Aun a costa de resultar pesado y repetitivo, voy a tener que volver a señalar que hay pocos autores que se manejen tan bien en el formato breve como Alice Munro. Que ya lo dice toda la crítica y todo aquel que haya tenido la suerte de leer su obra, pero es que no siempre se puede ser original si que quiere ser honesto. El progreso del amor recoge once relatos cortos que reinciden en sus temas habituales, que se amoldan a la perfección entre mis preferidos: las relaciones interpersonales con sus glorias y sus miserias. En especial con sus miserias. En lo familiar retrata a la perfección las dinámicas que se crean entre padres e hijos, o bien entre hermanos. En las relaciones sentimentales ya sean parejas formales, amantes ocasionales o fijos, o ex-parejas, la paleta de sentimientos que maneja abarca la pasión, la admiración, el rechazo, la indiferencia, la monotía, el aburrimiento, y mil emociones más que para mi disfrute personal, suelen situarse en las zonas menos complacientes del espectro. Porque si hay algo que queda claro tras leer cualquiera de sus cuentos, es que a la premio Nobel de 2013 no le tiembla la mano a la hora de mostrar las contradicciones que suponen las relaciones humanas. Cómo a un breve e intenso peridodo emocionante sigue un tedio al que nos terminamos resignando pero que parece no acabar nunca. Al lector no le resultará nada complicado verse reconocido en cualquier de las tramas, por más que transcurran en Canadá o en diferentes épocas.
Precisamente el tiempo es uno de los elementos que esta autora maneja con mayor habilidad. Sus relatos cortos son capaces de condensar en pocas páginas una saga familiar que incluye tres generaciones. No resulta nada forzado encontrarse con que la acción se reparte entre los abuelos, sus dos hijas, un sobrino y una sobrina nieta. La trama tiene una globalidad temporal asombrosa a pesar de que no siempre sea lineal. En el curso de la narración abundan los flashbacks (que momentos después son en realidad flashforwards) que le permiten cambiar de personaje y época. Para introducirlos suele emplear algún suceso ya mencionado que le sirve de nexo y que por tanto, facilita la transición al lector, que asimila el salto con total naturalidad. Con esta técnica no solo consigue generar esa complicidad mágica que a veces se establece entre autor y lector, sino que además despierta una admiración inequívoca al reconocerla. No tengo queja de ninguno de los libros de Munro que he leído hasta ahora, pero es que este me ha dejado asombrado por su gran calidad.
27 feb 2020
23 feb 2020
La oscuridad visible - William Golding
La oscuridad visible es uno de esos libros que he empezado a leer sin tener ni la más remota idea de qué trataba y he de admitir que me ha sorprendido bastante gratamente. Se trata de una novela de personajes típicamente británicos cuya acción comienza durante los bombardeos de Londres en la II Guerra Mundial y termina a finales de los 1970s. William Golding compone una historia que se divide principalmente entre Matty y Sophy. El primero es un niño huérfano víctima de los ataques nazis a la capital del Reino Unido, a resulta de los cuales queda desfigurado por las quemaduras sufridas. La segunda es una joven que al haber creecido en una familia más bien disfuncional desarrolla un carácter de rasgos psicopáticos. Hay un tercer personaje que influye mucho en la acción aunque no tiene demasiado peso en la trama: se trata del señor Pedigree, un pederasta que durante un breve tiempo será profesor de Matty. De esta mezcla sale una novela que no está mal del todo. Hay elementos de novela negra, ya sea con pequeños delitos o con terroristas internacionales, personajes muy populares en la literatura más comercial de los 1970s; hay también una componente importante de género fantástico, con incursiones en lo sobrenatural desde una perspectiva que a falta de otra definición mejor, a mí me gusta denominar terror bíblico; y por último, unos aspectos sociales de crítica a la discriminación y la hipocresía, en tanto en cuanto se exponen las miseras del ser humano a la hora de tratar al diferente.
