29 ago 2020
Guía del autoestopista galáctico - Douglas Adams
Guía del autoestopista galáctico es una novela de ciencia-ficción y humor disparatado que se ha convertido en un fenómeno de culto en el Reino Unido y otros países de habla inglesa. A decir verdad yo entré en contacto con Douglas Adams y su obra a través de la adaptación homónima de este libro a la gran pantalla de 2005, que me gustó tanto que consiguió tenerme haciendo bromas basadas en la acción durante meses. Además Netflix ha producido una serie a partir de las novelas de Dirk Gently, que en mi opinión es también buenísima. De todas formas voy a centrarme que éste es un blog de libros, no de cine.
Por su extensión podríamos pensar que estamos más bien ante una novela corta. La acción es muy rápida, con muchos diálogos y cambiando constantemente de contexto para generar situaciones desmadradas sin descanso. Tengo que reconocer que no me ha parecido demasiado elaborada, además el mecanismo empleado para generar humor es el disparate, que aunque requiere ingenio, esto no lo voy a negar, no necesita hilar demasiado el argumento. Así que abundan las soluciones sin ninguna conexión con el relato anterior, como sacadas de la manga. En todo caso como la historia transcurre en un contexto galáctico, plagado de innumberables especies y planetas que existen desde hace millones de años, no supone demasiado esfuerzo aceptarlo. Me gustaría haberla disfrutado más, pero el hecho es que me ha dejado bastante indiferente. Quizás se deba a que tengo un recuerdo idealizado de la película, que recoge la esencia del libro pero la mejora a base de efectos visuales sorprendentes.
25 ago 2020
A cabeza descalza - Brian W. Aldiss
A cabeza descalza es una novela de ciencia-ficción tremendamente original y compleja. Tan original y compleja que solo se puede entender como una propuesta de literatura experimental, muy en la línea de El almuerzo desnudo, La máquina blanda o Nova Express de William S. Burroughs, o La exhibición de atrocidades, de J.G. Ballard. Brian W. Aldiss nos sorprende con un texto dividido en tres partes cuyo carácter innovador, a la par que lisérgico, avanza a medida que los alucinógenos hacen mella en la psique del protagonista. Tras un inicio que despista por su linealidad y adscripción a un esquema formal totalmente convencional, la imaginación y creatividad del autor británico se van desbordando poco a poco, generando una historia que descoloca, desconcierta y desubica al lector. Con esto quiero decir que la lectura es cualquier cosa menos fácil. La propuesta de Aldiss pasa por trasladar al papel la experiencia de dislocación psicológica provocada por los estupefacientes que hay en el aire. Su principal estrategia consiste en acuñar neologismos mediante la combinación de palabras. Acelestrozado, catarachas, plastinados, salpisemen, estuniña, desnucidez, recovecoños, carnicias. El texto se nos presenta como un flujo de conciencia, pero de una conciencia profundamente alterada. Los párrafos se componen de frases en las cuales los únicos elementos reconocibles sin esfuerzo son los artículos. Sin apenas signos ortográficos. No hay casi comas, ni puntos excepto para pasar al siguente párrafo. Tenemos que sincronizarnos con en el ritmo de pensamiento para poder encontrar algo de sentido a ese galimatías, unas mezclas muy elaboradas de esos neologismos que incorporan sustantivos/adjetivos/verbos/adverbios en todos y cada uno de los elementos del discurso. Por cierto que vaya reto para el traductor, en mi opinión ha hecho un excelente trabajo.
Pero no quedan aquí las propuestas de Aldiss para vapulear nuestros anquilosados esquemas mentales. Como ya hiciera Burroughs en las obras mencionadas anteriormente, el británico repite ciertas construcciones, que aparecen en diferentes contextos y por boca de cualquier personaje. Cactus de Navidad. Un color negro, el más parecido al marrón. Animales nuevos. Un perro con corbata roja. Esto le permite establecer una suerte de hiperenlaces textuales que se cruzan por toda la narración y ayudan a desubicar al lector, al enviarlo de un lado/momento a otro. Hay también una atracción enfermiza por la velocidad, los coches, las autopistas y los accidentes de tráfico. Esta referencia tan ballardiana a una sexualidad retorcida se suma a una obtusa pero innegable presencia de las diferentes visiones del sexo en toda la novela. Desde las más convencionales y castrantes, con infidelidades, celos y parejas excluyentes sucesivas, a veladas incursiones en la homosexualidad y prácticas de Dominación/sumisión. Por último, cada capítulo finaliza con una serie de poesías que resumen todo lo expuesto en el mismo. Tras enfrentarnos a un texto tan difícil de asimilar, la relativa sencillez de las mismas te deja aturdido porque unas pocas estrofas sirven para dar sentido a lo que has leído.
