaquen por la originalidad pero en cualquier caso su lectura es agradable y enganchan. Historias de terror gótico y romántico, fantasmas, etc. que están muy bien ambientadas y que sin aportar ninguna novedad ni en el fondo ni en la forma, te dejan buen sabor de boca ('Estirpe maldita', 'El pájaro de fuego', 'Gargola mía'). Hay otros que entroncan con la literatura fantástica latinoamericana que tampoco están del todo mal. Se nota en ellos la influencia de grandes nombres del género, como Cortázar o Borges ('Elogio de la locura', 'Había una vez...', 'La sustancia de los sueños', 'La joya', 'Nuestra señora de los ofidios'). Los demás, esos que no sabes muy bien cómo encasillar, imagino que efectivamente le servirían a Chaviano para despejarse, tal y como decía el prologuista, pero a mí me han parecido una pérdida de tiempo. Me gustaría decir que esto me pasa por no informarme un poco antes de decidirme a leer un libro, pero lo cierto es que otras veces lo he hecho y por muy convencido que estuviera también he terminado reputeando. Lo que viene siendo una ruleta rusa pero con 5 balas en el tambor.

14 sept 2020

Trafalgar - Angélica Gorodischer

Trafalgar Medrano vive en Rosario, Argentina, y se dedica al comercio. Al comercio con planetas de todo el Universo. O al menos eso es lo que cuenta a sus amigos cuando de vuelta en la Tierra, se encuentra con alguno de ellos en el café Burgundy, o va a visitarlos a su casa para charlar un rato. En este volumen se recogen nueve de sus aventuras, aunque la última es poco más que un párrafo con una reflexión del protagonista (ver lista en la ficha de la Tercera Fundación).

Trafalgar es una colección de cuentos para adultos que resultan encantadores, aunque bastante repetitivos en su formato. La propia Angélica Gorodischer, que es una de las amigas a quien Trafalgar frecuenta asiduamente, tomando por tanto parte en los cuentos en un giro metaliterario, llega a comentar en uno de ellos:
"tus viajes son siempre iguales: te pasan un montón de cosas raras, te le tiras, generalmente con éxito, a la más linda que anda por ahí, ganas pilas de guita, ¿y en qué la gastas? [...]"
A pesar de asistir al mismo esquema una y otra vez, los relatos son entretenidos, divertidos, de lectura ágil. Al compartir muchos elementos de los cuentos tradicionales para niños, resultan entrañables. La portentosa imaginación de la autora argentina, que se despliega en una sucesión imparable de mundos, personajes y aventuras, un poco a matacaballo, ha rememorado en mí sensaciones análogas a las de un criajo que está inventando una historia sobre la marcha y se la está contando a sus amiguitos. De todas formas que no se nos olvide que el público objetivo es adulto. Como podemos leer en la cita de más arriba, en todos ellos Trafalgar intenta ligarse a alguna mujer de los planetas que visita y en alguno que otro, hay escenas muy subidas de tono. Por otra parte hay una fuerte componente humorística en el toma y daca entre el protagonista, que tiende a irse por los cerros de Úbeda en su narración, y el amigo que asiste al relato. A cada minuto que pasa aumentan la curiosidad y las ganas de conocer el final de la aventura, pero si quiere lograrlo debe esforzarse en que Trafalgar ponga fin a sus continuas interrupciones pidiendo más café, interesándose por la gata de Gorodischer, intercambiando algún comentario con Marcos, el eficiente camarero del Burgundy, etc.

La edición de Orbis que he leído se cierra con un pequeño ensayo a cargo de Jorge A. Sánchez. En esta pieza se hace un breve recorrido por la obra de la escritoria rosarina y además, se explica que el formato que adoptan los cuentos, que se denomina “relatos de club” y ha sido empleado sobre todo en la literatura anglosajona fantástica. En definitiva, mi toma de contacto con quien es considerada una de las grandes escritoras de ciencia-ficción en español no ha sido exactamente lo que me esperaba, pero desde luego sí que ha sido una experiencia muy original.

