Santa María de las Flores es una novela que difícilmente deja indiferente porque supone la elevación de la homosexualidad más marginal a la categoría de arte. Y data de 1942, casi nada. En sus páginas no hay insinuaciones veladas de amor entre hombres, en absoluto, aquí lo que aparecen son relaciones personales y sexo explícito entre maricas que a la postre resultan ser asesinos, chaperos, chulos, ladrones y otros individuos de similar calaña que pululaban por Pigalle a finales de los 1930s y principios de los 1940s. Jean Genet no se averguenza de su orientación sexual contra natura y lejos de ocultarla o disfrazarla, la muestra tal y como es: voraz, vital, imperiosa, insaciable.
Evidentemente Santa María de las Flores tiene mucho de autobiográfico. Los antros, las fiestas, el mariconeo, la pluma, el travestismo, el uso constante del género femenino en el vocabulario... Todas las particularidades del submundo homosexual se muestran sin duda desde el conocimiento que solo puede proporcionar formar parte de él. Es muy probable incluso que los apodos empleados por Genet para referirse a los desviados que protagonizan la novela (Divina, Mimosa I, Mimosa II, Primera Comunión, el propio Santa María de las Flores, etc.) fuesen reales.
Pero que nadie se llame a engaño, el rigor, la transparencia, la crudeza con que Genet aborda las traiciones y lealtades de los maricas del hampa parisina se acompaña de una sensibilidad prácticamente poética. De hecho este es uno de los principales problemas que he tenido durante la lectura. No importa si nos enfrentamos a un párrafo en donde se describe una fantasía masturbatoria carcelaria o si se está evocando la infancia o la adolescencia de alguno de los personajes, el autor siempre hace gala de un lirismo que en momentos me ha sido difícil de seguir. En todo caso, mi impresión general del libro no se ha visto demasiado empañada por esta incapacidad mia para asimilar la prosa poética. La narración derrocha alegría, frustración, deseos, amargura, excesos, penas, transgresiones, etc. y eso la hace tremendamente interesante. Por no hablar del mérito que supone haber redactado un texto tan honesto desde la total exclusión social.
Por segunda vez me veo obligado a dejar desierto el apartado dedicado a enlaces a otras reseñas. He revisado alguna que otra página pero en general los artículos que he visto que me han parecido medianamente decentes no estaban dedicados a este libro, sino al autor y su relación con la cultura gay.
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