Estamos ante un libro totalmente fuera de lo común. Ha habido momentos en los que he estado bastante perdido, no voy a engañar a nadie. El problema es que he tardado en entender que resulta mucho más accesible sin tratar de descifrar el significado exacto de cada párrafo, frase o término. En realidad y de forma inesperada, las ideas que pretende transmitir cobran (cierto) sentido globalmente si lo leemos a un ritmo natural. No importa que haya palabras extrañas, al fin y al cabo esos cócteles léxicos y gramaticales se componen de términos y estructuras que son reconocibles de manera inconsciente. En fin, no es una novela para recomendar a cualquiera, pero es uno de los ejemplos de literatura experimental más interesante y reconfortante con que me he topado hasta ahora.
21 ago 2020
Polizonte a Marte - John Wyndham
Polizonte a Marte es una novela primeriza de John Wyndham que fue escrita en 1936 bajo el pseudónimo de John Beynon (vía Wikipedia). Esa fecha tan temprana ya nos hace suponer el enfoque del texto en cuanto a ciencia-ficción se refiere. Todas las especulaciones que por aquel entonces se hacían acerca del planeta rojo están recogidas aquí. Los canales de Marte que transportaban agua por todo el planeta. El pueblo marciano que después de millones de años se está extinguiendo. Restos de fauna y flora marciana en las proximidades del canales y un desierto que está devorando el planeta. El ideario fantástico que existía sobre Marte a principios del S. XX al completo, vaya. Como la acción transcurre a principios de los 1980s vistos desde mediados de los 1930s, la ambientación propuesta por el autor británico tiene un marcado aire retrofuturista, bastante añeja pero entrañable a la vez. Se podría decir que este libro es poco más que una space-opera si no fuera por una inesperada deriva filosófica que involucra a las máquinas.
Efectivamente, en Marte además de marcianos hay máquinas inteligentes. Máquinas capaces de funcionar por sí solas, en simbiosis y armonía con los últimos habitantes humanoides originales del planeta. Máquinas que para sorpresa de los humanos, demuestran capacidad de acción y pensamiento autónomo. Algo que es muy difícil de encajar entre los terrestres y que les provoca un ludismo atávico al considerarlas como amenazas directas a su supremacía. Wyndham hace una impresionante defensa de estas máquinas inteligentes y rebate racional y sistemáticamente el pánico antropocentrista que causan en la expedición humana. Aunque la falta de rigor científico, el machismo y el colonialismo campan alegremente por las páginas de la narración, merece la pena dar cuenta de ella sólo por asistir de primera mano a este formidable alegato en favor de las máquinas consideradas como nuevo logro evolutivo de la Naturaleza.
17 ago 2020
Mundo de día - Philip J. Farmer
Mundo de día es una novela de ciencia-ficción con un transfondo de aventuras y vagamente noir que parte de unas premisas muy originales. De hecho, antes de conocer su existencia, yo había fantaseado con puntos de partida similiares y me había preguntado cómo a nadie se le había ocurrido algo así. Pues mira por dónde, sí que se le había ocurrido a alguien, nada más y nada menos que al famoso e infame Philip J. Farmer. Por desgracia, al margen de esta idea tan ingeniosa, la novela no tiene mucho que rascar. Ahora mismo voy a explicar el porqué.
La trama gira en torno a Jeff Caird, un agente de policía que vive los martes, pero que además es immer y quebrantadías. Por tanto su existencia se expande a lo largo de los siete días de la semana, aunque se ve obligado a vivir bajo diferentes identidades para eludir el control estatal. La acción se dispara debido a un científico immer enloquecido que ha escapado de un centro de reclusión y amenaza con matarlo, ya que fue Caird quien le arrestó. A mi esto ya empezó a parecerme un poco insostenible, como sacado de un episodio de los Looney Tunes. Por no decir que encaja muy mal en la idea que yo tengo de sociedad supersecreta y todopoderosa. Pero es que además, se descubre otro pastelazo cuando las autoridades hallan un monigote hinchable (tal cual), en el cilindro petrificador que corresponde a alguna de sus siete personalidades. Súmale a todo esto la descripción y trivialidades de sus siete vidas (su esposa del martes, la del miércoles, el matrimonio múltiple del jueves... agotador y sin interés para la acción), un nuevo caso que tiene asignado (detener a un quebrantadías judío ortodoxo), una agente de policía que se desplaza también horizontalmente a lo largo de la semana tras no se sabe bien de quién ni por qué (todo muy secreto), páginas y páginas de persecuciones y correrías por las calles o el subsuelo... En fin, lo que viene a ser dar bandazos sin orden ni concierto e improvisando para salir de cada berenjenal en que se mete. Tampoco voy a hacerme el sorprendido, es marca de la casa Farmer.