10 sept 2020

Hija de sangre y otros relatos - Octavia E. Butler

Mi toma de contacto con la obra de Octavia E. Butler no podría haber sido mejor. Hija de sangre y otros relatos es una selección de siete cuentos en los que hay ciencia-ficción, relato realista y una incursión en el género fantástico. En el prólogo la propia autora nos revela que se siente mucho más cómoda como novelista y nos da detalles sobre las dificultades que ha tenido con el formato breve. Os dejo la lista a continuación junto con el género:

  • 'Hija de sangre' (ciencia-ficción)
  • 'La tarde y la mañana y la noche' (ciencia-ficción)
  • 'Parientes cercanos' (realista)
  • 'Sonidos del habla' (ciencia-ficción)
  • 'Al otro lado' (realista)
  • 'Amnistía' (ciencia-ficción)
  • 'El libro de Martha' (fantástico)
Si por algo destaca esta colección es, sin duda, por los cuatro relatos de ciencia-ficción, que me han parecido  excelentes. Tanto que compensan con creces la calidad de los otros tres, que no me han entusiasmado que digamos. Sin embargo cuando Butler recurre a la ciencia-ficción resulta deslumbrante. Para empezar las historias tienen planteamientos tremendamente originales. Seres humanos obligados a convivir con  extraterrestres en crudas relaciones pseudo-simbióticas que tienen mucho de parasitarias para nuestra especie. Un mundo apocalíptico en el cual los pocos supervivientes de una infección vírica han perdido el habla. Enfermedades genéticas degenerativas que condicionan y condenan a quienes la sufren. 

Evidentemente el contexto en que transcurren sirve simplemente como punto de apoyo para desarrollar unos conflictos que reflejan su visión del mundo. Y al tratarse de una autora afroamericana que empezó a adquirir un nombre a mediados de los 1970s, cuando la ciencia-ficción estaba copada de hombres blancos, tiene un enfoque que se sale de lo habitual. Primero porque es feminista, aunque por aquél entonces ya había mujeres escribiendo ciencia-ficción feminista, pero sobre todo porque este enfoque procede de la exclusión que supone pertener a una minoría racial oprimida. No esperéis por tanto un trato complaciente a la humanidad, ni pacatos finales triunfalistas. Más bien asistiremos a un buena paliza en que el ego antropocentrista del homo sapiens saldrá bastante mal parado. El nuevo estatus al que Butler quiera llevar a nuestra especie dependerá solamente de su imaginación, pero os puedo asegurar que no dejará indiferente a nadie. Además hay otro punto a destacar en estos relatos cortos: son exquisitamente cortos. Apenas unas pocas páginas son suficientes para que esta autora exponga planteamientos, conflictos y resoluciones. Sin ni una frase de más, ni de menos.

El tomo se completa con un par de artículos en los que Butler nos habla sobre su experiencia como escritora, que sin ser nada del otro mundo (literariamente, quiero decir), nos permiten conocerla un poco mejor. En definitiva, aunque hayan sido cuatro aciertos sobre un total de siete relatos, el libro queda totalmente recomendado. Me ha dejado con unas ganas incontrolables de leer algunas de sus novelas. Y por la frecuencia con que se encuentran en librerías de segunda mano en viejas ediciones en tapa blanda, las de la serie Xenogénesis son candidatas perfectas.

6 sept 2020

Liberación animal - Peter Singer

En 1975 aparecía la primera edición de Liberación animal, un libro que dio un marco de referencia ético y filosófico al movimiento animalista. El planteamiento de Peter Singer se fundamenta en otorgar igual consideración a los intereses de todos los animales, en lugar de poner siempre por delante los del ser humano. A esta forma de discriminación basada en la especie a la que pertenece cada individuo la denominó especismo, por analogía con el racismo y sexismo. Está tan extendida que hasta que él escribió este tomo no había recibido atención, no ya del público en general, sino ni tan siquiera en el ámbito de la filosofía.

