Pongo hoy punto final a 'El río del tiempo', la serie autohagiográfica de Fernando Vallejo, término que derrocha sorna y que acuñado por él mismo, aparece en esta cuarta entrega: Años de indulgencia. Por refrescaros un poco la memoria, recordad que hay cinco volúmenes pero que sin saberlo empecé por el último, Entre fantasmas.
No hay grandes sorpresas en cuanto al desarrollo del texto. De nuevo asistimos a una serie de recuerdos redactados con poca o ninguna linealidad donde el autor narra los acontecimientos que vivió cuando tenía veintimuchos años. Abarcan el periodo de tiempo tras su vuelta a Colombia desde Roma, donde curso estudios de cine (ver Los camimos a Roma) y los años que pasó malviviendo en Nueva York con su hermano Darío y un amigo común, Salvador. El rasgo biográfico más destacado de estos años fue su deseo de dedicarse a dirigir películas. Para su desgracia solo pudo filmar algunos documentales para el Instituto Colombiano de Desarrollo Social en Bogotá, porque en la Gran Manzana no se acercó al celuloide ni por asomo. Los acontecimientos se suceden sin orden ni concierto entre un país y otro. Ahora está registrando la pobreza de los arrabales de la capital de Colombia y en el siguente párrafo entrando a unos famosos baños turcos gays de Nueva York. No me ha pillado por sorpresa por supuesto: ninguno de los volumenes anteriores (tampoco el posterior) se ha caracterizado a nivel narrativo por seguir una secuencia temporal de los hechos. Por lo demás, Vallejo divaga y reflexiona como es habitual en él, haciendo exhibición vanidosa de esa personalidad y esa lengua tan incontenible que tiene. En el texto no fallan sus típicas diatribas, ya sean racistas, anticatólicas, antinatalistas o contra Colombia y su violencia endémica. Se alternan eso sí con párrafos donde nos deja ver algunas facetas más amables de su carácter: muestras de afecto a su familia y amigos, alegatos animalistas y antiantropocentristas, etc.
A modo de resumen de toda la serie, no cabe duda de que se trata de una autobiografía muy poco convencional. Tiene cierta coherencia cronológica en cada volumen pero carece de linealidad en el desarrollo. Y se exponen tanto acontecimientos personales como un ideario que no resulta fácil asimilar. En esos momentos Fernando Vallejo puede llegar a hacerse muy cargante. En otros sin embargo no puedo evitar estar totalmente de acuerdo con él, sin importar que un par de frases atrás alguna de sus ideas me hubiera llenado de indignación. Pero bueno también es verdad que todos somos un poco así, ¿no? Cada uno tenemos nuestra propia cosmovisión y rasgos de personalidad mejores y peores, Tanto es así que es casi imposible que encajemos al 100% con alguien, no digo ya caer bien a todo el mundo. Tenéis una reseña muy interesante en Letras libres, donde además de este libro comentan La puta de Babilonia. Por cierto, se me olvidaba: como ya indicó en la tercera entrega, en la cuarta el escritor colombiano-mexicano vuelve a mencionar sin tapujos que ha matado a dos personas. Ahí lo dejo.
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