Yo fui muy fan de
Ray Loriga a finales de los 1990s/principios de los 2000s. No recuerdo muy bien por qué me compré
Tokyo ya no nos quiere, la edición que tengo es de El Círculo de Lectores así que supongo que en aquel trimestre fue la opción que menos me desagradó. Pues bien, tanto me gustó que creo que me lo he leído al menos un par de veces, regalé ejemplares en cumpleaños varios, etc. Aprovechando la emoción inicial, le estuve siguiendo la pista a este autor durante algún tiempo, y además de
Trífero y el anteriormente mencionado, tengo también en casa
El Hombre que inventó Manhattan. Curiosamente no recordaba haber leído ninguno de los dos últimos, de ahí que haya decidido revisarlos. Las pruebas físicas demuestran que al menos el que hoy me ocupa lo debí leer en el último trimestre de 2001, pues usé como marcapáginas el flyer de un club de house con la programación del mes de octubre de 2001 (es que con 30 y pocos años yo era muy de clubs de house).
Saul Trífero es un individuo un poco anodino ya entrado en años (rondará los 40 si no me equivoco) que procede de una familia española de rancio abolengo. No obstante él ha renunciado a sus derechos nobiliarios y vive del cuento mediante técnicas tan habituales en estos casos como la seducción, la impostura, etc. En una de sus incursiones "laborales" en un club naútico conoce a
Lotte Happensauer, una walkiria noruega perteneciente a una estirpe de grandes patinadoras sobre hielo, de quien se enamora. Al poco hay boda, tienen un retoño y por desgracia, justo al terminar el puerperio, la pobre
Lotte muere en un estúpido accidente de patinaje. Inmediatamente después de las exequias y por tanto levantando sospechas sobre su responsabilidad en lo ocurrido,
Trífero se marcha a Estados Unidos huyendo de su propio dolor y también de su insoportable familia política, todo hay que decirlo. Una vez en
el país de las oportunidades -pausa para ahogar la risa- se deja llevar por los acontecimientos y siguiendo mansamente los avatares del azar y del destino, experimentará una serie de aventuras bizarras en el mundo de la pseudociencia, gracias a la autoría de la absurda teoría de los Universos Sombra y a su
liaison con el Profesor Jerusalem, un físico fracasado.
La verdad es que la vida de
Trífero va dando tumbos sin que él tenga apenas control de lo que sucede, con lo cual, la novela da cierta impresión de falta de cohesión. No obstante, a mi personalmente me ha encantado porque como ya me he cansado de decir por aquí muchas veces, suelo simpatizar con los personajes que no encajan en los cánones habituales (los raros, vaya). Las breves y certeras descripciones de las ciudades y paisajes en que transcurre la acción sirven para dar la sensación de veracidad que quizás pueda faltarle a la extraña trama. Por no decir que la prosa de
Loriga se caracteriza por estar plagada de agudas observaciones que hacen la lectura muy interesante. Vamos, que once años después me sigue gustando cómo escribe este señor.
En el apartado de otras reseñas, hoy incluyo a
El Lector Impaciente,
El Hojeador y
MusiComicBooks, aunque desde luego la más elaborada ha resultado ser la que he encontrado en la difunta revista
Lateral. Me ha sorprendido agradablemente comprobar que en todos los casos sale bastante bien parado, algo que no esperaba porque
Ray Loriga ha tenido siempre muy mala fama en los medios por cuestiones totalmente al margen de su habilidad como narrador.