28 ene 2016

Memento mori - Muriel Spark

La pereza me puede otra vez, así que tomo prestada la trama de Memento Mori del resumen editorial:
Londres a finales de la década de 1950. Un grupo de ancianos de posición acomodada y que se conocen desde hace más de cincuenta años, empiezan a recibir una serie de llamadas inquietantes. Una voz anónima al teléfono les hace una sencilla petición: «Recuerda que debes morir». Para cada uno de ellos la voz es diferente (joven, vieja, madura, hombre, mujer) y la policía es incapaz de localizar las llamadas y detener al grupo de bromistas.
En realidad si seguís el link del título veréis que en esta ocasión no lo he copiado entero. ¿Y eso por qué, os preguntaréis? Muy fácil: el resto de comentarios que incluye la ficha son una interpretación del argumento con que no estoy de acuerdo. Por lo que sigue diciendo la página web de Plataforma Editorial, uno podría pensar que las llamadas telefónicas son detonantes de toda una serie de escándalos largamente silenciados en la vida de estos ancianos. Y no es así, bueno, al menos no en gran parte de los casos expuestos. De hecho, el libro acaba y la cuestión sobre las llamadas queda sin resolver. Comprobamos entonces que se trata símplemente de un factor imprevisto que irrumpe en la vida de este numeroso grupo de septuagenarios y octogenarios. Es verdad que un personaje femenino en particular sufre unas dramáticas consecuencias cuyo origen está en las constantes llamadas que recibe, pero hay muchas subtramas de la acción que se nos presentan ya en marcha y que se han ido generando por motivos de lo más diverso. Decesos, testamentos, voyeurismo o símplemente una vida entera de convivencia provocan rencillas, chantajes, delaciones o burlas.

Como ya ocurriera en Los solteros, Muriel Spark nos desborda con una cantidad ingente de personajes a los que cuesta habituarse: Lettie Colston, hermana de Godfrey Colston, quien está casado con Charmian Piper, escritora retirada que logró el reconocimiento 50 años atrás por una serie de novelas que recogían maravillosamente el espíritu del momento. Eric, hijo cincuentón de esta pareja, sin oficio ni beneficio, mantiene una relación muy distante con sus padres. La señora Anthony, cocinera de los Colston. Jean Taylor, antigua dama de compañía de Charmian, hoy día en una residencia pública de ancianos, donde comparte pabellón con un montón de abuelas: Emmeline Roberts, Jessie Barnacle, Madame Trotsky, la señora Fanny Green, la señorita Dorcen Valvona, etc. Lisa Brooke, recién fallecida y amiga de los Colston (de hecho fue amante de Godfrey); Percy Mannering, poeta quien recibía mecenazgo de la difunta, gran protectora de las Artes; la señora Pettigrew, vieja gobernanta de Lisa; Janet y Ronald Sidebottome, hemanos de la muerta; Tempest, consorte de Rondald; Guy Leet, crítico literario, casado en secreto con Lisa y antiguo amante de Charmian; podría seguir así un buen rato, pero yo creo que para hacernos una idea ya va bien. El complicado entramado de intereses que se crea entre unos y otros llega a cansar, y en global, la novela me ha resultado regular tirando a mala.

No obstante, hay algunos aspectos destacables que yo creo, compensan de sobra la lectura. En primer lugar la autora hace unas descripciones asombrosamente veraces de los ancianos, tanto a nivel físico como psicológico. Los achaques, la decrepitud, el declive intelectual o la manera de entender la vida o enfrentarse a los problemas después de más de 70 años en este mundo (¡los casos más jóvenes!) me han parecido espectaculares. También hay mucho humor en negro en los detalles, pero al proceder de los propios ancianos, se añade una incuestionable componente entrañable al mismo. Esta habilidad de la escritora británica para dar credibilidad a sus personajes ya la pude comprobar en Las señoritas de escasos medios, aunque en aquel caso se trataba de chicas jóvenes que transmitían toda la ilusión del mundo por vivir la vida, todo lo contrario que en la obra que nos ocupa hoy.

