La trama de El Jinete de la Onda del Shock se sitúa en la segunda década del S. XXI, momento en que la Datarred pone a disposición de la población toda la información, conocimiento y servicios existentes en la Tierra desde una disparidad de dispositivos (principalmente desde el videófono). Bueno, al menos aparentemente, dado que como es de suponer, existen ciertas restricciones por parte de los Gobiernos y de las grandes corporaciones privadas para que no sean visibles al público general los datos que puedan comprometer la seguridad nacional de unos, o los intereses económicos de otros. Ni que decir tiene, en realidad dicha información lo que hace es revelar la mezquindad e ilegalidad de muchas de las acciones de quienes gobiernan los estados y dirigen las compañías transnacionales. El protagonista, Nick Haflinger, es un huérfano superdotado que tras pasar por varias familias termina siendo educado por el Gobierno en Tarnover, una institución muy especial que permitirá mejorar sus habilidades para futuro provecho de papá estado. Sin embargo, Haflinger descubre que en ese centro se llevan a cabo muchas otras actividades difícilimente justificables desde un punto de vista ético (experimentación genética con humanos, sin ir más lejos), a las que él mostrará un rechazo frontal y tras años de adiestramiento, huye para pasar a ser un prófugo. Sus grandes conocimentos de la Datarred le permitirán ir convirtiendose sucesivamente en diferentes personas salvaguardando siempre su privacidad y con un claro objetivo en mente: derrocar el orden actual poniendo en evidencia las miserias del sistema.
Solo por la gran capacidad de anticipación de John Brunner esta novela merece considerarse extraordinaria. Aunque data de 1975, no solo la Datarred es una visión adelantada de Internet, sino que el protagonista es un hacker/hacktivista con todas sus letras, adelantandose en dicho papel a los venideros antihéroes del ciberpunk. El autor tuvo incluso el acierto de definir el software autónomo que compromete la seguridad de los sistemas conectados a la Datarred con términos como virus, gusanos, etc. Siguiendo con su visionaria concepción del futuro, en la sociedad imaginada por Brunner está plenamente normalizada una altísima movilidad del individuo, que se ha habituado a cambiar de residencia cada pocos años, para de esta manera impedirle establecer vínculos estrechos con las personas. En definitiva, la acción transcurre en un mundo distópico donde los estados han establecido unas sutiles herramientas de control (consumismo, cultura del ocio, alta movilidad, globalización, etc.), que conducen al sometimiento complaciente e ignorante de la población, aunque exista una reducidísima minoria culta, autónoma y disidente. Pero para variar con la tónica habitual en las distopías, en esta ocasión vemos que existen muchas probabilidades de que el pueblo recupere el poder gracias precisamente, al acceso a los datos y a la participación directa en las decisiones que permiten las redes de comunicaciones.
Al contrario que en las otras novelas de Brunner que llevo leídas (El Rebaño Ciego y Todos sobre Zanzíbar), a nivel técnico esta narración es bastante más convencional. Eso sí, que nadie piense que por huir de los formatos experimentales de sus otras obras la historia pierde interés. En absoluto. Tenemos un número reducido de personajes y una trama única que va desarrollandose en flashbacks, pues nada más comenzar el libro sabemos que el protagonista está detenido y se nos va revelando su pasado durante las regresiones a las que se ve sometido con ayuda de psicofármacos. Cuando ya estamos en contexto, los interrogatorios conscientes a los que va siendo sometido aportan un buen montón de reflexiones interesantes sobre la sociedad en que transcurre la acción y que tan parecida ha resultado a la actual. En el apartado de otras reseñas, os recomiendo que echéis un vistazo a Rescepto indablog y La Biblioteca del Kraken.
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