14 sept 2011

Corazón tan Blanco - Javier Marías

Un dia encontré un libro de segunda mano de Javier Marías, y como tantas veces hago sin tener ni idea de en qué berenjenal me estoy metiendo, lo compré por la curiosidad de leer algo suyo y comprobar de primera mano si su valía como escritor está a la altura de su fama. Así que me enfrenté a Corazón tan Blanco desde el más absoluto desconocimiento su obra; ahora bien, una vez terminado puedo decir sin vergüenza alguna que su estilo no me gusta lo más mínimo, aunque visto el volumen de ventas de sus novelas debo de ser de los pocos que opinan así.

No es que Corazón tan Blanco no tenga una trama medianamente interesante, no es eso. Admito que sentía curiosidad por saber qué iba a ocurrir con el matrimonio de Juan (el narrador y protagonista) y Luísa, ambos traductores e interpretes de alto nivel. Quería saber del pasado oscuro de Ranz, el padre de Juan, que con anterioridad estuvo casado con otras dos mujeres, una de las cuales fue la hermana de la madre de Juan, y cuyo matrimonio acabó abruptamente con el suicidio de aquélla pocas semanas después de la boda. También me ha parecido muy original y adictiva la subtrama de los ligues y affaires sexuales de Berta, una amiga de Juan que vive en Nueva York y con quien se aloja cuando él acude a las Naciones Unidas de refuerzo temporal. En realidad lo que me ha molestado de Marías no es el argumento y todo el trasfondo filosófico que relaciona a la lengua hablada con el conocimiento y la realidad que percibimos, sino más bien sus recursos y peculiaridades narrativas. Marías repite frases constantemente, a veces incluso se atreve con párrafos enteros. Esta técnica me ha recordado levemente a Thomas Bernhard, pero lo que en el austriaco tiene sentido debido a que es una forma casi terapéutica de desahacerse de su traumático pasado, en Marías queda como una broma pseudopoética sin gracia. Luego están las frases explicativas, que este autor emplea hasta el agotamiento. Las aclaraciones entre paréntesis no fallan prácticamente en ninguna página del libro: tres, cuatro, cinco, demasiadas en cualquier caso porque tratan al lector condescendientemente, como si no fuese suficientemente inteligente para seguirle y por eso el escritor se ve obligado a clarificar temas a cada poco. Luego hay otras características menores de índole sintáctico que me han resultado muy cansinas, como por ejemplo el uso de la construcción "tanto... cuanto", que surge a cada poco como para elevar el tono culto del relato, efecto que también parece buscar a través de los constantes paralelismos que establece con algunos pasajes de Macbeth ya desde el título, extraído igualmente de la tragedia de Shakespeare.

Reconozco que visto así, no parece que estos pocos factores sean de la importancia suficiente como para provocar tanto rechazo, pero el hecho es que repetidos una y otra vez, a mi me han parecido agotadores y pedantes, con lo que aquí pongo el punto final al tiempo que he dedicado a este escritor. Creo que ni su cuenta corriente ni su prestigio notarán mi falta.

Las reseñas de la blogosfera, cómo no, son todo lo contrario a mis impresiones. Véase si no Perdida entre Libros o foro de literatura Yolje.com.

3 comentarios:

Palimp dijo...

No estás solo. Los de la fiera literaria lo tienen atravesado, por ejemplo:

http://lafieraliteraria.com/index.php?option=com_content&view=article&id=328%3Acuando-iban-a-hacer-academico-a-javier-marias-escribio-la-fiera&Itemid=12

Yo mismo considero que es mucho mejor inventando historias que como estilista. Acabo de leer la primera parte de su trilogía monumental y el estilo sigue siendo el mismo cansino que siempre, le sobran como 300 páginas, pero la trama tiene su interés.

Cities: Moving dijo...

@Palim: Lo sé, lo sé, sé que hay quien no le soporta pero me parece que estamos en franca minoría. Por ejemplo Sra. Castro de Solo de Libros no pierde oportunidad para ponerle en el sitio que merece. Yo también había localizado a la Fiera Literaria entre sus antifans, le dedicaron un artículo brutal que denominan Estafa que se cierra con un párrafo que no deja duda alguna sobre la opinión que les merece Marías:

He señalado, como apunté al principio, únicamente los fallos más graves. En realidad, toda la prosa de Marías es torpe, desangelada, reiterativa, blanda e incorrecta, y en ella resalta, sobre todo, su incapacidad para expresar lo que quiere expresar. Que nadie diga, como el propio Marías dice en su defensa, que sacamos las frases del contexto, porque, aparte de que los anacolutos, las faltas de concordancia, la confusión del significado de los términos, las expresiones de mal gusto lo son en cualquier situación, este tipo de crítica está hecho para que el lector, a quien se le señala la página y el núcleo del fallo, pueda comprobar en el libro su posición en el entorno textual. Por lo demás, hay que apuntar la incoherencia total de las nada interesantes narraciones, entreveradas de digresiones insustanciales y transcripciones, a veces de capítulos enteros, de otros libros, ajenos o propios. Se pueden encontrar así varias páginas sobre guías de ferrocarriles; otras tantas sobre zapatos, muchas sobre los papelitos amarillos adhesivos que se ponen junto al teléfono para tomar notas, sobre yemas y claras de huevo, sobre las páginas de necrológicas de los periódicos, la climatología madrileña, el uso del paraguas y el sombrero, el folcklore cubano, el horario de los Vips, los músicos callejeros, etc., sin ningún ingenio ni, por supuesto, profundidad. En último término, la impotencia expresiva es el defecto más notable de las “novelas” de Marías.

Palimp dijo...

Minoría selecta :)

Yo no le niego méritos a Marías, aunque opine que está muy sobrevalorado. Parece que es uno de los grandes de la narrativa actual y su prosa es limitada. Lo peor es que él mismo se lo cree.

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