21 sept 2016

Memorias del condado de Hecate - Edmund Wilson

Memorias del condado de Hecate es una colección de seis relatos cortos a cargo de Edmund Wilson, que Wikipedia mediante, comprobamos que es mucho más conocido por sus críticas literarias y ensayos sobre política que por su escasa obra de ficción, entre la cual se encuentra el libro que me ocupa hoy. La acción de todos ellos transcurre a principios de los años 1930s y se sitúa entre Nueva York y el condado ficticio de Hecate, no muy lejos de dicha ciudad y destino preferente de la clase media alta y culta para los meses de verano. Excepto el primero, redactado en tercera persona por un narrador omnisciente, el resto está protagonizado por un crítico de arte que lleva años escribiendo la obra definitiva de análisis del arte del S. XIX. Es este erudito, simpatizante del comunismo y de los movimientos obreros, cuyo nombre no trasciende, quien lleva el hilo conductor y narra la acción en primera persona. Las tramas son independientes aunque comparten un contexto común de personajes, hechos y lugares relacionados con el protagonista. La verdad es que los resultados son muy desiguales: hay un texto que destaca sobre los demás, un par que son pasables y el resto totalmente prescindibles. Los títulos incluídos son:

  • 'El hombre que mataba tortugas mordedoras'. Relato costumbrista lleno de tipismos locales y con elementos de novela negra que trata de dos vecinos que viven en el condado de Hecate. Uno de ellos odia a las tortugas mordedoras que pueblan una laguna que hay dentro de los límites de sus tierras, el otro es un hábil publicista que le sugiere montar un negocio de sopa de tortuga en lata para que cambie su percepción sobre esos agresivos reptiles. No es gran cosa pero se deja leer.
  • 'Ellen Terhune'. Cuenta la historia de una pianista y compositora de música clásica norteamericana, nacida y residente en el condado; en un momento dado el relato adquiere unos tintes fantásticos que aportan interés a su lectura. No está mal.
  • 'Estampas de Wilbur Flick'. Narra las aventuras y desventuras de un acomodado joven (Wilbur Flick) sin oficio ni beneficio que pasa de defender el gobierno de las élites a apoyar la República Española durante la Guerra Civil. He tenido que volver a ojear el libro para hacer este mini resumen porque ni siquiera recordaba de qué trataba, no creo que sea necesario añadir nada más.
  • 'La princesa de los cabellos de oro' es debido a su extensión más bien una novela corta que un relato. Nos aproxima a la vida amorosa y las experiencias personales del crítico de arte a lo largo de un par de años. Sin duda el más interesante del lote a todos los niveles, proporciona un excelente retrato de la sociedad de principios de los años 1930s. Especialmente las partes que transcurren en Nueva York nos muestran una ciudad con una actividad imparable a pesar de la vigencia aún de la Ley Seca y a pesar también de que los efectos del Crac del 29 y la Gran Depresión siguen muy presentes en EEUU. Hay mucho libertinaje, mucho alcohol y muchas fiestas; se incluyen además párrafos que describen con detalle el acto sexual, motivo por el cual se prohibió su venta y publicación en USA entre 1946 (fecha original de su publicación) y 1959.
  • 'Los Milholland y su hombre de paja'. Historia bastante aburrida sobre el negocio editorial. Provoca estupefacción y bostezos.
  • 'El señor y la señora Blackburn en casa'. Destaca sobre todo porque la primera de sus partes consiste en una discusión entre el narrador protagonista y Mr. Blackburn que está redactada en un perfecto francés, motivo por el cual tuve que pasar por ella de puntillas. El resto es una descripción del ocio y las fiestas que los residentes del condado celebran para animar las noches estivales (imposible no traer a la memoria momentos similares en El gran Gatsby). Uno de los asistentes es nuestro reputado crítico de arte, que divagará sobre lo divino y lo humano en plena agitación etílica. Otro relato que no vale gran cosa.
Confio en que la valía de Wilson como ensayista supere a la calidad de lo leído, no porque tenga quejas de su estilo, pues se trata de una prosa pulcrísima y de lectura super cómoda, sino porque en casi todos los casos a los relatos le falta alma. A mí al menos este volumen no me ha aportado nada de lo que hubiera podido prescindir. No puedo incluir en esta ocasión links a otras reseñas en la blogosfera porque servidor no ha podido encontrar ninguna. Que no digo que no las haya, puede ser simplemente que yo no haya tenido paciencia para encontrarlas (todo lo más, habré rastreado las 2 ó 3 primeras páginas de resultados de Google).

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