6 feb 2022

Revancha - Kiko Amat

Amador es el número dos del grupo criminal Lokos. Liderado por Alberto Cid, sus orígenes se remontan a una facción de skinheads neonazis seguidores ultras del F.C. Barcelona surgida a finales de los 1980s. Con los años se han ido profesionalizando y a día de hoy, además de seguir montando bronca en los partidos, trafican con droga, extorsionan a los empresarios del mundo de la noche, etc. Diego es un miembro de la banda que ha desaparecido con unos insignificantes 30.000€, pero para evitar que cunda el ejemplo, el Cid da orden de acosar y a amenzar a su novia, Paloma. Ella no sabe nada de él desde que se marchó sin avisar, así que cuando las coacciones se vuelven peligrosas para ella y su hija Lucía, le pide ayuda a su hermano César, un ex jugador de rubgy de vida misteriosa que en realidad se dedica a ajusticiar criminales por encargo de las familias de las víctimas. Las cosas se tuercen para Amador cuando por un lado la mafia gallega que intentaba instalarse en Barcelona delata a la cúpula de los Lokos, quedándose él como número uno de la organización criminal, y por otro lado, su padre muere. La pérdida remueve por dentro a Amador, quien frisando los 50 años, no solo no se ha sentido querido nunca, sino que además debe seguir ocultando su homosexualidad a sus compañeros si quiere mantenerse con vida. Cuando las acciones de los Lokos para encontrar al ladrón huído pongan en peligro a Lucía, Amador tratará de rebajar tensiones desde su nueva posición de capo de la banda. Pero no cuenta con que César  ya se ha lanzado a por ellos con el empuje de una apisonadora para ayudar a su sobrina. El choque entre ambos conducirá a unas consecuencias imprevisibles.

Kiko Amat ha escrito una novela negra de gran octanaje en la que todas sus filias habituales están al servicio de la trama, y no al contrario, que es lo que en mayor o menor medida venía pasando en sus anteriores títulos. De hecho, el primer capítulo de Revancha me ha parecido uno de los comienzos más impactantes de cualquier novela criminal que he leído. Aunque no soy muy aficionado al género, el libro empieza con una demoledora escena de ajuste de cuentas entre bandas criminales que te deja sin aliento por su violencia; ahora bien, está tan bien narrada y tiene un ritmo tan ágil e implacable que se lee de un tirón y te deja con ganas de no acabae nunca. Nada más empezar nos topamos también con una jerga criminal que nos descoloca y nos engancha, pues nos obliga a prestar mucha atención para inferir los significados de términos como clepsa, nodos, muza, machino, nursa o naka. Imagino que inventada ad hoc por Amat, esta suerte de homenaje al Nadsat de La naranja mecánica no es la única referencia a otras obras literarias o cinematográficas que se sugieren, porque sin dejar el todavía el primer capítulo me ha resultado inevitable pensar en las películas de gansters británicos de Guy Ritchie (Lock & Stock, 1998; Snatch, cerdos y diamantes, 2000), o los estremecedores primeros minutos de 28 semanas después (Juan Carlos Fresnadillo, 2007). Así de impactante me ha parecido.

El problema viene porque tras este comienzo tan rutilante y arrebatador hay que mantener el nivel en el resto de los capítulos. Algo que va a ser muy difícil para el escritor, que de lograrlo, sería capaz de provocar el nirvana en el lector (y muy probablemente aniquilarlo de paso). A pesar del bajón inevitable, Amat resiste muy bien los obstáculos que se ha puesto él mismo. Lo consigue desarrollando unos personajes con un bagaje personal, familiar y sentimental nefasto. No son mala gente, pero proceden de un mal sitio. Es aquí cuando aparecen los temas habituales en su producción: el extrarradio, las dificultades de la clase trabajadora, la violencia y la marginalidad o las subculturas urbanas como canalizadores de los deseos y frustraciones de la juventud. Como decía algo más arriba, el escritor de Sant Boi ha sabido sacar provecho a todas sus experiencias y vivencias de adolescente en Barcelona y alrededores para integrarlas en las vidas de Amador, César y el resto de personajes. Eso sí, aunque el resto del libro no tenga el nivel de acción del capítulo que lo abre, la tensión y la angustia se mantienen a la par.

Los capítulos se alternan entre Amador, con un narrador en segunda persona, y César, que emplean un narrador en tercera persona. Esta sucesión de historias otorga mucho dinamismo al texto y lo hace muy atractivo para el lector. En mi opinión, el narrador en segunda persona ha sido todo un acierto para contar la historia de Amador. Tanto la suya como la de César están repletas de flashbacks que nos van revelando cómo han llegado a ser lo que son, y como podréis suponer nos son agradables de leer. Es realidad es un libro muy crudo, no solo por las incontables agresiones y actos violentos a que nos vemos expuestos, sino también por el dolor y la pena que nos provocan la soledad, el aislamiento y el miedo que sufren los protagonistas. La habilidad de Amat para crear dos individuos tan veraces a pesar de llevar vidas tan al límite es sin duda alguna digna de elogio. No voy a negar que creo haber detectado algunos fallos menores, como referencias extemporáneas o movimientos en la acción que no están convenientemente justificados, sin embargo no le hacen sombra a mi impresión general, que es magnífica. Y por cierto, el final también muy, muy logrado. Perfecto para una historia tan desoladora.

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Una novela extraordinaria. Mi felicitación a Kiko Amat.
Saludos
Francesc Cornadó

Cities: Moving dijo...

@Francesc Cornadó: Creo que Kiko Amat por fin ha escrito la novela que todos los que queríamos que sus novelas fueran buenas esperábamos de él, así que me uno a tus felicitaciones. Gracias por pasarte y comentar.

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