7 sept 2018

El lunes empieza el sábado - Arkadi y Boris Strugatski

Alexander Ivánovich Priválov conduce rumbo a Solovets para unas vacaciones cuando recoge a dos jóvenes autoestopistas. En la conversación intrascendente que se establece durante el breve trayecto que les queda para llegar a aquella ciudad, les informa de que es programador de ordenadores. Ambos resultan encantados de saberlo, puesto que necesitan un programador en su instituto. Para convencerle y no perderle de vista, le ofrecen alojarse en unas dependencias anexas a su centro de trabajo durante las dos noches que tenía pensado quedarse por allí. Una vez instalado empezarán a pasar cosas extraordinarias y totalmente fuera de lo normal. Un gato enorme que canta y toca una especie de cítara. Personas que aparecen en su habitación, discuten y se desvanecen sin previo aviso. Un lucio que habla. Voces que proceden del interior de un espejo. Una moneda de cinco kópeks que siempre vuelve a su bolsillo. Todo cobrará más de sentido, o puede que no, cuando el protagonista sepa que el instituto del que hablaban los dos autoestopistas no es otro que el NICASO: Nuevo Instituto Científico de Adivinación y Sortilegios.

En El lunes empieza el sábado, Arkadi y Boris Strugatski actualizan al S. XX las novelas de magia y fantasía, tomando como punto de partida muchos elementos del floklore ruso y la tradición europea de hechiceros y seres míticos sobrenaturales. El objetivo al contraponer modernidad y ciencia con tradición y taumaturgia no es otro que llevar al humor. No obstante lo que soy yo, no me he reído ni una sola vez. Digamos que el humor de los hermanos Strugatski es más bien absurdo y en lugar de carcajadas, lo que provoca es cierta sorpresa y admiración por lo enrevesado del mismo. Que no es que no tenga mérito, que lo tiene, pero hay que saber encontrarle la chispa para poder apreciarlo.

El libro está divido en tres partes, la primera como presentación transcurre en Solovets y las dos siguientes en el interior del instituto. La última es la que más me ha gustado, ya que aparecen ciertos elementos especulativos propios de la ciencia-ficción que elaboran una teoría muy interesante en torno a los viajes en el tiempo. Sin embargo no hay una trama definida y en realidad, podríamos decir que la narración no deja de ser una recopilación de anécdotas sobre sucesos increíbles protagonizadas por personajes de lo más original y extravagante. Así, capítulo tras capítulo tras capítulo tras capítulo. Esta impresión se confirma al llegar al posfacio escrito por Boris Strugatski, que viene a decir poco más o menos eso mismo. La lectura es muy fácil y entrenetida, aunque yo desde luego espero de un libro algo más que una relación inconexa de chascarrillos ocurrentes. Si tal y como se indica en el prólogo hay una crítica velada al modelo de vida soviético, o bien es muy sutil o bien hay un gap cultural que me ha impedido verlo. Otras opiniones en el Sitio de Ciencia-ficción, Crítica de libros y El anaquel, todos los cuales han quedado maravillados. Uno lee esas reseñas y da la impresión de que estamos ante una obra del calibre de Solaris o Stalker, ¡manda narices!

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