18 nov 2021

Los herederos - William Golding

El libro que me ocupa hoy es una fantasía histórica paleolítica. Asistiremos al encuentro de dos tribus de homínidos de diferentes especies, con resultados catastróficos para la menos evolucionada. Podría pensarse que la peor parte se la llevan unos neardentales que empiezan a sufrir la presión demográfica de tribus de humanos modernos, pero también es verdad que la tribu más primitiva tiene demasiados rasgos simiescos para que se puedan considerar neardentales (a ratos corren a cuatro patas y son extremadamente hábiles para trepar y moverse por los árboles), lo cual invita a no prestar demasiada atención al posible sustrato arqueológico de la obra, que escora más a la alegoría pseudocientífica. La versión de Los herederos que he leído está incluída en un tomo de la editorial Aguilar titulado simplemente 'Novelas', que incluye otras tres obras de ficción del Nobel de 1983. El prologista no alberga tantas dudas como yo, y considera a las tribus enfrentadas como neardentales y hombres modernos sin ningún complejo. Así que una vez expuestos mis argumentos y por no enredarme más, yo haré lo mismo a lo largo de la reseña, pero me temo que la parte neardental va a ser un hueso duro de roer.

El relato abarca poco más de doscientas páginas, pero son doscientas páginas que cuesta horrores leer. El principal problema se origina en que William Golding elige contar la historia con un narrador en tercera persona que se adapta a las capacidades cognitivas de los protagonistas. De los doce capítulos que tiene la novela, los once primeros se narran con lo que el autor británico ha querido suponer que son las habilidades intelectuales y lingüísticas de los neardentales, y el último con las del homo sapiens. Esto se traduce en que casi todo el texto tiene un registro gramatical y léxico limitado, acorde al estadio evolutivo más primitivo de esos homínidos extintos. Además es todavía más confuso de lo que podríamos pensar porque el protagonista no es de los más espabilados de entre los neardentales, que los hay. Todo esto provoca que el texto sea bastante incomprensible, lleno de acciones, situaciones y descripciones del entorno en las que resulta muy complicado hacerse una idea clara de algo. A grandes rasgos no es difícil intuir qué está pasando, pero desde luego extraer detalles concretos de muchos episodios es prácticamente imposible. En esta parte sí que coincido con Juan Martínez Ruiz-Werner, el prologista, que lo resume como un «Libro denso, opresivo, lento como la marcha del pensamiento de sus protagonistas [...]».

Una de las cuestiones que me ha perseguido durante toda la lectura es, ¿qué sentido tiene este artificio? Al fin y al cabo las limitaciones que el autor impone a los personajes son absolutamente arbitrarias, aunque quiero creer que basadas en la información científica que existía en el momento en que se escribió la novela. No voy a negar que la estrategia es original y tiene buenas intenciones, pero desde luego no ha dado muy buen resultado. Esto afecta no solo a aspectos como el intelecto que se supone a los neardentales (capacidad de abstracción, visualización de estrategias a futuro, etc.) o el lenguaje con que se expresan, sino también a las estructuras culturales imperantes: ¿por qué ambas tribus son patriarcales? ¿Esto no será más bien una proyección resultado de un presente machista? ¿Hay acaso eviendencias o teorías que apunten a ello? Si es por teorías, Riane Eisler se inclina a creer que en la prehistoria existían modelos de relación más asociativos e igualitarios entre sexos que basados en la dominación de un sexo (el masculino) sobre el otro.

De fondo hay también una clara intención de Golding por reflexionar sobre el mal inherente a nuestra especie. La tribu de homo sapiens, llevada por su miedo a los neardentales, no tiene reparos en aniquilarlos. Sus luchas internas de poder y sus intrigas son tan perversas como las de la sociedad contemporánea. Sin embargo hay algo de maniqueo en su planteamiento, que se expresa en una inocencia e ingenuidad benevolente por parte de la tribu más primitiva, que de nuevo no tiene base real. La idea de "buen salvaje" que les adjudica es muy interesada: nos los presenta como confiados, curiosos y proclives a entablar contacto con el otro grupo a pesar de la barbaridades que han perpretrado contra ellos. ¡Si hasta son carroñeros que consideran que matar animales es malo! Por contraste el hombre moderno resulta tan malvado que llega a resultar caricaturesco. En definitiva, una pérdida de tiempo. Una de esas lecturas que me ha tenido todo el rato pensando en cosas que nada tenían que ver el relato, sino con sus deficiencias, incoherencias y dificultades.

2 comentarios:

Rise dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rise dijo...

Acabo de terminar con la lectura del libro y no puedo estar más de acuerdo contigo; no sé si es una pérdida de tiempo, pero desde luego es un relato fallido en fondo y forma, repleto de un idealismo que es incluso peligroso.

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