Estamos en California en 1962. George es británico pero lleva viviendo en EEUU desde finales de los 1930s. Profesor de literatura en el colegio universitario de San Tomás (sic) de Los Angeles, homosexual, tiene cincuenta y muchos años -quizás más- y ha perdido a su pareja, Jim, en un accidente de tráfico tan solo unos meses atrás. Christopher Isherwood nos acerca a 24 horas de su vida en Un hombre soltero, una maravillosa novela corta que expone con una credibilidad abrumadora la historia de una persona que se está enfrentando a una situación personal terrible. No solo la muerte inesperada de su compañero amado, sino también la soledad, la incomprensión y desesperación de un ser humano que además de pertenecer a una minoría discriminada, toma conciencia de estar afrontando la recta final de su vida.
La narración es tremendamente ágil, con un desarrollo que acompaña a las horas del día y casi nos permite notar los cambios de luz en la soleada California. Primera hora de la mañana y el protagonista se levanta para iniciar su jornada laboral. Viaje por autopista hasta llegar a la universidad a media mañana. Tras la clase, almuerzo a medio día con un sol de justicia cayendo sobre un campus de reciente construcción cuyos árboles raquíticos aún no ofrecen refugio. La tarde pasa con una breve visita al hospital para ver a una amiga gravemente enferma y luego en el gimnasio. La noche cenando con Charlotte, una cuarentona británica superviviente como él, amiga íntima de la pareja. La madrugada con la luz de las farolas acompañandonos hasta que se mete en la cama borracho como una cuba. Creo que precisamente esa presencia de la luz a lo largo del día es uno de los mayores logros la adaptación al cine dirigida por Tom Ford (A single man, 2009). Por otro lado, me ha parecido asombrosa la caracterización de George (alter ego más que obvio de Isherwood) como personaje: plenamente consciente del rechazo que provoca su sexualidad desviada, guarda por ello un rencor comprensible y justificable a la humanidad. Sin embargo, dicho resentimiento no le impide mantener una desbordante esperanza de encontrar la felicidad, sin olvidar en ningún momento que a su edad se reduce drásticamente la probabilidad de lograrlo.
Resumiendo, una verdadera joya escrita con un leguaje sencillo, directo y totalmente accesible. Se disfruta el doble por decir solo lo necesario e imprescindible, por no recrearse absurdamente en el dolor o el odio, por no mostrar de color rosa un mundo que tiene sus claroscuros más que evidentes. Esta edición incluye una breve entrevista al autor realizada en 1973 para una revista gay norteamericana, que nos permite conocer detalles curiosos de su obra y nos revela su compromiso con el movimiento de liberación LGTB. Más reseñas en Lector malherido, La medicina de Tongoy y La tormenta en un vaso.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 7 horas
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