Nunca he sentido ningún interés especial por Nueva York. Tampoco es que me vuelva loco Patti Smith, lo poco que conozco de su faceta de cantante es lo que llegó a las radiofórmulas allá por los 1980s. Y ya para redondear el cuadro de apatía, a la fotografía nunca la he equiparado al resto de disciplinas artísticas consideradas clásicas tradicionalmente (pintura, escultura, arquitectura, música, literatura, etc.). Y así las cosas, no se me ocurre otra cosa que leer Éramos unos niños, una autobiografía donde la rockera se centra en su relación personal, afectiva y artística con el reconocido fotógrafo Robert Mapplethorpe y que abarca desde el momento en que se conocieron en el N.Y. de finales de los 1960s hasta la muerte por SIDA en 1989 de quien fue su amigo inseparable.
La verdad es que tengo poca cosa que decir sobre el libro. Literariamente no aporta nada, creo yo. Es una exposición secuencial de acontecimientos, muy plana y simple, también muy precisa y fácil de leer. El desarrollo es bastante previsible si pensamos en quienes éran ellos dos (dos absolutos desconocidos sin oficio ni beneficio) y cuáles eran sus intenciones (triunfar en el mundo del arte). Así que hay mucha probreza y muchas dificultades al principio, pero poco a poco y a base de una tenacidad digna de elogio se consiguen ir abriendo paso en el submundo artístico underground de la capital del mundo. Y a base de esfuerzo, perseverancia y de algún que otro golpe de buena suerte, convenientemente favorecido por estar siempre presentes en todos los focos de interés (clubs, galerías, lecturas de poesía, conciertos de rock, etc.), lograron labrarse un bien merecido nombre.
Hay mucho name-dropping, sin embargo la autora transmite una humildad sorprendente, y si página tras página aparecen mencionados Burroughs, Dalí, Jimi Hendrix o Janis Joplin (por mencionar unos pocos) es porque todos compartieron un espacio y un tiempo muy concreto, así que su presencia resulta natural en el texto. Como punto a destacar, me ha resultado muy interesante el relato de su estancia en el famoso hotel Chealsea, donde cientos de artistas se alojaban gracias a la fascinación de su propietario por el arte, de tal forma que cuando los inquilinos no podían pagar la factura, le ofrecían sus obras a cambio. Aquí lo dejo, teniendo en cuenta mis fobias y filias habituales esto no pasa de ser una lectura entretenida pero irrelevante. Más reseñas y mucho más entusiastas que la mía en Lo que leo lo cuento, el portal LGTB blogmensgo y Las mil notas y una nota. Éste último tiene un post muy completo y detallado sobre el libro, os lo recomiendo.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 7 horas
3 comentarios:
A mí este libro me gusto mucho, y eso que tampoco soy seguidora de Patty Smith. A raíz de leerlo he empezado a considerarla una escritora solvente y una gran persona.
Demasiados condicionantes previos en contra, jajaja... A mí me gustó, pero claro, me gusta el rock, me gusta Patty, me gustaba él, la fotografía, la época, Nueva York... Y sí, también me llamó la atención la cantidad de nombres y personas de esas que quitan el hipo que transcurren por el libro con una naturalidad pasmosa, lo que refleja, de forma espontánea y sencilla, una época que se vivió. Y que se extinguió.
Un abrazo.
@Aida (meriendolibros): A mí lo que más me ha impresionado es que Patti Smith parece haber sido una persona super sencilla toda su vida, nada de endiosarse a raíz de su éxito. Estando como estamos en plena cultura de la vanidad, algo así me parece admirable.
@Ana Blasfuemia: Yo es que tiro más para lo anglobritánico ;)
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