Todo hace pensar que Robert Neville es el único superviviente de una pandemia de origen desconocido que ha diezmado a la humanidad, convirtiéndola en vampiros sedientos de sangre. Parece pues, que las leyendas de terror sobre estos seres sobrenaturales tenían un origen infeccioso, un bacilo capaz de reducirse a una espora bajo situaciones muy adversas y así garantizar su supervivencia hasta dar con un entorno favorable. Aparte del protagonista, el mundo se divide en humanos infectados, que tarde o temprano morirán y regresarán de entre los muertos transformados en monstruos chupasangre, y obviamente los vampiros, que comparten (casi) todas las características conocidas de la literatura clásica de terror: son nocturnos, se alimentan de sangre humana, no soportan los ajos, los espejos o los crucifijos, mueren al exponerse al sol o al clavarle una estaca en el corazón, etc. Neville resulta inmune al contagio, pero ha visto como la enfermedad ha acabado con su mujer y su hija. Dedica las horas de luz a acabar con enfermos y vampiros; la noche, por el contrario, la tiene que pasar atrincherado en su casa, resistiendo los ataques de los engendros nocturnos.
Primer gran exitazo del año en mi universo literario particular. Y con un clásico de ciencia-ficción que data de 1954. Cualquiera diría que los hados de la ficción especulativa se han conjurado para dejarme en el más espantoso de los ridículos por haber echado pestes del género hace un mes en el post resumen de lo mejor y lo peor del año pasado. Desde aquí pido mis más humildes disculpas y hago propósito de enmienda. Prometo pensarmelo al menos 20 veces antes de volver a dar opiniones tan lamentables y faltas de fundamento. Soy Leyenda es una una novela maravillosa, cruel, emotiva, terrible, angustiosa, deprimente. No recuerdo ninguna otra novela scifi post-apocalíptica con una carga de fatalidad tan ajustada a mis gustos. Y eso a pesar de la más que cuestionable traducción de la edición de Minotauro que he leído, espero que se hayan molestado en mejorar para la reciente edición conmemorativa del 60 aniversario. Narrada en primera persona por el protagonista, Richard Matheson consigue desde la primera página transmitir la espantosa soledad a que se enfrenta Neville día tras día. Su obsesión por descubrir el origen de la enfermedad y encontrar una cura le lleva a estudiar diferentes disciplinas (biología, medicina, etc.). Pero esto no es más que una estrategia para enfrentarse a la desesperación y la locura provocadas por su total aislamiento y la monotonía de su existencia. Con la intención de protegerse psicológicamente en un entorno tan hostil, el protagonista reprime voluntariamente cualquier esperanza de encontrar a alguien más en su misma situación, de volver a experimentar el contacto humano. En un episodio se topa con un perro muy maltrecho pero aparentemente sano, pues estos animales también son víctimas de la enfermedad. El proceso de ganarse su confianza es tan emotivo, brutal y desgarrador, que ya solo por esto, la narración entera queda justificada. Pero no nos engañemos, habrá toneladas más de dolor. El menor resquicio de ilusión a que Neville pueda ceder será transformado en sufrimiento sin contemplación alguna, y todo ello gracias a la despidadada pero certera pluma del autor, que disecciona los sentimentos humanos con una habilidad pasmosa.
Otro punto a destacar es la manera simple y efectiva en que Matheson pone de manifiesto que normalidad y anormalidad son conceptos relativos, definidos por factores e intereses impuestos por los grupos mayoritarios. Precisamente el título del libro resume esta idea, en un momento sublime de toma de conciencia de la singularidad del protagonista en un planeta en el que él, probablemente el único no-infectado que sigue en pie, es el raro, el monstruo que amenaza al resto de habitantes. No puedo pensar más que en una palabra para definir esta novela: impresionante. Tengo que reconocer que algunos de los flashbacks en los cuales Neville nos relata su historia personal (la pérdida de su familia, el reencuentro con su mujer tras la vuelta de la tumba, la historia de quien fue su vecino y ahora es su enemigo vampiro personal), son algo confusos. Visto el nivel del contenido, prefiero pensar que es un problema de esta edición en particular, que como ya he adelantado deja mucho que desear. A pesar de este pequeño matiz, se trata de una extraordinaria píldora envenenada en forma de relato que precisamente por el horror tan veraz que cosigue transmitir, deja un excelente regusto. Tenéis más reseñas en Fabulantes y Gigamesh.
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