Las dos líneas argumentales confluyen moderadamente bien, aunque en mi opinión la historia de Matty se extiende mucho más allá de lo necesario y muy poco de lo relatado sobre su personaje aporta cuestiones de relevancia en la trama. Los aspectos de terror/fantástico son claramente los ganadores para mi gusto (siempre me ha resultado muy atractivo el conflicto que provocan las apariciones de seres espirituales al imponer designios divinos). Y en cuanto a Sophy, su personalidad está muy, muy bien descrita y a medida que la vamos conociendo somos conscientes de sus graves problemas psicológicos. Por supuesto a nivel narrativo su falta de empatía y de cortapisas morales da muchísimo juego. Todo esto se mete en la coctelera con un buena cantidad de relato criminal y el resultado es entretenido e inquietante a partes iguales. No es que tenga la profundidad de La pirámide, sin duda mi favorita de este Nobel británco, pero por suerte está muy por encima de esa pérdida de tiempo que es 'Trilogía del mar' (ver Ritos de paso, Cuerpo a cuerpo y Fuego en las entrañas).
Las dos líneas argumentales confluyen moderadamente bien, aunque en mi opinión la historia de Matty se extiende mucho más allá de lo necesario y muy poco de lo relatado sobre su personaje aporta cuestiones de relevancia en la trama. Los aspectos de terror/fantástico son claramente los ganadores para mi gusto (siempre me ha resultado muy atractivo el conflicto que provocan las apariciones de seres espirituales al imponer designios divinos). Y en cuanto a Sophy, su personalidad está muy, muy bien descrita y a medida que la vamos conociendo somos conscientes de sus graves problemas psicológicos. Por supuesto a nivel narrativo su falta de empatía y de cortapisas morales da muchísimo juego. Todo esto se mete en la coctelera con un buena cantidad de relato criminal y el resultado es entretenido e inquietante a partes iguales. No es que tenga la profundidad de La pirámide, sin duda mi favorita de este Nobel británco, pero por suerte está muy por encima de esa pérdida de tiempo que es 'Trilogía del mar' (ver Ritos de paso, Cuerpo a cuerpo y Fuego en las entrañas).
19 feb 2020
El mundo que Jones creó - Philip K. Dick
Otra novela de Philip K. Dick a la buchaca. La verdad es que ya no se me ocurre nada nuevo que decir sobre este autor. Bueno no creo que haya dicho nada nuevo sobre su obra en años. El mundo que Jones creó es más de lo mismo. Trama 100% dickiana que incluye sus elementos habituales: una sociedad en la postguerra de un enfrentamiento mundial con armas atómicas, mutantes resultado de la radioactividad, individuos con capacidades precognitivas, exploración del espacio y colonización del sistema solar, alienígenas de fondo, etc. etc. Un conjunto de ideas tan enorme que habría dado para desarrollar un libro comparable a los decimonónicos en cuanto a extensión, y que como no podía ser de otra forma, el autor estadounidense desarrolla en poco más que una novela corta.
Como novedad en cuanto a las ideas que maneja, me ha sorprendido el claro mensaje de amenaza que suponen los totalitarismos populistas (representados por el precog Jones del título), enfrentados a la sociedad inclusiva e igualitaria que existía antes de su ascenso al poder. De todas formas el control del Estado sobre el individuo existe en ambas. En la supuesta sociedad progresista se materializan en forma de leyes imprecisas que pretenden garantizar la no discriminación de nadie, junto con un cuerpo de policía dedicado exclusivamente a la verificación de su cumplimiento. Típica expresión del pensamiento paranoico del autor, presente en cualquiera de sus títulos y que se ha desmostrado no andar muy lejos de la realidad actual. Trabaja también con la marginación que el ser humano impone al diferente (ya sean mutantes o extraterrestres), se plantea la inevitabildad del destino y la imposibilidad de cambiarlo por más que conozcamos el futuro, expone que las instituciones manipulan y engañan al individuo, etc. Ya sabéis que soy muy fan de este escritor y que leeré cualquier cosa que haya escrito, pero a mí personalmente ésta no me ha parecido que destaque dentro de su producción.