Lo único que me ha parecido bien orquestado son todas las trabas administrativas y burocráticas que supone que los representantes de los diferentes poderes estatales (ejecutivo, administrativo, judicial), se vean también confinados a vivir un solo día de la semana. A efectos prácticos, esto supone que se vive en siete mundos diferentes, uno por día, que apenas están interconectados por los únicos hechos comunes a todos ellos: los delincuentes quebrantadías. Pero vamos, que estamos ante una novela súper estúpida resultado de meter en un saco demasiadas ideas sin conexión ninguna, agitarlas y escribir según recuperamos trozos.
13 ago 2020
La persistencia de la visión - John Varley
- La persistencia de la visión (novela corta)
- En el cuenco (relato corto)
- Cantad, bailad (relato corto)
- Perdido en el banco de memoria (relato corto)
- En el salón de los reyes marcianos (novela corta)
- El fantasma de Kansas (relato corto)
La verdad es que la mezcla de estilos e influencias está presente en todos los cuentos y novelas cortas. Varley se destapa en este tomo como un autor tremendamente versátil, capaz tanto de incluir temáticas clásicas (colonización de planetas del Sistema Solar), como visiones propias de la New Wave (especialmente en lo tocante a otras formas de entender la sexualidad mucho más libres), y para finalizar elementos propios del Cyberpunk que se convertirían en tendencia pocos años después (seres humanos mejorados mediante la tecnología y con interfaces de conexión a ordenadores, etc.). Tampoco podía esperarme que la mitad de los títulos sean claramente dickianos: Varley nos hace cuestionarnos la realidad al poner en entredicho lo que percibimos por los sentidos. Es más, le gusta replicar la existencia humana en grandes sistemas computerizados a base de copiar todos los recuerdos de sus protagonistas, dando así un giro adicional a lo que es realidad y lo que es percepción. Ya sé que esto tampoco es ninuna novedad a estas alturas, pero su enfoque me ha sorprendido.
A pesar de que mezclar tantos elementos diferentes podría resultar en un engrudo difícil de tragar, el autor nortamericano lo hace con mucha maestría y elegancia. No voy a negar que en un par de relatos y para guiar la acción, se introducen subtramas que dispersan la atención, más que centrarla. Sin embargo en general las historias resultan insólitas y desde luego entretenidas. Un tomo que sin duda me ha dejado muy buen sabor de boca.
6 ago 2020
El mundo interior - Robert Silverberg
Lo cierto es que hasta el momento mi experiencia con Silverberg ha sido bastante dispar, con más fiascos (El hombre en el laberinto, A través de un billón de años), que éxitos (Muero por dentro). Sin duda la novela que me ocupa hoy viene a equibrar la balanza porque me ha parecido tremendamente original, adictiva y bien construida. La relajación de las costumbres sexuales, junto con el fomento de la sexualidad libre y consentida, constituyen un elemento que aporta bastante veracidad al marco de convivencia en el interior de las monurbs. Por lo menos yo no puedo imaginarme a 800.000 personas frustradas sexualmente y celosas viviendo bajo en el mismo techo. Además todas las experiencias que narran los diferentes personajes van eliminando muy hábilmente las capas de supuesta perfección para mostrarnos una forma de vida que tiene muchos fallos. Hay eso sí una cuestión de partida que me ha resultado difícil de aceptar. Se trata del fomento de la natalidad como mecanismo de adoración a dios. Será por los ejemplos contemporaneos de sociedades religiosas a que estoy acostumbrados, pero libertad sexual y religión teísta pro-natalista no casan muy bien en mi esquema mental. Y por desgracia el autor no da explicación alguna de cómo se ha llegado a ese punto. Excepto por este detalle y por un marcado machismo (a finales del S. XXIV las mujeres siguen en la cocina sintetizando comida y en la cama recibiendo amantes), yo diría que las ideas están muy bien orquestadas y la narración es muy entretenida. Absorbente desde la primera página hasta la última. Una novela que encaja a la perfección en la New Wave, donde algunas de las preocupaciones habituales de este subgénero (superpoblación, ecología, sexualidad, etc.), se ficcionan con un enfoque muy novedoso. Y yo, que siempre me estoy quejando de que ya está todo muy visto en la ciencia-ficción, es algo que tengo que reconocer y agradecer.
2 ago 2020
La fantástica luz - Alfred Bester
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