En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, voy a optar por un formato de reseña totalmente diferente a lo que tengo por costumbre. La necesidad de dividirla en partes y titularlas se me fue haciendo cada vez más evidente a medida que avanzaba en la lectura, pero ya desde el primer párrafo de la primera página algo fuera de lo corriente fue generando esta necesidad. El resultado lo tenéis a continuación.
I. La tramaNefando fue un videojuego
on-line cargado en la
deep-web que durante su breve periodo de existencia alcanzó una fama mítica en círculos especializados debido a sus particularidades. Una de ellas, quizás no la más interesante para los aficionados aunque sí para la Ley, es que incluía varios videos con abusos sexuales a menores. A lo largo de esta obra conoceremos a seis jóvenes que comparten piso en Barcelona. Se trata de los hermanos
Irene, Emilio y Cecilia Terán, quienes idearon el proyecto del videojuego;
el Cuco Martínez, quien lo desarrolló y publicó en la
dark-net; y por último
Iván Herrera y
Kiki Ortega, ambos universitarios de posgrado cursando estudios relacionados con la Literatura. A través de entrevistas, reflexiones, recuerdos y textos escritos por algunos de ellos se tratará de explicar el porqué de un entretenimiento digital tan despreciable.
II. La premoniciónComo decía un poco más arriba, nada más empezar el libro una frase me reveló que no estaba ante una obra cualquiera. En concreto se trata de la segunda frase que aparece, que dice:
'Escribir era renombrar el espacio circundante para describirlo como si fuera otra cosa.'
El rechazo que semejante pedantería me provocó fue tal, que tuve que controlarme para no dejar de leer ahí mismo. Sin embargo hice un esfuerzo por continuar, a pesar del malestar que se manifestaba en mis tripas en forma de rabia por prever que me iban a tomar el pelo. Ayudó que son apenas 200 páginas y que queramos que no, todavía no estoy preparado para abandonar con solo haber leído dos frases. Insisto en el
todavía.
III. La obra.No sé si os habéis fijado pero hasta el momento no me he referido a este libro como novela, sino como obra. ¿Qué es entonces
Nefando? En mi opinión no es más que un instrumento para que
Mónica Ojeda ejercite y exhiba todas las habilidades adquiridas en sus estudios universitarios, másters de escritura creativa, doctorados en filología o lo que sea. De ahí que sea multivocal, multiformato, metaliterario, intertextual, autoreferencial y seguramente muchas cosas más que se me escapan porque yo no soy ningún experto en teoría literaria. El resultado es lo de menos. La cohesión una restricción de mentes cuadriculadas. De hecho, el libro se termina y en realidad no importa ni el videojuego, ni los seis protagonistas, ni sus vidas, ni nada de nada. A la autora ecuatoriana solo le importa dejarnos bien claro que es extraordinariamente culta, que ha leído miles de autores interesantísimos, que domina la técnica para dotar a los personajes de voces diferentes, que maneja como nadie todo tipo de formatos narrativos, y en especial que no se amedrenta ante ningún tema por escabroso que sea. De hecho cuanto más escabroso mejor. ¿Que las piezas no encajan y no forman un todo? ¡Eso son plamplinas decimonónicas! El único propósito es levantar ampollas entre los bienpensantes a base de trabajar con temas como los abusos sexuales a menores en la familia, la pornografía, las psicopatías, el maltrato animal, la automutilación, la violencia, el racismo, etc. etc.
