El subtítulo de Conversaciones nos da una pista muy clara del contenido de Para una autopsia de la vida cotidiana. Efectivamente, el libro contiene un total de cuatro entrevistas que diferentes medios realizaron a James G. Ballard en diferentes momentos del tiempo. Las dos primeras datan de principios de los 1980s y las llevaron a cabo activistas relacionados con la escena punk estadounidense, en concreto de la revista RE/Search. Son las más extensas y en mi opinión las más interesantes, ya que quieras que no, proceden directamente de fandom y son anteriores a la fama que le proporcionó la adaptación a la gran pantalla de El imperio del sol (Steven Spielberg, 1986). Las dos últimas son más breves y tienen un aire más profesional y mainstream, aunque una de ellas sigue siendo para RE/Search y la otra para FAD. En mi opinión las dos primeras plantean cuestiones mucho más atinadas y permiten profundizar en los temas que caracterizan su obra.
Ballard se nos descubre como una persona dotada de una capacidad extraordinaria para anticipar el futuro. Tenía la seguridad, ya a principios de los 1980s, de que el acceso universal a las tecnologías audiovisuales iba a suponer un cambio enorme en la forma en que sea articula la sociedad. Es verdad que a día de hoy todas esas referencias al video doméstico y los estudios de edición caseros suenan bastante añejas; tampoco se le puede culpar, por aquel entonces la evolución de las tecnologías digitales y las comunicaciones, con Internet como máximo exponente de todo ello, estaban fuera de las previsiones más optimistas. Sin embargo aunque no acertara en la forma sí que lo hizo en el fondo. Aunque su narrativa se caracteriza mayoritariamente por contemplar
acontecimientos y tramas que le hacen parecer un perturbado, las conversaciones son muy distendidas y nos muestran al escritor como una persona muy accesible y que lleva una vida de lo más convencional en los suburbios de Londres. Convencional en apariencia, porque desde luego queda muy claro que es tremendamente inteligente y tienen con una visión muy aguda y acertada de la realidad, algo que resulta obvio tras leer sus observaciones sobre la actualidad política, cultural y social del momento. Nos aproximaremos a sus influencias y obsesiones (William S. Burroughs, la medicina forense, el Surrealismo, etc), y nos hablará sobre la evolución de su obra, que de la ciencia-ficción pasó a temas prospectivos más centrados en los cambios sociales y psicológicos del ser humano. De igual forma salen siempre a relucir las diferentes tentativas de llevar algunas de sus novelas al cine, la mayoría de las cuales quedaron en simples proyectos, salvo la comentada anteriormente, Crash (David Cronenberg, 1996) y The Atrocity Exhibition (Jonathan Weiss, 2000), mientras el autor aún vívía. Años después de su muerte vendría también High-rise (Ben Wheatley, 2015).
En resumen, un libro que recomiendo a todo aquel que se sienta fascinado por el universo personal de Ballard. Como gran admirador de su obra que soy, me ha resultado muy estimulante poder comprobar a traves de sus propias declaraciones que muchas de mis interpretaciones de sus novelas no estaban tan alejadas de sus intenciones como podría pensarse. Sin duda uno de esos pequeños logros personales de lo más elevado intelectualmente hablando y que como apenas se puede explicar a quien no lo haya experimentado, se disfruta con una intensidad onanista. Tenéis un par de reseñas más en Crónicas de Futuria y Los asesinos tímidos.
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