Como novedad en cuanto a las ideas que maneja, me ha sorprendido el claro mensaje de amenaza que suponen los totalitarismos populistas (representados por el precog Jones del título), enfrentados a la sociedad inclusiva e igualitaria que existía antes de su ascenso al poder. De todas formas el control del Estado sobre el individuo existe en ambas. En la supuesta sociedad progresista se materializan en forma de leyes imprecisas que pretenden garantizar la no discriminación de nadie, junto con un cuerpo de policía dedicado exclusivamente a la verificación de su cumplimiento. Típica expresión del pensamiento paranoico del autor, presente en cualquiera de sus títulos y que se ha desmostrado no andar muy lejos de la realidad actual. Trabaja también con la marginación que el ser humano impone al diferente (ya sean mutantes o extraterrestres), se plantea la inevitabildad del destino y la imposibilidad de cambiarlo por más que conozcamos el futuro, expone que las instituciones manipulan y engañan al individuo, etc. Ya sabéis que soy muy fan de este escritor y que leeré cualquier cosa que haya escrito, pero a mí personalmente ésta no me ha parecido que destaque dentro de su producción.
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15 feb 2020
Al faro - Virginia Woolf
No es que esté en contra de los temas que se tratan en Al faro. De hecho encajan a la perfección en mis gustos. Conflictos familiares. Cómo se puede torcer la vida de los vástagos por los errores cometidos en su educación. Por la frialdad o exceso de autoridad de uno de los progenitores. La eterna confrontación padres-hijos. La hipocresía del matrimonio. De las relaciones humanas, si queremos ir un poco más allá. Muy bien también por Virginia Woolf por mostrarnos sin ambages ni medias tintas que una mujer puede ser feliz y tener una vida completa sin necesidad de casarse con un hombre. ¡Bravo por ella!
De lo que estoy en contra es del estilo, de las yuxtaposiciones, explicativas, interminables, separadas por comas, símiles, con transfondo lírico, que no aportan nada, a la historia que se narra; la cosa no acaba aquí, porque después de una yuxtaposición de seis, de siete, de ocho elementos, o de más, que te obligan a detenerte, una y otra vez, para intentar tomar conciencia de qué se está hablando en realidad, hay un punto y coma, y de nuevo, más enumeraciones, de elementos, sin apenas verbos conjugados, con una intención poética, repletas de sensaciones, de emociones, con imágenes intensas, que por supuesto, se separan por comas.
De lo que estoy también en contra es del cambio de narrador, cada tres o cuatro frases, me obliga a alterar el contexto a cada poco, adaptarme al punto de vista de quien habla, sin descanso, nuevas perspectivas, sin parar, diferentes enfoques, según nos hable la madre, un poco después el padre, la invitada solterona, el hijo pequeño, la hija mayor, el invitado pobre y cascarrabias, el ama de llaves, los jóvenes casamenteros, también alojados en la casa de verano, sin aviso previo, en la mayor parte de los casos, poco más que una referencia al siguiente narrador, con algo de suerte.
Todo el rato así, el libro se me ha hecho interminable, insoportable. Y por momentos con tantas flores, campo, mar, playa, excursiones, pájaros, insectos, libros y comidas, ninguno de los cuales vienen a colación de nada, yo no sabía dónde estaba, quién hablaba, qué nos intentaba decir. Lo mismo que en La Señora Dalloway. Que no es que no tenga mérito o no sea válido, más bien me resulta muy pesado, nada atractivo, a mí no me gusta, no aguanto este tipo de prosa; con este libro de hoy he tenido más que suficiente, me despido de la obra de Virgina Woolf. No pudo ser, Mrs. Woolf, adiós.
De lo que estoy en contra es del estilo, de las yuxtaposiciones, explicativas, interminables, separadas por comas, símiles, con transfondo lírico, que no aportan nada, a la historia que se narra; la cosa no acaba aquí, porque después de una yuxtaposición de seis, de siete, de ocho elementos, o de más, que te obligan a detenerte, una y otra vez, para intentar tomar conciencia de qué se está hablando en realidad, hay un punto y coma, y de nuevo, más enumeraciones, de elementos, sin apenas verbos conjugados, con una intención poética, repletas de sensaciones, de emociones, con imágenes intensas, que por supuesto, se separan por comas.
