"Cuando el parlamentario Malcolm Craig accede a presidir el comité del premio literario Elysian lo hace motivado por intereses que nada tienen que ver con la literatura. Junto a otros cuatro jueces deberá elegir el libro del año, y utilizará cualquier artimaña para lograr imponer su criterio. Los miembros del jurado discutirán, regatearán y se engatusarán unos a otros con el único objetivo de que su favorito obtenga el galardón. Y mientras los jueces discuten, negocian y regatean, un grupo de escritores desesperados espera impaciente el veredicto. Entre ellos se encuentra un maharajá millonario que aspira al estrellato literario, un autor primerizo que sufre de mal de amores y una escritora brillante y rompecorazones profesional que, gracias a la incompetencia de su editor, puede perder la oportunidad de adquirir tan preciada gloria."Despues de exorcizar sus demonios personales y familiares con 'Las novelas de Patrick Melrose' (ver los volúmenes El padre y La madre), Edward St. Aubyn cambia complemente de registro y nos ofrece una sátira disparatada sobre el mundo de los premios literarios en la más genuina línea del humor británico. En su ficha editorial lo equiparan a Oscar Wilde, P. G. Wodehouse y Evelyn Waugh, que son sin duda palabras mayores, pero me alegra decir que por una vez, las referencias no son gratuitas ni un reclamo fácil para incautos. Es más, veo a esos tres ilustres literatos y añado a Tom Sharpe de mi cuenta, porque hace años que no recuerdo haberme reido tanto con un libro como con éste. El autor británico compone una novela coral plagada de personajes estrambóticos con personalidades contrapuestas con la intención de facilitar el choque y el desmadre. Los jueces tienen su propia agenda oculta para que el premio recaiga en sus preferidos, por lo que no dudarán en emplear todo tipo de tretas para condicionar el voto de sus colegas. Los escritores participantes, todos ellos dotados de egos hipertrofiados, se enfrentarán a acontecimientos fortuitos que complicarán todavía más la carrera para quedar ganadores. Evidentemente hay una crítica muy clara al mundillo de los premios literarios y también al negocio editorial. Sin embargo está hecha con tanta gracia y tanto ingenio que queda relegada a un segundo o tercer plano frente a las alocadas tramas.
St. Aubyn aprovecha muy bien todas las posibilidades que da el argumento para incluir referencias intertextuales. Así durante el demencial proceso de selección de finalistas podremos leer extractos de algunas de las obras concursantes. Por ejemplo 'questasmirando', realismo social sucio que emula el estilo de Irvine Welsh, solo que escrita por un aristócrata escocés. O 'Un año en la naturaleza', un absurdo canto a la vida en el bosque donde sólo hay descripciones y que nos hace pensar irremediablemente en David Henry Thoreau. Pero sin duda donde lo borda es en el personaje de Didier, un ensayista francés pedante a más no poder y a medio camino entre Michel Foucault y Jacques Lacan. Sus perspicaces pero contradictorias reflexiones sobre semiótica o el capitalismo me han hecho pasar vergüenza en el metro por las carcajadas incontenibles que me han provocado.
En definitiva, un libro que aúna golpes de humor desmadrado con una fina ironía para poner en evidencia las vergüenzas del mundo literario. ¿Puede haber mejor manera de hacernos ver que este tipo de premios no hay que tomárselos demasiado en serio? Yo diría que no, ¡bien por St. Aubyn! Tenéis más reseñas en Entre montones de libros y notodo.com, donde han disfrutado tanto como en mi caso. Ahora que no todo el monte es orégano: en Babelia ponen esta novela a caer de un burro, pero como no soy de enlazar a grandes medios, si tenéis interés en saber qué opinan de ella tendréis que buscar el artículo vosotros mismos.
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