Por resumir, aunque no he conectado con la historia, reconozco sin ambages la estupenda labor de Muriel Spark al concebir y describir los personajes. Aunque no termino de encontrarle la tan cacareada genialidad a esta autora, al menos de momento no he descartado seguir leyendo su libros. Más reseñas en Un libro al día, Lector consentido y Solo de libros. Esta última es sin duda con la que más coincido.

25 ene 2016

La facción caníbal. Historia del vandalismo ilustrado - Servando Rocha

A decir verdad no sabía muy bien a qué me enfrentaba cuando empecé a leer La facción caníbal. Ha resultado ser un ensayo que analiza cómo el asesinato y el terrorismo en sus manifestaciones más gratuitas y arbitrarias han influído en la cultura y la sociedad. De igual forma refleja la fascinación del ser humano los actos más abyectos y viles que sus congéneres pueden cometer. El recorrido empieza en Londres en 1780 con los disturbios anti-católicos de Gordon, para a continuación saltar a la Revolución Francesa de 1789. Es entonces cuando Edmund Burke, reconocido intelectual irlandés, totalmente contrario a los principios de la revolución en marcha en el país vecino, acuña el término "terrorismo" para definir la estrategia de Terror con que los jacobinos imponían  su ideario ilustrado en Francia. Es también Burke quien desarrolla por primera vez el concepto de "sublime" asociado a la contradictoria y turbia atracción y belleza que se puede encontrar en los actos más horrendos.

El texto es exhaustivo a más no poder y recorre algo más de dos siglos de influencia del Terror en la cultura y la sociedad. Esto abarca desde personajes como William Blake (a quien los disturbios de Gordon pillaron por sorpresa paseando por Londres) o Thomas de Quincey (autor de "Sobre el asesinato considerado como una de las Bellas Artes"), y también a movimientos artísticos de vanguardia, algunos de difusión global como el Dadá, el Futurismo o el Surrealismo, y otros más recientes cuya influencia en el mainstream ha sido menor, como letristas y situacionistas. De igual forma, vamos viendo pasar ante nuestros ojos ejemplos de asesinos asimilados por el inconsciente colectivo: los propios artífices de la Revolución Francesa (Marat, Robespierre, etc.), Jack el Destripador, las hermanas Papin, Violette Nozière, Peter Kürten -el vampiro de Düsseldorf-, Myra Hindley, Charles Manson... Bueno es cierto que a mí me resultaban conocidos la mitad o menos, pero claro, se hace un seguimiento de la influencia de estos criminales en los movimentos culturales europeos de vanguardia, lo cual excluye en cierta medida a España. Quizás uno de los mayores problemas que me he encontrado sea precisamente la cantidad abrumadora de nombres, lugares y fechas que recorren las páginas. En todo caso, la incapacidad de asimilar tantísima información podría decirse que es problema mío exclusivamente. Hay sin embargo algunos tics de autor que me han resultado bastante molestos. Vayamos a por ellos.

Servando Rocha hace un trabajo excelente al demostrar los vinculos entre los actos de Terror y los representantes de la cultura con nombres y apellidos. La mayoría de los casos son incuestionables, pues están perfectamente documentados (por poner un ejemplo simple, cómo los asesinatos del páramo han servido de inspiración a grupos pop/rock). Sin embargo en otros, y no son pocos, la influencia no se puede demostrar y aún así, el autor insiste en sugerirla con frases hipotéticas llenas de condicionales y suposiciones que por la ausencia de datos ofrecidos, se ve a la legua que es simplemente wishful thinking. Esto lo hace también insertando de cuando en cuando portadas de discos, fotografías, ilustraciones u obras de arte que por el motivo que sea, muy probablemente razones personales meramente emotivas, a él le recuerdan el tema que está desarrollando, pero que vistos desde fuera, no se puede decir que guarden demasiada relación. Se empeña mucho también Rocha en crear unos mapas espacio-temporales que relacionan años particularmente agitados por los sucesos que ellos ocurrieron. La palma se la lleva el triunvirato 1788-1888-1988, aunque también incluye en otros momentos 1780 ó 1968. Bueno en su descargo hay que aclarar que al final le quita importancia a esa supuesta relación de hechos a lo largo del tiempo por no acabar dando la idea de ser el clásico conspiracionista.