De lo que estoy también en contra es del cambio de narrador, cada tres o cuatro frases, me obliga a alterar el contexto a cada poco, adaptarme al punto de vista de quien habla, sin descanso, nuevas perspectivas, sin parar, diferentes enfoques, según nos hable la madre, un poco después el padre, la invitada solterona, el hijo pequeño, la hija mayor, el invitado pobre y cascarrabias, el ama de llaves, los jóvenes casamenteros, también alojados en la casa de verano, sin aviso previo, en la mayor parte de los casos, poco más que una referencia al siguiente narrador, con algo de suerte.
Todo el rato así, el libro se me ha hecho interminable, insoportable. Y por momentos con tantas flores, campo, mar, playa, excursiones, pájaros, insectos, libros y comidas, ninguno de los cuales vienen a colación de nada, yo no sabía dónde estaba, quién hablaba, qué nos intentaba decir. Lo mismo que en La Señora Dalloway. Que no es que no tenga mérito o no sea válido, más bien me resulta muy pesado, nada atractivo, a mí no me gusta, no aguanto este tipo de prosa; con este libro de hoy he tenido más que suficiente, me despido de la obra de Virgina Woolf. No pudo ser, Mrs. Woolf, adiós.
11 feb 2020
El Tercer Reich - Roberto Bolaño
Para no andarme por las ramas voy a empezar diciendo que El Tercer Reich me ha parecido una novela bastante floja. Escrita a modo de diario, el protagonista es Udo Berger, un veinteañero campeón de Alemania del juego de rol bélico que titula el libro. A través de las notas que vuelca en su cuaderno durante unas vacaciones en la Costa Brava, nos acercaremos a su obesión por dicho juego, a la relación con su novia y a una serie de personajes que irán conociendo durante esos días en la playa. En realidad todo el relato es bastante intrascendente y no termina de despegar. No hay un conflicto que sustente la acción y en definitiva asistimos poco más que los devaneos del protagonista y sus acompañantes por la costa gerundense. Todo el rato un ir y venir de los entornos turísticos a las zonas del pueblo que quedan al margen de hoteles, playa y discotecas de verano.
De todas formas, Roberto Bolaño escribe de maravilla. A pesar de que la trama está a años luz de la brillantez de Los detectives salvajes o Estrella distante, las páginas caen con una rapidez asombrosa. Y algo que me ha sorprendido muy positivamente es el innegable aire lynchiano de toda la narración. Para empezar hay muchos personajes que encajarían a la perfección en el perturbador universo del director estadounidense. Luego tenemos la fijación insana de Udo por ese war game tan filonazi (temática ésta que es constante en su obra), que constituye su único interés incluso durante las vacaciones. También forman parte del texto varios sueños, extraños e inquietantes, reveladores a veces. Y para terminar la amenaza de una violencia que no acaba de manifestarse por un lado, y por otro la atracción sexual insatisfecha del protagonista por Frau Else, la directora del hotel donde se alojan. A medida que leía se generaban en mi cabeza las típicas imágenes asfixiantes y surrealistas de David Lynch, lo cual resulta gratificante si eres fan de sus películas. Pero por desgracia a la historia le falta empaque, no tiene para nada la fuerza a que este autor me tenía acostumbrado. Pero todo tiene una explicación: aunque escrita en 1989, fue la segunda que se publicó tras el fallecimiento del escritor. En fin, ¿para qué insistir en el tema de las obras inéditas publicadas póstumamente? No es que me haya aburrido leyéndola, pero al final me ha quedado una clara sensación de insatisfacción. Por supuesto en la blogosfera y medios digitales se leen maravillas de este título, aunque no en todos. En Revista de Libros le han hecho una crítica bastante atinada, por lo menos así lo veo yo.
