Más de medio año llevaba sin leer nada de
Louis-Ferdinand Céline, ocho meses en realidad, ¡ya tocaba, copón!... Así que me he tirado de cabeza a por la siguiente novela que publicó tras
Viaje al Fin de la Noche:
Muerte a Crédito, ¡y menudo novelón, la hostia!... De clara inspiración autobiográfica y centrada en sus años de niño y adolescente, ¡vaya vida más puta le tocó vivir en el París de principios del S.XX, joder! ¡Al borde de la pobreza! ¡Subsistiendo muy malamente en casa de sus padres! ¡Facturas y deudas a tutiplén!... Unos míseros macarrones para comer, ¡por lo menos hay para comer una vez al día, so desagradecido!.... Sus padres también jodidos de verdad, ¡vaya vida más perra, encima con
Ferdinad chupando del bote!...
Clémence, su madre, con una pierna casi inútil y aún así recorriendo los mercadillos de París cargada como una mula con las fulañas de su chamarilería, ¡venga a quejarse y a lamentarse!...
Auguste, un padre autoritario con un trabajo asqueroso en una aseguradora donde todos se burlan de él, ¡un frustrado de la vida!... Ayudando también en la tienda de su mujer o en lo primero que le sale, ¡venga partirse la espalda por unos míseros francos de nada!... Ambos le dan mucha caña al pobre
Ferdinand, que por otro lado, ¡menudo elemento está hecho! ¡Un pillastre! ¡Un sinvergüenza que a la más mínima se la pega a sus propios padres!... Mete mano en el monedero de la madre, ¡para gastarselo en birras!... El padre que le zumba de lo lindo para que aprenda, ¡pero no es cabezón ni nada, el hijo de su mala madre!... Y los curros que no le duran, ¡tiene mala suerte y mala fama bien ganada, todo hay que decirlo!... No es mal tío,
Ferdinand, ¡pero las cosas no le terminan de salirle bien nunca!... Y encima hay mucho hijoputa suelto en París, ¡que no hace más que metersela doblada al tontainas de
Ferdinand!... Al final las cosas se ponen chungas de verdad en su queli, ¡tanto que está a punto de finiquitar a
Auguste, imaginaos qué movidón!... Con ayuda de su tío
Edouard, hermano de su madre, empieza a currelar de asistente/secretario/chico para todo de
Courtial des Pereires, ¡aquí se juntan el hambre con las ganas de comer! ¡Tal para cual! ¡Dios los cría y ellos se juntan!... El tal
des Pereires es una mezcla de emprendedor, hombre de ciencia y timador, ¡no veas la de sablazos que pega a los suscriptores de la revista científica que edita,
Génitron!... Y los cuartos que saca a los incautos inventores que siguen su publicación, ¿para qué? ¡Para gastarselo en apuestas de caballos y en vicios varios!... Aunque todo hay que decirlo, alejado de las constantes monsergas y reproches de sus padres
Ferdinand empieza a ser feliz y se vuelve más honesto, ¡y es que
des Pereires está como una puta regadera, pero confían el uno en el otro y se complementan bien!... Las montan gordas de verdad, ¡los inventores están hasta las pelotas y se los quieren ventilar! ¡La policía detrás de ellos porque se acumulan las denuncias por fraude! ¡Roban a los paletos y se cachondean de ellos!... Pero a pesar de todo, consiguen siempre levantar cabeza y seguir dando guerra, ¡óle por ellos!... Tras múltiples aventuras y desventuras, ¡con unas desgracias y unas penurias que te entran unas ganas de llorar que no veas!, la historia se cierra con un
Ferdinand a quien no le llega la camisa al cuerpo por todas las calamidades que le ha tocado vivir, decidido a alistarse voluntario al ejército, ¡ay dios, la que le espera!
Un libro imprescindible, ¡ya te digo!... Bien es cierto que por momentos tanto trajín y tanta desgracia que no lleva a ningún lado puede llegar a cansar, ¡que tampoco es que haya mucho más mensaje que dejarnos claro una y otra vez la puta mierda que es la vida! ¡Pero por lo menos según te lo va contando te meas patas abajo de la risa! ¡La de líos en que se mete
Ferdinand! ¡La picaresca embrutecida y actualizada al S. XX! ¡Cómo abusa el prota de la confianza de sus padres! ¡Las movidas en que se mete por su mala cabeza! ¡La canallesca con quien se junta! ¡Qué despelote, qué despolle!... Ese lenguaje zafio, callejero y directo que tiene
Céline, ¡tócate el rabo! ¡No tiene pelos en la lengua el franchute, desde luego!... No se corta a la hora de usar vulgarismos o términos propios de macarrerío, delincuentes, puterío y chusma variopinta... Bueno más que no cortarse, ¡es que no usa otra cosa, el menda!... Y por supuesto esa fuerza incontrolable, esa rabia impetuosa y esa desesperación insoportable a la hora de describir toda la basura que le rodea, ¡si es que o lo grita o revienta por dentro, el muy cabrón!... En fin, ¡qué otra cosa voy a decir excepto que la recomiendo, sí o sí! ¡A leer a
Céline todo dios, hombre ya!... Y si no os he terminado de convencer, ¡echad un vistazo a
Antigua Vamurta o
Jot Down¡ ¡Anda que no sois difíciles, redios!