Como 'Caballos desbocados' no es moco de pavo, aprovecho para subir una breve reseña sobre este relato corto de Stefan Zwieg y de esta forma, mantener este ritmo autoimpuesto de una reseña cada 4 días aproximadamente. Por cierto que me ciño a la definición que hace la propia editorial Acantilado de El Amor de Erika Ewald, que aparece en la categoría de 'Relatos' con 112 páginas, mientras que Ardiente Secreto, con 126, se considera 'Novela'.
Leer a Zweig, al menos hasta el momento, me está resultando siempre muy placentero. En ello influye mucho que su prosa sea directa e inmediata, con frases tan tremendamente bien construidas que se asimilan sin esfuerzo alguno. También tiene mucho que ver que sus narraciones traten principalmente con los sentimientos humanos, cuyo tratamiento desde una perspectiva atemporal consigue salvar sin problema el contexto histórico en que fueron escritas (primeras décadas del siglo XX). Así pues, aunque la protagonista de este relato, Erika Ewald, es una señorita muy formal y un poco mojigata de principios del S. XX, las emociones y contradicciones a las que el autor va enfrentandola poco a poco se manifiestan en reacciones que tienen validez universal.
La trama nos muestra la evolución del amor que Erika, pianista y profesora de piano, siente por un violinista excepcionalmente dotado (para la música, se entiende). Ella considera la relación a nivel platónico, qué maravilloso encontrar un alma gemela culta y amante de la música, a quien poder abrirse para mostrar sus ilusiones y esperanzas más íntimas etc. etc. Así que inicialmente todo se reduce a paseos, ensayos conjuntos para un recital, miraditas y sonrisitas, ¡ah, qué gran felicidad! !Qué dicha, qué gran gozo y qué regocigo incontenible para el corazón de una mujer! Pero con el tiempo el joven virtuoso del violín confiesa a la, todo hay que decirlo, un poco boba de Erika, su amor y su pasión, reclamando lógicamente un poco de carnalidad en el trato. Lamentablemente, la dama no está preparada para entregarse físicamente, y cuando parecía que iban a consumar su pasión, huye despavorida y aterrada, perdiendo ambos el contacto durante semanas. Pero, ¡ay, destino juguetón y caprichoso!, llega el día no mucho después en que el deseo se manifiesta en Erika y su ansia de roce corporal supera sus prejuicios decimonónicos, por lo que se lanza a recuperar a su amado sin dudarlo un momento. Como es de suponer y para dar un toque amargo y de maduración del personaje, el violinista despechado no ha perdido el tiempo y ya ha encontrado nueva compañía femenina. Es justo a partir de ahí, en la recta final del cuento, donde Zweig despliega su gran conocimiento de la naturaleza humana para exponer al lector frente a una serie apasionante de pensamientos turbios y actitudes descontroladas que, activadas por el dolor que experimenta la Srta. Ewald, conformarán su personalidad y le harán crecer como persona. Bajo mi punto de vista, es admirable que la protagonista termine viviendo una vida plena dedicada a la música al margen de lo que la sociedad espera de ella (casarse y tener hijos, evidentemente).
Resumiendo, una lectura ligera pero apasionante, de la que se da cuenta del tirón. En esta ocasión, el apartado final que siempre reservo para recomendar otras reseñas va a quedar desierto, no porque no haya comentarios de este relato en la blogosfera, sino porque ninguno de los que he visto me ha convencido.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 2 horas
2 comentarios:
¡Oh, Cities! ¡Qué delicia!
Me gusta cómo te ha quedado la reseña, con todas esas exclamaciones... ¿El libro es así?
@el convincente gon: ¡Muchas gracias! Bueno, soy un poco dado a la coña y a la exageración pero sí, el relato es un poco así, sobre todo al principio. Hacia el final Zweig no se corta en llevar a Erika al límite de su cordura, con lo cual la narración se embrutece un poco (aunque siempre con una corrección exquisita). En cualquier caso, hay mucha intensidad, mucho deseo y tantas emociones y tanto dolor que dan ganas de gritar: ¡viva la vida y viva el amor!
XD
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