De todas formas, Roberto Bolaño escribe de maravilla. A pesar de que la trama está a años luz de la brillantez de Los detectives salvajes o Estrella distante, las páginas caen con una rapidez asombrosa. Y algo que me ha sorprendido muy positivamente es el innegable aire lynchiano de toda la narración. Para empezar hay muchos personajes que encajarían a la perfección en el perturbador universo del director estadounidense. Luego tenemos la fijación insana de Udo por ese war game tan filonazi (temática ésta que es constante en su obra), que constituye su único interés incluso durante las vacaciones. También forman parte del texto varios sueños, extraños e inquietantes, reveladores a veces. Y para terminar la amenaza de una violencia que no acaba de manifestarse por un lado, y por otro la atracción sexual insatisfecha del protagonista por Frau Else, la directora del hotel donde se alojan. A medida que leía se generaban en mi cabeza las típicas imágenes asfixiantes y surrealistas de David Lynch, lo cual resulta gratificante si eres fan de sus películas. Pero por desgracia a la historia le falta empaque, no tiene para nada la fuerza a que este autor me tenía acostumbrado. Pero todo tiene una explicación: aunque escrita en 1989, fue la segunda que se publicó tras el fallecimiento del escritor. En fin, ¿para qué insistir en el tema de las obras inéditas publicadas póstumamente? No es que me haya aburrido leyéndola, pero al final me ha quedado una clara sensación de insatisfacción. Por supuesto en la blogosfera y medios digitales se leen maravillas de este título, aunque no en todos. En Revista de Libros le han hecho una crítica bastante atinada, por lo menos así lo veo yo.
7 feb 2020
Y mañana serán clones - John Varley
Da la sensación de que John Varley puso un poco de todo lo que se le ocurrió para idear la trama de Y manaña serán clones. Alienígenas en estado gaseoso que habitan el contínuo espacio-tiempo y que invaden la Tierra para salvar a las ballenas y delfines de la plaga que supone el ser humano. La humanidad que huye del planeta para sobrevivir, colonizando el Sistema Solar. Una señal procedente de una estrella a 17 años luz que lleva 400 años emitiendo información sobre avances tecnológicos impensables para el hombre. Sexo. Diversidad sexual. Homo y bisexualidad. Mutaciones y mejoras genéticas conseguidas gracias a la información recibida de esa extraña fuente de datos. Cambios de sexo, por supuesto. Ingeniería plantearia, agujeros negros, campos de vacío para no someterse a la tiranía de la gravedad. Viajes en el tiempo. Y cómo no: clonación humana, factor este último que permite desarrollar muchas tramas paralelas con el mismo personaje que no se interrumpen por más que muera en un accidente o sea asesinado una y otra vez. Como podéis ver hay un poco de las temáticas habituales en la Edad de Oro de la Ciencia-Ficción (invasiones, colonización del espacio, etc.), pero con un enfoque más propio de la New Wave (ecología, cuestiones filosóficas sobre la individualidad, normalización de la diversidad sexual, etc.). A nivel formal también muestra características habituales de la New Wave, ya que combina diferentes formatos dentro de cada capítulo: notas de prensa, extractos de libros de historia o resoluciones judiciales se mezclan con la acción para dar al lector un contexto que permita entender lo que se cuenta.
La novela es absurda, inútil y totalmente prescindible. No es más que una space-ópera, una serie de aventuras intrascendentes que pretenden generar asombro pero que no conducen a ningún sitio. Ahora bien, es tan desmadrada y tan disparatada que hace gracia. Un poco como me pasó con La imagen de la bestia de Philip J. Farmer. Y eso a pesar de la confusión que generan las tres o cuatro tramas paralelas simultáneas que se desarrollan en torno a la protagonista, clonada hasta la saciedad. Y de los múltiples narradores (no solo los clonados en primera persona, también está el omnisciente en tercera). Y de esos golpes de efecto inesperados que el autor se saca de la manga y que le permiten salir de apuros. Total, ¿qué más da? Partiendo de que el libro se articula sobre civilizaciones extraterrestres desconocidas y muy avanzadas tecnológicamente, cuando no casi omnipotentes, si hay un sitio adecuado para meter deus ex machina sin complejos es en una narración como ésta. Así que una vez aceptas que la historia no tiene ni pies(1) ni cabeza, incluso lo puedes pasar bien leyéndola.
-----------------------
(1) Los pies, las piernas y el resto de extremidades sufren amputaciones sin parar, bien por moda, bien para hacer más fáciles los viajes espaciales.
