Londres a finales de la década de 1950. Un grupo de ancianos de posición acomodada y que se conocen desde hace más de cincuenta años, empiezan a recibir una serie de llamadas inquietantes. Una voz anónima al teléfono les hace una sencilla petición: «Recuerda que debes morir». Para cada uno de ellos la voz es diferente (joven, vieja, madura, hombre, mujer) y la policía es incapaz de localizar las llamadas y detener al grupo de bromistas.En realidad si seguís el link del título veréis que en esta ocasión no lo he copiado entero. ¿Y eso por qué, os preguntaréis? Muy fácil: el resto de comentarios que incluye la ficha son una interpretación del argumento con que no estoy de acuerdo. Por lo que sigue diciendo la página web de Plataforma Editorial, uno podría pensar que las llamadas telefónicas son detonantes de toda una serie de escándalos largamente silenciados en la vida de estos ancianos. Y no es así, bueno, al menos no en gran parte de los casos expuestos. De hecho, el libro acaba y la cuestión sobre las llamadas queda sin resolver. Comprobamos entonces que se trata símplemente de un factor imprevisto que irrumpe en la vida de este numeroso grupo de septuagenarios y octogenarios. Es verdad que un personaje femenino en particular sufre unas dramáticas consecuencias cuyo origen está en las constantes llamadas que recibe, pero hay muchas subtramas de la acción que se nos presentan ya en marcha y que se han ido generando por motivos de lo más diverso. Decesos, testamentos, voyeurismo o símplemente una vida entera de convivencia provocan rencillas, chantajes, delaciones o burlas.
Como ya ocurriera en Los solteros, Muriel Spark nos desborda con una cantidad ingente de personajes a los que cuesta habituarse: Lettie Colston, hermana de Godfrey Colston, quien está casado con Charmian Piper, escritora retirada que logró el reconocimiento 50 años atrás por una serie de novelas que recogían maravillosamente el espíritu del momento. Eric, hijo cincuentón de esta pareja, sin oficio ni beneficio, mantiene una relación muy distante con sus padres. La señora Anthony, cocinera de los Colston. Jean Taylor, antigua dama de compañía de Charmian, hoy día en una residencia pública de ancianos, donde comparte pabellón con un montón de abuelas: Emmeline Roberts, Jessie Barnacle, Madame Trotsky, la señora Fanny Green, la señorita Dorcen Valvona, etc. Lisa Brooke, recién fallecida y amiga de los Colston (de hecho fue amante de Godfrey); Percy Mannering, poeta quien recibía mecenazgo de la difunta, gran protectora de las Artes; la señora Pettigrew, vieja gobernanta de Lisa; Janet y Ronald Sidebottome, hemanos de la muerta; Tempest, consorte de Rondald; Guy Leet, crítico literario, casado en secreto con Lisa y antiguo amante de Charmian; podría seguir así un buen rato, pero yo creo que para hacernos una idea ya va bien. El complicado entramado de intereses que se crea entre unos y otros llega a cansar, y en global, la novela me ha resultado regular tirando a mala.
No obstante, hay algunos aspectos destacables que yo creo, compensan de sobra la lectura. En primer lugar la autora hace unas descripciones asombrosamente veraces de los ancianos, tanto a nivel físico como psicológico. Los achaques, la decrepitud, el declive intelectual o la manera de entender la vida o enfrentarse a los problemas después de más de 70 años en este mundo (¡los casos más jóvenes!) me han parecido espectaculares. También hay mucho humor en negro en los detalles, pero al proceder de los propios ancianos, se añade una incuestionable componente entrañable al mismo. Esta habilidad de la escritora británica para dar credibilidad a sus personajes ya la pude comprobar en Las señoritas de escasos medios, aunque en aquel caso se trataba de chicas jóvenes que transmitían toda la ilusión del mundo por vivir la vida, todo lo contrario que en la obra que nos ocupa hoy.
Por resumir, aunque no he conectado con la historia, reconozco sin ambages la estupenda labor de Muriel Spark al concebir y describir los personajes. Aunque no termino de encontrarle la tan cacareada genialidad a esta autora, al menos de momento no he descartado seguir leyendo su libros. Más reseñas en Un libro al día, Lector consentido y Solo de libros. Esta última es sin duda con la que más coincido.