Las ciudades de todo el mundo han sido reducidas a cenizas y unas plantas alienígenas han conquistado la Tierra. Estas plantas, capaces de superar los ciento ochenta metros de altura, se han adueñado del suelo de todo el mundo y están acabando con las reservas de los Grandes Lagos. En la zona norte de Minnesota, Anderson, un viejo granjero armado con una Biblia en una mano y una pistola en la otra, dirige a la población de una pequeña aldea en una desesperada batalla diaria por continuar su precaria existencia. Entonces entra en escena Jeremiah Orville, un extranjero errante cegado por una peculiar y secreta sed de venganza, convirtiendo la lucha por sobrevivir en una tarea sobrecogedora.Se trata pues de una obra de ciencia-ficción post-apocalíptica, en donde el cataclismo lo provoca una invasión alienígena algo particular y carente de enfrentamiento directo con los extraterrestres. Lo cierto es que éstos no llegan a tener verdadero protagonismo, pues la ocupación del planeta no es más que una simple operación de expansión de cultivos. Para ellos, todas las especies de la Tierra que ponen en peligro las cosechas son plagas a exterminar. Y el ser humano se considera una amenaza como otra cualquiera, al mismo nivel que el cornezuelo, la tiña o las langostas estarían para el agricultor terrestre. El relato de Disch se centra en las toneladas de mierda que salen del hombre cuando las cosas se ponen difíciles. Y creedme, los supervivientes tienen que hacer frente a condiciones muy duras en un entorno que se ha convertido en increíblemente hostil. Así que hay basura y mierda para dar y tomar. Basura religiosa, mierda psicológica y conductas despreciables que reducen a cero el concepto de dignidad, pero que en circunstancias tan extremas se interiorizan como necesarias haciendo uso de esa capacidad infinita que tiene el homo sapiens para el autoengaño. Todo es válido en nombre de la supervivencia del clan en que se centra la trama. Y todo ello en una novela de 1965, cuarenta y un años antes de la archiconocida "La Carretera" de Cormac McCarthy. Sin ánimo de desmerecer a ésta última, me parece terriblemente injusto para Disch, porque Los Genocidas es, en mi humilde opinión, una obra maestra. Así de simple.
Tenéis un par de reseñas muy interesantes y con más pistas que la mía en Imperio Futura y Literatura Prospectiva.