La novela es absurda, inútil y totalmente prescindible. No es más que una space-ópera, una serie de aventuras intrascendentes que pretenden generar asombro pero que no conducen a ningún sitio. Ahora bien, es tan desmadrada y tan disparatada que hace gracia. Un poco como me pasó con La imagen de la bestia de Philip J. Farmer. Y eso a pesar de la confusión que generan las tres o cuatro tramas paralelas simultáneas que se desarrollan en torno a la protagonista, clonada hasta la saciedad. Y de los múltiples narradores (no solo los clonados en primera persona, también está el omnisciente en tercera). Y de esos golpes de efecto inesperados que el autor se saca de la manga y que le permiten salir de apuros. Total, ¿qué más da? Partiendo de que el libro se articula sobre civilizaciones extraterrestres desconocidas y muy avanzadas tecnológicamente, cuando no casi omnipotentes, si hay un sitio adecuado para meter deus ex machina sin complejos es en una narración como ésta. Así que una vez aceptas que la historia no tiene ni pies(1) ni cabeza, incluso lo puedes pasar bien leyéndola.
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(1) Los pies, las piernas y el resto de extremidades sufren amputaciones sin parar, bien por moda, bien para hacer más fáciles los viajes espaciales.
3 feb 2020
Los huérfanos - Jorge Carrión
Un poco de contexto para empezar. Principios del año 2048, año arriba, año abajo. Interior de un refugio nuclear trece años depués de que la III Guerra Mundial haya arrasado con el planeta a base de pepinazos de superbombas atómicas (conocidas también como Bombas Y). El protagonista-narrador en primera persona, Marcelo, chatea con otro superviviente que está en un búnker en la otra punta del mundo. Yo me pregunto, ¿de qué está hecha la infraestructura de Internet en el 2035? Porque ahora mismo es fibra óptica y centros de datos que suelen estar más o menos protegidos contra catástrofes. Pero estamos hablando de superbombas atómicas. ¿Cómo es que bastan dos para borrar a Buenos Aires del mapa, pero aun así, todavía podemos chatear por Internet? Las Bombas Y que han provocado el Armaguedón, ¿no deberían haber derretido hasta lo infinitesimal también todo lo demás? No me cuadra. Al menos con la información que Jorge Carrión da, ese planteamiento no tiene ningún sentido. Y claro si empezamos así, mal vamos.
Los huérfanos es una novela de ciencia-ficción post-apocalíptica que hace aguas por los cuatro costados. No se trata solamente de la incapacidad de lograr la suspensión de la incredulidad en el lector. Las incoherencias y disonancias narrativas están por todos lados. Marcelo, que es un porteño muy internacional que toda su vida ha renegado de su argentinidad, escribe como un español haciéndose pasar por un argentino que quiere hacernos creer que rechaza sus orígenes. Porque no basta con decir coger en vez de follar, remera en lugar de camiseta y concha por coño para dárselas de argentino. Por más que Marcelo insista todo el rato en que su español es mucho más neutro que el que se le supone por su lugar de nacimiento, su supuesta nacionalidad es muy poco creíble. Y a pesar de que corre el año 2048, el protagonista, que tiene cuarenta y tantos años, se empeña en citar referentes culturales que serían fácilmente conocidos por los lectores contemporáneos (mediados de los 2010s): Messi, Juego de Tronos, Sharon Stone en Instinto básico. Una película estrenada más de 10 años antes de que él naciera. Con semejante pastiche yo no puedo entrar en la narración. Imposible.