El libro aborda la situación de los animales en relación con el hombre en seis capítulos. En el primero aborda la necesidad de replantearnos el trato que damos a los animales desde una óptica ética. Plantea que es necesario ampliar nuestra esfera moral para incluir y respetar los intereses básicos que buscan todos los animales, siendo el más manifiesto el de evitar el sufrimiento, equiparable completamente al del ser humano. En los capitulos dos y tres nos da ejemplos de cómo ignoramos este interés tan primario de los animales al usarlos como objetos de experimentación por un lado, y como alimento por otro. El relato de la realidad de los animales en los laboratorios y en las granjas industriales, donde se inflige sufrimiento diariamente a miles de millones de animales, es totalmente desapasionado. Para evitar caer en una emotividad que podría tachar de parciales todos sus argumentos, Singer se limita apenas a compilar y transcribir para nosotros publicaciones científicas que detallan los estudios realizados, o bien recurrir a revistas e informes de ambos sectores. La inutilidad y ridiculez de la gran mayoría de los experimentos que se llevan a cabo con animales, así como la arbitrariedad de usar como alimento la carne y otros productos producidos por los animales (leche y huevos), queda demostrada de esta manera con una facilidad pasmosa. El capítulo cuarto defiende la adopción del vegetarianismo/veganismo como única vía posible de boicotear la ganadería industrial en el sistema capitalista. Los dos últimos capítulos se centran respectivamente en dar una visión histórica del especismo y en mostrar en qué situación se encuentra en la actualidad. O más bien en el momento de la revisión del texto, que en esta edición yo diría que a principios de los 2000s. Quizás esta parte necesitaría una nueva revisión ya que por aquel entonces el autor se mostraba mucho más optimista de lo que los años sucesivos han demostrado.

Tengo que reconocer que el texto me ha sorprendido sobre todo por su imparcialidad. El propio Singer admite que durante su redacción tuvo que hacer notar que él no se consideraba a sí mismo ni amante de los gatos, ni de los perros, ni de ninguna mascota. Por desgracia así era como muchas personas interesadas en ayudarle entendían su proyecto, como una especie de defensa de los animales de compañía. Por ello el registro, la fuentes o los argumentos que usa obligan al lector a abordar el problema con una objetividad que debería hacerle cuestionarse la forma en que ve a los animales. Otra cosa es que pueda vencer la inercia y realizar los cambios que el filósofo australiano propone para otorgar a los intereses de los animales la importancia que merecen. Por otro lado hay que destacar que nos muestre a las claras el impacto que la ganadería intensiva tiene en el planeta y en la probreza mundial, algo que sin duda es señal inequívoca de la perspicacia y agudeza del autor. A fecha de hoy esta conexión también forma parte de las reclamaciones de activistas medioambientales. En fin, ya he mencionado más de una vez en este blog mi compromiso con la causa animalista, así que no voy a poder añadir mucho más a esta reseña sin que se me vea el plumero. En cualquier caso creo que se trata de una lectura que puede servir para abrir los ojos a muchas personas, ya que por más que la industria nos muestre en la publicidad a vacas lecheras pastando libremente por los montes de Asturias, la realidad, tanto en el caso del sector lácteo como en el resto de la industria ganadera, es bien distinta.

2 sept 2020

El arte de tener razón - Arthur Schopenhauer

Como me pasa tantas veces con tantos libros, compré El arte de tener razón solo porque el título me parecía atractivo. El título, el diseño de la portada y la tipografía, las cosas como son. Si hubieran usado un tipo serif seguro que no lo compro. Nada más empezar, en el prólogo a cargo de Franco Volpi, se nos advierte (no en vano 'Advertencia' es como se titula el prólogo), que estamos ante una obra de extensión corta que Arthur Schopenhauer no llegó a publicar en vida. Su contenido formó parte, eso sí, de sus clases, y también se incluyeron partes de ésta en una obra más extensa llamada 'Parerga y Paralimónema'.

Este tomito, al que yo me enfrentaba con un desconocimiento total de su contenido, es poco más que un manual breve que recoge 38 estratagemas diferentes que nos permitirán ganar en una discusión sobre el tema que sea. Tengamos o no razón. Hay bastante referencias a los clásicos griegos de la dialéctica y mucho término culto que puede llegar a despistar, pero en realidad se habla de cosas como dar la vuelta a la tortilla, marear al contrincante mediante palabrería sin sentido, elegir términos que nos hagan parecer mejores que al oponente y escoger para él los que tengan una connotación negativa, etc. etc. Así hasta la 38. La última se recomienda si vamos perdiendo la batalla verbal y tenemos pocas opciones de ganar. Consiste en olvidarnos del tema de la discusión e insultar a nuestro adversario. Ser grosero, maligno, ofensivo. No voy a negar a ratos tiene gracia, y además hay algún apunte de interés sobre la naturaleza humana. Algo que hace la lectura más o menos entretenida. Pero en general resulta un poco tomadura de pelo, la verdad.

El opúsculo de Schopenhauer no llega ni a 80 páginas. El resto del libro hasta completar casi 130 es una aproximación histórica a la dialéctica por parte del prologista, experto en filosofía alemana. Empecé a leerlo y no pasé de la tercera página. Ni lectura transversal, ni nada. Lo cerré.
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