En resumen, un libro muy peculiar que viene a demostrar que la fascinación morbosa que en muchas ocasiones provocan los crímenes más desagradables e injustificados no es una característica extraña a los seres humanos. Riguroso y contrastado, en ocasiones desborda información y en otras despista intentando establecer relaciones que sólo existen en la cabeza del autor, aunque ni lo uno ni lo otro restan valor a todo lo expuesto. Para más reseñas, echad un vistazo a la Revista Tarántula y a Culturamas. Además, en Número Cero hay una extensa entrevista con el autor a raíz de la publicación de este volumen.

20 ene 2016

Un hombre soltero - Christopher Isherwood

Estamos en California en 1962. George es británico pero lleva viviendo en EEUU desde finales de los 1930s. Profesor de literatura en el colegio universitario de San Tomás (sic) de Los Angeles, homosexual, tiene cincuenta y muchos años -quizás más- y ha perdido a su pareja, Jim, en un accidente de tráfico tan solo unos meses atrás. Christopher Isherwood nos acerca a 24 horas de su vida en Un hombre soltero, una maravillosa novela corta que expone con una credibilidad abrumadora la historia de una persona que se está enfrentando a una situación personal terrible. No solo la muerte inesperada de su compañero amado, sino también la soledad, la incomprensión y desesperación de un ser humano que además de pertenecer a una minoría discriminada, toma conciencia de estar afrontando la recta final de su vida.

La narración es tremendamente ágil, con un desarrollo que acompaña a las horas del día y casi nos permite notar los cambios de luz en la soleada California. Primera hora de la mañana y el protagonista se levanta para iniciar su jornada laboral. Viaje por autopista hasta llegar a la universidad a media mañana. Tras la clase, almuerzo a medio día con un sol de justicia cayendo sobre un campus de reciente construcción cuyos árboles raquíticos aún no ofrecen refugio. La tarde pasa con una breve visita al hospital para ver a una amiga gravemente enferma y luego en el gimnasio. La noche cenando con Charlotte, una cuarentona británica superviviente como él, amiga íntima de la pareja. La madrugada con la luz de las farolas acompañandonos hasta que se mete en la cama borracho como una cuba. Creo que precisamente esa presencia de la luz a lo largo del día es uno de los mayores logros la adaptación al cine dirigida por Tom Ford (A single man, 2009). Por otro lado, me ha parecido asombrosa la caracterización de George (alter ego más que obvio de Isherwood) como personaje: plenamente consciente del rechazo que provoca su sexualidad desviada, guarda por ello un rencor comprensible y justificable a la humanidad. Sin embargo, dicho resentimiento no le impide mantener una desbordante esperanza de encontrar la felicidad, sin olvidar en ningún momento que a su edad se reduce drásticamente la probabilidad de lograrlo.

Resumiendo, una verdadera joya escrita con un leguaje sencillo, directo y totalmente accesible. Se disfruta el doble por decir solo lo necesario e imprescindible, por no recrearse absurdamente en el dolor o el odio, por no mostrar de color rosa un mundo que tiene sus claroscuros más que evidentes. Esta edición incluye una breve entrevista al autor realizada en 1973 para una revista gay norteamericana, que nos permite conocer detalles curiosos de su obra y nos revela su compromiso con el movimiento de liberación LGTB. Más reseñas en Lector malherido, La medicina de Tongoy y La tormenta en un vaso.

14 ene 2016

Génesis - Félix de Azúa

Génesis es una novela corta que va alternando capítulos. En los impares, Félix de Azúa reescribe con alguna licencia imaginativa varios relatos del libro del Génesis del Antiguo Testamento. Adán y Eva. La manzana de la discordia. El destierro del jardín del Edén. Caín y Abel. La torre de Babel. Etc. Los pares nos cuentan una historia de emigración vasca en Caracas a finales de los años 1940s. Esta trama tiene mucho de drama, una navarrica con una hija pequeña que se queda viuda y se ve asediada por el antiguo socio de su marido vasco, que básicamente quiere hacer de ella su amante, deudas contraídas por la empresa del difunto, etc. Es bastante ligera y está llena de topicazos venezolanos al uso: machismo, criminalidad, corrupción, desarrollismo, el movimiento moderno en arquitectura y diseño industrial, etc. A pesar de la aparente disparidad de temas tratados en los impares y los pares, ambos hilos argumentales coinciden al final de último capitulo (par, claro) en un cierre bastante malo, la verdad. Luego hay un epílogo bastante falto también que ni chicha ni limoná.

