Por una vez y sin que sirva de precendente estoy totalmente de acuerdo con un Premio Hugo, en concreto el de
1953 a la mejor novela (el primero que se concedió en esta categoría), que evidentemente no es otro que
El Hombre demolido de
Alfred Bester. Y no lo digo porque me haya leído el resto de nominados y pueda comparar, sino porque el galardonado me ha parecido bien construido, original y muy entretenido.
La acción transcurre en un futuro no especificado, aunque por algunas referencias se puede deducir que está en torno a los Siglos XXIII ó XXIV. Los humanos conviven en armonía con un (comparativamente) reducido número de humanos telépatas, quienes ocupan puestos de responsabilidad para asegurar el bienestar de la sociedad. Estos últimos, denominados
ésperes -término derivado del acrónimo E.S.P., Extrasensory Perception-, están clasificados en tres tipos diferentes según la intensidad de habilidades, siendo su número tanto más reducido cuanto mayores son sus poderes. Agrupados en un gremio que impone un férreo control sobre sus vidas personales y sus actividades profesionales, su objetivo es ser útiles y a la vez, lograr que toda la humanidad evolucione a telépata, bien descubriendo talentos ocultos, bien favoreciendo los nacimientos de nuevos telépatas a través de matrimonios endogámicos. El protagonista es uno de los pocos y exclusivos
ésperes 1,
Lincoln Powell, prefecto de la División Psicopática de la policía, quien se enfrenta al primer asesinato en los últimos 70 años. Su rival en esta curiosa novela negra es
Ben Reich, el poderoso magnate propietario de
Corporaciones Monarch, quien en un arrebato criminal decide acabar con la vida de
Craye D'Courtney, el líder de su más directa competencia,
Empresas D'Courtney, que para su desgracia, no hace más que relegarle a una insoportable segunda posición en el mercado.
En mi opinión tanto el argumento (a pesar de los elementos
scifi no deja de ser una novela de investigación criminal), como el contexto de prospección y especulación sobre la sociedad futura en que transcurre la trama ha aguantado muy bien el paso de los años. Lo cual es admirable si tenemos en cuenta que el relato está alineado con el estado de la ciencia en la época en que fue escrita, y por tanto nos cuentan que Venus, Marte y varias lunas de Júpiter están habitadas por colonias humanas. Pero la ausencia de descripiciones pormenorizadas de elementos tecnológicos (que estarían ancladas en los 1950s y por tanto, expiradas desde hace décadas) consigue que en ningún momento haya evocado imágenes retrofuturistas de cohetes de propulsión atómica o edificios ultramodernos con elementos
space-age. Así pues, computadoras, naves espaciales, centros de ocio sobre asteroides o las máquinas saltadoras -un medio de transporte equivalente a un
aerotaxi-, no son más que instrumentos a disposición de
Bester para construir el relato. Las características que conocemos de los mismas son las mínimas imprescindibles para justificar su función. Y desde luego que el caso se solucione a través de elaborado razonamiento psicológico de tintes freudianos hace que la novela mantenga toda la vigencia 60 años después de ser escrita.
Por otro lado y como curiosidad técnica, hay diferentes tipos de letra para distinguir diálogos hablados y diálogos telepáticos, que aparecen siempre en cursiva. En un intento de transmitir imágenes en la forma en que supuestamente las deben propagar los telépatas, las emociones comunicadas entre ésperes usan otras tipografías al margen de las habituales, resaltadas con negritas, cursivas, mayores tamaños, etc. Para finalizar, hay también elaboradas composiciones del texto, con la narración organizada visualmente para plasmar de esa manera la complejidad de un diálogo mental entre varios
ésperes simultáneamente.
Para otras reseñas, recomiendo por un lado
Rescepto Indablog y
Un universo de Ciencia Ficción, donde están alineados con mi opinión de que nos encontramos en ante una novela atemporal, y por otro el
Sitio de Ciencia-ficción, donde no solo la etiquetan de pufo en toda regla, sino que literalmente piensan que
"[...] la novela ha sufrido mal el paso del tiempo".