¿Cómo es entonces que he aguantado hasta el final? La novela se hace medianamente soportable por el concepto de Reanimación histórica. Se trata de una tendencia surgida a partir de la Memoria histórica, a la que suma elementos teatrales de recreación y viviencia en primera persona. Se refuerza además por una novedosa técnica de cirugía estética denominada facing. El facing permite a los integrantes de estas asociaciones transformar sus rostros en los de los personajes originales de los acontecimientos históricos que quieren mantener vivos. No es solo que la Reanimación histórica condujo a la III Guerra Mundial tras décadas de escalamiento y refinamiento en las recreaciones (proceso que está muy bien ideado y relatado por Carrión, las cosas como son). Es que además hay momentos verdaderamente soprendentes, originales y divertidos cuando Marcelo describe los grupos existentes en los informes que redacta para la Comisión de Naciones Unidas en que trabaja. El Black Ku Klux Klan por ejemplo. Brillante. Reconozco también que la estructura me ha percido muy lograda, con secciones que alternan entre la acción en el interior del búnker y los flasbacks sobre la Reanimación histórica. Al final ambas convergen en el desenlace de la III Guerra Mundial y el de la trama post-hecatombe. Pero es que la acción en el interior del refugio nuclear es tan absurda, tan vacía, tan condenadamente aburrida. Un elogio ridículo a la escritura y las palabras por un lado, y a las relaciones humanas y al sexo por otro. Todo ínfulas y muy pretencioso. Una pérdida de tiempo absoluta. No hay idea, por muy original y ocurrente que sea, que pueda levantar una narración basada en un conflicto sin fuerza, sin entidad. Y éste es el caso de este libro. Lo peor de todo es que no se puede decir que no estaba avisado. En La medicina de Togoy ya lo dijeron hace casi cinco años y yo lo visé con un comentario. Y para que no me vengáis con que "ya sabemos cómo se las gasta Tongoy", en Revista de letras también sale bastante malparado.
Los huérfanos es una novela de ciencia-ficción post-apocalíptica que hace aguas por los cuatro costados. No se trata solamente de la incapacidad de lograr la suspensión de la incredulidad en el lector. Las incoherencias y disonancias narrativas están por todos lados. Marcelo, que es un porteño muy internacional que toda su vida ha renegado de su argentinidad, escribe como un español haciéndose pasar por un argentino que quiere hacernos creer que rechaza sus orígenes. Porque no basta con decir coger en vez de follar, remera en lugar de camiseta y concha por coño para dárselas de argentino. Por más que Marcelo insista todo el rato en que su español es mucho más neutro que el que se le supone por su lugar de nacimiento, su supuesta nacionalidad es muy poco creíble. Y a pesar de que corre el año 2048, el protagonista, que tiene cuarenta y tantos años, se empeña en citar referentes culturales que serían fácilmente conocidos por los lectores contemporáneos (mediados de los 2010s): Messi, Juego de Tronos, Sharon Stone en Instinto básico. Una película estrenada más de 10 años antes de que él naciera. Con semejante pastiche yo no puedo entrar en la narración. Imposible.
¿Cómo es entonces que he aguantado hasta el final? La novela se hace medianamente soportable por el concepto de Reanimación histórica. Se trata de una tendencia surgida a partir de la Memoria histórica, a la que suma elementos teatrales de recreación y viviencia en primera persona. Se refuerza además por una novedosa técnica de cirugía estética denominada facing. El facing permite a los integrantes de estas asociaciones transformar sus rostros en los de los personajes originales de los acontecimientos históricos que quieren mantener vivos. No es solo que la Reanimación histórica condujo a la III Guerra Mundial tras décadas de escalamiento y refinamiento en las recreaciones (proceso que está muy bien ideado y relatado por Carrión, las cosas como son). Es que además hay momentos verdaderamente soprendentes, originales y divertidos cuando Marcelo describe los grupos existentes en los informes que redacta para la Comisión de Naciones Unidas en que trabaja. El Black Ku Klux Klan por ejemplo. Brillante. Reconozco también que la estructura me ha percido muy lograda, con secciones que alternan entre la acción en el interior del búnker y los flasbacks sobre la Reanimación histórica. Al final ambas convergen en el desenlace de la III Guerra Mundial y el de la trama post-hecatombe. Pero es que la acción en el interior del refugio nuclear es tan absurda, tan vacía, tan condenadamente aburrida. Un elogio ridículo a la escritura y las palabras por un lado, y a las relaciones humanas y al sexo por otro. Todo ínfulas y muy pretencioso. Una pérdida de tiempo absoluta. No hay idea, por muy original y ocurrente que sea, que pueda levantar una narración basada en un conflicto sin fuerza, sin entidad. Y éste es el caso de este libro. Lo peor de todo es que no se puede decir que no estaba avisado. En La medicina de Togoy ya lo dijeron hace casi cinco años y yo lo visé con un comentario. Y para que no me vengáis con que "ya sabemos cómo se las gasta Tongoy", en Revista de letras también sale bastante malparado.
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