Como dato curioso y por alguna referencia al intento de bombardeo de Donostia que aparecía en la trama de Cambio de bandera, así como a su pertenencia al cuerpo diplomático, el marido muerto podría ser Luís Larrazábal, el protagonista de aquella novela, y la navarrica debería ser su mujer; por diferencia de edad y procedencia encaja, pero en aquella novela se llamaba Carmen y en esta Mariló. En fin, lo mismo da, igual hay cuestiones de la trama que se me han olvidado después de casi dos años. En todo caso me ha resultado simpático que continuase la saga. Por otro lado, son poco más de 100 páginas y con un tamaño en el tipo de letra que lo hace apto para la lectura hasta de los topos. Vamos, que aunque me haya resultado bastante intrascendente, se termina en una sentada. Curioseando por la blogosfera en mi habitual búsquedad de otras reseñas, me entero de que este libro es la tercera parte de una supuesta "autobiografía falsa", signifique eso lo que signifique. Como no he leído los dos volúmenes anteriores no puedo decir si hay algún sentido especial en global. Otras opiniones en el blog de Rafael Narbona y también en casi todos los grandes medios, pero como es costumbre en esta humilde casa, esas últimas no las enlazo.

11 ene 2016

La ciudad al final del tiempo - Greg Bear

Guardad silencio durante unos momentos y prestad atención a los sonidos que os llegan desde la lejanía. Cerrad los ojos para así poder aguzar con más facilidad el sentido del oído. ¿Lo escucháis? ¿Podéis oirlo? Seguro que sí, concentraos. Esa especie de soniquete repetitivo, burlesco y rítmico que se oye de fondo no son otra cosa que las carcajadas incesantes de Greg Bear, que aún se está descojonando de mí por haber sido tan imbécil de terminarme La ciudad al final del tiempo, una supuesta 'novela sorprendente con un nivel de especulación sumamente original. Un trabajo desafiante e imaginativo como sólo puede ofrecer la mejor ciencia ficción' que encaja mucho mejor dentro del simple concepto de 'fulaña'.

No tengo palabras para describir la experiencia que ha supuesto leer este bodrio. Más de 600 páginas de aventuras soplapollescas que se intentan dignificar como ciencia-ficción dura y que resulta ser poco más que una interminable e incomprensible fantasía épica salpicada de palabrería científica. Asures bosónicos. Janjures mesónicos. Devas formados a partir de quarks integrales. Eidolones noöticos, cuya materia apenas es materia, más bien una vinculación compacta entre espacio, destino y dos de los siete aspectos del tiempo. Pollas en vinagre, Mr. Bear. Todas esas estupideces nos llevan al absurdo más absoluto. Una no-trama con unos no-personajes que habitan un no-mundo al final del no-tiempo y no-espacio de un no-universo en no-expansión ni contracción. De todo lo cual no se entiende nada. O mejor, no-nada.

Como ya he perdido suficientes horas leyendo esta tomadura de pelo, no voy a dedicar ni un minuto más a esta reseña. Si queréis tener una idea de la trama, echad un vistazo a la ficha editorial, hoy no estoy dispuesto ni siquiera a hacer un copy + paste. Para otras opiniones, os recomiendo los blogs Pepe Fotón, En Clave Pública y Sagacomic - Lothlórien. Algo debe significar que en ninguno salga bien parada. La entrada de Pepe Fotón es muy completa y ordenada, sería la reseña que me gustaría haber escrito si hubiera podido controlar esta rabia que tengo en las tripas por haber sido tan idiota. En Sagacomic también son muy críticos pero terminan salvandola por motivos que se me escapan, porque al redactor le queda la sensación de '[...] haberme perdido una gran cantidad de niveles de la lectura, un buen número de capas y significados que se me escapaban mientras leía, falto de las claves que me hubieran dado la llave del significado de tanto símbolo oculto en el texto'. Ahí es nada. Si Greg Bear es uno de los mejores representantes actuales de la ciencia-ficción dura, yo me declaro ahora mismo ángel exterminador del subgénero.
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