Dada mi inclinación a la ciencia ficción y visto que encabeza alguna que otra lista de lo mejor del género, El Juego de Ender era una lectura ya casi obligada, más aún si tenemos en cuenta que casi todos mis habituales lo recomendaban con mayor o menor entusiasmo (ver Kozmic Books, Libros y Literatura o Rescepto indablog). No voy a decir que no me ha gustado, al contrario, me ha parecido una lectura muy adictiva y entretenida. La historia del pequeño Andrew Ender Wiggin, su entrenamiento militar y su posterior enfrentamiento a los Insectores, raza alienígena que ya ha batallado con la humanidad en un par de grandes guerras, tiene muchos puntos interesantes que merece la pena comentar. También hay algunos más flojos, pero todo a su debido tiempo.
En primer lugar me ha capturado el tono despiadado de la novela. Los niños seleccionados para las escuelas de formación militar son pequeñajos de tan sólo seis o siete años a quienes se somete a todo tipo de brutalidades en aras de la supervivencia de la humanidad. Naturalmente el ensañamiento es especialmente cruel con Ender. La dirección de la Escuela de Batalla manipula hábilmente al protagonista, forzándole al aislamiento social y afectivo. Para ver si es capaz de superar cualquier situación adversa, le hacen quedar como detestable y repulsivo ante el resto de sus compañeros y así provocar abusos y enfrentamientos. Todo está permitido con tal de descubrir si estamos ante el gran líder y estratega que la Tierra necesita. Resulta difícil no ponerse en la piel del pobre Ender y sufrir con él todas esas penurias. Aunque sospecha que todo es una gran maquinación de los líderes militares para ponerle a prueba, eso no evita que lo pase realmente mal. Para hacer las cosas aún más complicadas al lector, Ender es el único personaje de la trama capaz de empatizar con la raza Insectora. Sabe ponerse en su lugar, intenta entender sus motivaciones y trata de comprender sus necesidades sin importar que hayan sido ellos quienes atacaron primero. Pese a que se dibuja un personaje con el cual nos vamos a identificar casi sin remedio, el principal fallo del mismo es que resulta difícilmente creíble como niño. Por muy superdotado que sea, un niño es un niño, y hay momentos en que su forma de pensar y actuar parecen las de alguien de cuarenta y tantos. Me temo que a nivel psicológico y de comportamiento Ender representa a un niño completamente inverosímil.
Mucho más creíbles resultan sus hermanos, Peter y Valentine. Tan sólo algunos años mayores, ambos son extremadamente inteligentes y también superdotados, de hecho los dos pasaron el proceso de selección para entrar en la Escuela de Batalla pero fueron descartados por diferentes motivos: Peter, el primogénito, por sus rasgos psicopáticos, y Valentine, el ojito derecho de Ender, por ser excesivamente protectora, comprensiva y dulce. A medida que la trama se desarrolla, Peter y Valentine, protagonizan una original subtrama muy de Guerra Fría. Los dos hermanos adoptan sendas identidades virtuales en las "redes de ciudadanos" para polarizar a la población a base de artículos y columnas de opinión. Con ello quieren demostrar a los habitantes de todo el mundo que están siendo engañados por los dos grandes bloques militares en el poder, poniendo de manifiesto el peligro real de que se desencadene una guerra en la Tierra si se logra derrotar a los Insectores, y de camino, obtener una cuota de poder. A pesar del historial destructivo de Peter, éste logra convencer a Valentine de sus buenas intenciones y consigue su colaboración. Aquí hay que reconocerle el mérito a Orson Scott Card, pues a pesar de que la novela data de 1985, pudo ver que las redes de comunicaciones jugarían un papel crucial como herramienta de desarrollo y opinión. Si a esto unimos el uso innovador de la realidad virtual a lo largo de la narración, el autor ha resultado ser todo un visionario a nivel tecnológico.
No me voy a extender más, El Juego de Ender es uno de los grandes y pocos best-sellers que ha dado el género. Yo no me atrevería a etiquetarlo como lo mejor que ha parido la ciencia ficción, pero reconozco que a pesar de las expectativas que me había creado, el libro ha aguantado muy bien el tipo y no me ha decepcionado en absoluto.
Además de los blogs que he citado al principio, tenéis otras opiniones menos benevolentes en Comentarios de Novelas y las reseñas del Sitio de Ciencia-ficción. En éste último hay un link a Imperio Futura, donde se hace un curioso análisis de la novela estableciendo un paralelismo con la grecia clásica.
Raíces de ginseng, de Craig Thompson
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