IV. La autenticidad.La falta de verosimilitud de todos los narradores es tan exagerada que prácticamente nada de lo que se cuenta resulta creíble. No por imposible, ojo, sino por impostado y afectado. La única excepción son las partes en que toma la palabra el personaje del
Cuco Martínez. Pero ni siquiera lo logra en todas ellas. Las de
Iván Herrera son innecesarias, así sin más. Sin conexión con la
teórica línea argumental principal; parecen que solo se incluyen con el ánimo de incomodar todavía más. En general todos ellos hablan usando unas expresiones tan faltas de naturalidad y tan presuntuosas, tan carentes de espontaneidad y con tales ínfulas de erudición que provocan vergüenza ajena y bochorno. Que siendo universitarios y forzando la máquina, en un momento dado podría entenderse (nunca hasta este punto en realidad; digamos que sí sólo para poder contrastar con la idea que viene a continuación), pero es que incluso en dos ocasiones en que los narradores enfocan a un adolescente de 17 años y a una niña de 8, emplean ese lenguaje deleznable. Ya me explicaréis a mí como una niña de 8 años puede hacer estas reflexiones:
'Estaba segura de que cuando fuera mayor podría decir todo lo que percibía, nombrarlo con las palabras adecuadas, hacer una verdad convincente, darle cierto sentido al caos. Quería crecer y que su cerebro floreciera en el ruido. Quería saber por qué se sentía despojada de su identidad cada vez que se quedaba sola con el padre. Había llegado a la conclusión de que los adultos no se sentían confundidos por lo real; todos respiraban por la boca para formar un sólido nido de conceptos articulables con los que moldeaban lo que veían, lo que escuchaban y lo que decían. '
Pues así todo el tiempo. En mi opinión que algo tan ridículo se haya publicado es muy preocupante. Por no hablar de todas las maravillas que se han comentado en los medios y blogs de reseñas. Aunque por otro lado, salvo excepciones, eso suele lo habitual independientemente del libro que se trate.
V. ¿Novela millenial?Todo apunta a que
la propia estructura de Internet y la World Wide Web están cambiando la forma de pensar del ser humano. Es muy probable que este libro guste a millenials y otras generaciones posteriores precisamente porque cada capítulo es totalmente diferente al anterior tanto en la forma como el fondo. Todo embutido en no demasiadas páginas, que no se puede aburrir al personal porque de hacerlo no tendrás suficientes visitas. Muchos temas, muchos enfoques, mucha variedad, mucha polémica. Ya sea porque físicamente se localizan en Barcelona o México DF, en un pasado lejano o próximo, en el presente o en un universo literario sin tiempo, esta narración es un ir y venir sin parar, sin descanso. De alguna manera me ha recordado a una página web llena de hiperlinks, publicidad contextual y botones de
like. Además, maneja con mucho desparpajo realidades con que este público objetivo podrá identificarse fácilmente: las becas de posgrado en otros países, los entornos multiculturales (personajes ecuatorianos, mexicanos y españoles), los videojuegos como componente habitual del ocio, cuestionamiento de la industria cultural por sus críticas a la piratería, etc.
y VI. Corolario.En realidad yo quería leer
Madíbula, de esta misma autora. La recomendaban recientemente en
C, el hijo de Cyberdark, incluso por encima del último título de
Ojeda que ha llegado al mercado, la colección de cuentos
Las voladoras. Pero como no estaba disponible en la biblioteca pública que frecuento me hice con este título. Hace dos años me pasó exactamente lo mismo con
El matrimonio de los peces rojos, de
Guadalupe Nettel, que leí porque no pude llevarme
El huésped. Estas situaciones me ponen en una disyuntiva: ¿hasta qué punto puede ser un libro recomendado desde medios y blogs esa supuesta maravilla que dicen, si leyendo otro título del mismo autor no ves nada, absolutamente nada que demuestre que sabe escribir? Está claro es que fracasos tan estrepitosos como esta lectura abonan el terreno para la desconfianza, y te vuelves indiferente a todas las alabanzas que se puedan verter sobre cualquier otra publicación de los escritores afectados. Sin ir más lejos, en ningún momento me he preocupado en comprobar si
'El huésped' ha vuelto a estar disponible para préstamo. Que nadie se extrañe entonces de que de pronto haya perdido el interés en
'Mandíbula'.