Vamos a por la segunda entrega de 'El Mar de la Fertilidad': Caballos desbocados. La trama se retoma a principios de los 1930s, unos 20 años después de la muerte del joven Kiyoaki Matsugae, que es donde quedó en Nieve de Primavera. En esta ocasión los protagonistas son, por un lado Shigekuni Honda, el que fuera gran amigo del fallecido, que tras haber terminado sus estudios de derecho ejerce como juez en los juzgados de Osaka; y por otro un joven de 19 años, Isao Iinuma, que no es otro que el hijo del que fuera tutor de Kiyoaki durante su infancia y adolescencia, Shigeyuki Iinuma, ahora un hombre muy relacionado con la extrema derecha.
En este libro la trama se centra en la complicada situación política que vivía Japón en aquellos años (por eso he decidido añadir la etiqueta Histórica). La invasión de Manchuria, el asesinato del primer ministro y el intento de golpe de estado protagonizado por elementos reaccionarios de la Armada Imperial Japonesa en los incidentes del 15 de Mayo, la gran inflación y paro que sufría la población y que afectaba principalmente a las zonas rurales... Todo sirve de base a Yukio Mishima para retomar su gran obsesión nacionalista: exponer que Japón ha perdido la esencia y sus tradiciones para venderse a occidente. Los ideales del autor toman cuerpo en el joven Isao. Isao y un grupo de unos 20 jóvenes patriotas, gravemente influídos por 'La Liga del Viento Divino', un libro que narra un pequeño levantamiento insurgente pocos años después de las reformas de la Restauración Meiji, forman un grupo subversivo de nominado 'La Liga Showa del Viento Divino', que pretende atacar a quienes ellos consideran los actuales responsables de la situación de indefensión del Japón: el capitalismo personificado en los líderes de las grandes Zaibatsus. La verdad es que hay un paralelismo evidente entre lo que se narra en esta novela y lo que se estaba gestando en la cabeza del autor japonés, que acabó sus días formando una milicia privada e intentando sublevar al ejército japonés para que diese un golpe de estado. Como no tuvo exito, se suicidó siguiendo el tradicional rito del seppuku. Claro que esto dicho a tiro pasado no tiene más que un leve interés a nivel de curiosidad.
Tengo que reconocer que el segundo volumen de esta tetralogía me ha parecido menos interesante que el primero. Al final va a resultar que lo que a mi lo que de verdad me gusta son los grandes dramas (amorosos o no), donde haya muchas contradicciones y miserias humanas de por medio. Sí, sin duda es donde me siento más cómodo. No quiero con esto decir que el libro no sea bueno, en absoluto. Se trata de Mishima, por muy pesado que se pueda poner con sus inquietudes nacionalistas, siempre es una verdadera gozada leer su prosa, llena de evocadoras imágenes de naturaleza, de sentimientos grandilocuentes como pureza, valentía, entrega desinteresada, idealismo, etc. Por supuesto, mantengo mi interés en la serie y espero poder abordar la tercera parte en las próximas semanas.
Si queréis leer otras reseñas sobre este libro, podéis echar un vistazo a Hierba flotante y Ni un solo Libro. En el segundo no dan muchos detalles de la novela sino que se centran más en el autor.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 5 horas
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