Escenario post-apocalíptico. La acción transcurre en una comunidad basada en la agricultura y la ganadería que ha involucionado hacia una sociedad religiosa fundamentada en un cristianismo muy reaccionario. La realidad de la Tribulación que acabó con el mundo anterior ni siquiera es conocida, pero a tenor de las mutaciones en especies vegetales y animales (incluido el hombre), todo hace pensar en que se trató de una Guerra Mundial con armas nucleares. En ese contexto, cualquier animal o planta que se aleja de la ortodoxia, es decir, de la imagen verdadera según el orden de la biblia, debe ser eliminado. Solo se salvan los seres humanos, que son desterrados a los Márgenes para que no contaminen la pureza de hombre con sus genes. Por desgracia en esa zona la radioactividad es tan alta todavía que el exilio supone una condena a muerte. En esto ocurre que el protagonista, un crío que es hijo de uno de los mayores defensores de la auténtica imagen del hombre según la biblia, resulta ser un telépata que tiene contacto con varios niños telépatas más de los alrededores. Así que desde pequeños se ven obligados a ocultar su don. Pero cuando su hermana menor se revela como una telépata increíblemente dotada se verán obligados a escapar.
Las crisálidas es otra novela más de ciencia-ficción post-apocalíptica con involuciones sociales, mutantes producto de la radiación y nombres rimbombantes para denominar el armagedón. Por cierto que se está agotando ya el campo semántico para designar al suceso que acabó con la sociedad tal y como la conocemos. Tenemos la Convulsión, la Gran Reducción, el Diluvio de Fuego y la Simplificación, los Tres Días, etc. etc. A este paso habrá que empezar a recurrir a acrónimos o inventarse términos evocadores, por ejemplo la Fulcatonia para una hecatombe de origen geovolcánico o la Viterata para un desajuste mental suicida provocado por entidades sobrenaturales hinduístas.
En fin la novela no está mal, John Wyndham escribe muy bien y la trama se desarrolla con un buen ritmo. Pero repite cliché tras cliché de esta temática: discriminación del diferente; guerra entre humanos y mutantes; los individuos rechazados que se articulan como resistencia; las capacidades psiónicas como próximo salto evolutivo del homo sapiens, bla, bla, bla. A estas alturas está todo muy machacado. También tiene cierto tono cargante a novela juvenil, ya que los protagonistas son niños al empezar y cuando termina son adolescentes enamorados que se juntan en parejas de telépatas chico y chica. Y ese proceso de crecimiento van descubriendo la basura que es vivir en sociedad. Sin estar mal, la novela no destaca por nada en particular.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 35 minutos
3 comentarios:
Hay que verla con un poco de perspectiva, se publicó en 1955. Lo que ahora parece tan tópico entonces puede que no lo fuera.
@Morgen: No, desde luego ese mérito no se lo quito, pero sí es verdad que desde el punto de vista del lector, resulta un fastidio porque no puedes apreciarlo. No es culpa de nadie que desde 1955 llevemos acumuladas cientos de historias sobre mutantes (cómics, adaptaciones de cómics al cine, series de TV), así que al final el tema se ha agotado. En cualquier caso la novela no está mal, todo lo más por su enfoque parece destinada al público juvenil.
Iba a decir lo mismo que Morgen, temas que hoy están agotadísimos en su momento eran innovadores.
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