14 mar 2016

Entre fantasmas - Fernando Vallejo

Con un título que recuerda a una serie fantástica de segunda o tercera categoría, Entre fantasmas resulta ser la quinta entrega de una serie autobiográfica a cargo del siempre polémico Fernando Vallejo. Imagino que el orden será cronológico porque el volumen que me ocupa hoy está centrado principalmente en la muerte, con el protagonista quejándose todo el rato de la proximidad de la Parca y haciendo recuento de todos los amigos y familiares que ha ido perdiendo a lo largo de su vida.

Cuesta un poco entrar en el texto porque sigue un hilo de conciencia bastante anárquico que vapulea al lector cambiando de tema casi a cada nueva frase. Muy divertido a ratos y por momentos, muy céliniano (esas interminables retahílas de adjetivos, esos insultos que no paran, esos exabruptos), Vallejo resulta ser un narrador no fiable capaz de contarnos la muerte de su madre de hasta tres formas diferentes. Por suerte para el lector, que puede llegar a perder el norte con facilidad cuando juegan con él de esta forma, el propio escritor en un alarde metaliterario se echa en cara el poco rigor y la poca autoridad que se concede a sí mismo, con lo cual quedamos avisados y por tanto, algo más tranquilos.

Por lo demás, el autor insiste erre que erre con su fobias de siempre, porque filias, excepto a los púberes adolescentes, parece que tiene pocas. Así pues, página tras página asistimos a sus diatribas contra Colombia y su violencia estructural, contra México (país que paradójicamente le concedió la nacionalidad) y su corrupción, contra España a quien considera el origen de todos los problemas de Sudamérica, contra la iglesia católica y su moral ridícula y mojigata, etc. No es que le falte razón en muchas de sus acusaciones, al contrario, yo estoy de acuerdo con sus críticas en un porcentaje abrumador de casos. En mi opinión el problema es que le pierden un montón de detalles de lo más desagradable. Su clasismo y elitismo para empezar, no en vano es hijo de un alto cargo de algún gobierno colombiano. Su racismo exacerbado contra los pueblos nativos sudamericanos, otro. Sus contradicciones cuando habla de derechos de los animales en una página, pero en otra dice que come carne en cuaresma. ¿Pero esto qué es, épater le bourgeois sin medida ni concierto alguno? ¿Épater pour épater? Al final lo que consigue es quedar como un pamplinas, aunque tengo que admitir que me han entrado ganas de leer el resto de libros que componen El río del tiempo, que es el nombre que ha dado a su autobiografía, y no descarto ponerme a ello durante el año en curso. Tenéis más reseñas en Un libro al día y en Orlandiana.

2 comentarios:

Palimp dijo...

Es muy buen escritor, pero está muy p'allá. Tiene ego suficiente como para enmendarle la plana a Newton, Einstein... desde el más absoluto desconocimiento.

Cities: Moving dijo...

@Palimp: Tb dirá: A la vejez, viruelas

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