Dmitri Alekséievich Maliánov es un astrofísico que anda enfrascado en elaborar una teoría sobre la interacción de las estrellas y la difusión de la materia en el espacio. Cuando parece que se aproxima a algún descubrimiento de importancia, su trabajo empieza a verse interrumpido por actos en principio triviales, como llamadas telefónicas erróneas, entregas de pedidos del súper que no ha encargado o visitas inesperadas. La situación empieza a complicarse cuando su vecino Arnold Pálych Snegovói, un militar de alta graduación destinado en un centro de comunicaciones estatal, empieza a interesarse por sus estudios teóricos y a continuación, su amigo bioquímico Valentín Artúrovich Weingarten también. El repentino suicidio del primero y las revelaciones del segundo sobre el revolucionario hallazgo que acaba de realizar en la revertasa les harán pensar que hay fuerzas muy poderosas interesadas en que sus investigaciones sean abandonadas de inmediato. Y para convencerles usarán todos los medios a su alcance.
Mil millones de años hasta el fin del mundo es una novela corta que aúna ciencia-ficción, misterio, humor y mucho más. Se nos presenta en forma de extractos de información obtenidos de algún diario manuscrito, aunque lo que tenemos oportunidad de conocer son transcripciones de secciones incompletas que no proporcionan una visión global de lo está sucediendo. Por lo que recuerdo, se trata de una técnica habitual en la obra de Arkadi y Boris Strugatski, que quizás sea producto de la omnipresente censura que existía en la Unión Soviética. De todas formas hay que reconocer también que es muy efectista para crear incertidumbre y desasosiego. Tras presentarnos la situación por la que están pasando los personajes, los elementos de intriga pierden fuerza y la trama deriva hacia la especulación filosófica, con una interesante perspectiva que cuestiona el antropocentrismo.
Al margen de una posible interpretación política de la historia (ya sabéis: totalitarismos, censura, control del Estado, etc.), que resulta inevitable en el contexto en que fue escrita, mi impresión general es que aun siendo interesante, es una obra menor tanto en extensión como en la profundidad de los temas tratados. No está mal, pero es que uno lee cada cosa en la blogosfera y los medios culturales on-line que solo puede calificarse de exageración. Exageración desproporcionada. Exageración desproporcionada, megalómana y autocomplaciente, si se me permite la apreciación. Y siento deciros que ni de coña es para tanto. Tenéis reseñas de ese caríz en Cyberdark, Indienauta y Fantífica. No he tenido paciencia para buscar muchas más, pero todas las que he visto son así y repito:
NO.
Lo cual no quita que esté encantado de haberla leído y sea capaz de reconocer el excelente trabajo de edición y diseño de Sexto Piso. Ojalá todas las portadas fueran así de bonitas.
Luis Carlos Barragán Castro: Parásitos perfectos
Hace 6 horas
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