Una vez leída esta pequeña recopilación de relatos cortos a cargo de
Henry James, puedo afirmar con la autoridad (poca) que me permite el conocimiento de la misma (menos aún), que titular a este breve volumen
La tercera persona y otros relatos fantásticos es lo que se viene denominando una
desfachatez editorial. Mi propuesta, mucho más honesta con el lector, es que para futuras reediciones se cambie a
'La tercera persona, un relato fantástico, y otros tres relatos más'. Porque mira que hay que ser atrevido para intentar clasificar dentro de la temática fantástica a tres de los cuatro cuentos que incluye este breve volumen.
Luis Magrinyà, traductor de los textos, avisa en el prólogo que dicha componente es en algunos de ellos, por decirlo de alguna manera, ligeramente transversal. Ya os digo yo que es tan transversal que apenas pasa rozando la esquina de alguna página suelta. Y eso en el mejor de los casos. Como solo son cuatro, hoy me voy a permitir el lujo de hacer un brevísimo resumen de la trama de todos ellos:
- Sir Dominick Ferrand. Un joven aspirante a novelista compra un escritorio en un anticuario. Por accidente descubre un compartimento secreto que oculta cartas personales de un prohombre del gobierno británico ya fallecido. Una joven viuda que vive en su misma casa de huéspedes se inquieta sobre las mismas y le pide que las destruya.
- Nona Vincent. Otro joven aspirante a escritor recibe el mecenazgo de una mujer casada muy bien situada y aficionada a las artes. Nuestro hombre escribe una obra de teatro, homónima del cuento. Tras dos años de intentonas en balde, su bienhechora convence a un empresario para que la represente, pero la primera actriz no parece estar a la altura del personaje.
- El mejor de los lugares. Reflexión sobre el estrés de la vida moderna y el verdadero valor de las cosas desde una experiencia onírica.
- La tercera persona. Cuento de fantasmas que se aparecen una casa de la costa sur de Inglaterra habitada por dos primas solteronas.
A pesar de que el libro no llega ni a las doscientas páginas en la edición de Rialp, se me ha hecho bastante pesado de leer. La responsable de ello no es otra que la prosa del autor. Ampulosa, sobrecargada, densa y decimonónica son solo algunas de sus características. Sus frases interminables están repletas de aclaraciones y descripciones. La paciencia del lector contemporáneo se acaba bien pronto porque se ve obligado todo el rato a detenerse y regresar al principio de la frase para poder ir cerrando referencias anidadas. No le voy a quitar los méritos que tiene si lo consideramos desde un punto estilístico, pero todo lo que gana en la afectación artística se pierde en fluidez y facilidad de lectura. Valga como ejemplo el siguiente extracto tomado de
'Sir Dominick Ferrand':
"Fraseaba los versos con su avariciosa dulzura, y Peter, ahí sentado, sujeto como entre dos planchas de terciopelo, palpitaba con la emoción, luego irrecuperable en su forma genuina, de un joven artista que asiste por primera vez a la «ejecución» de su obra: [...]"
Ya solo el uso de verbos como
'fraseaba' o
'palpitaba' me provoca un rechazo tal que lo podría
somatizar en forma de enormes pústulas con enanos asesinos dentro. Por no hablar de tanta pausa ilustrativa, tras la segunda ya no sé qué parte del discurso en concreto está ilustrando. Caso aparte es, precisamente, el único relato que cae sin reservas dentro del género fantástico.
'La tercera persona' es mucho más ligero y entretenido, con claros elementos humorísticos y costumbristas, y unos personajes entrañables. En fin, una experiencia totalmente decepcionante. Excepto el último mencionado, dudo mucho que esta selección de cuentos destaque dentro de la narrativa breve del autor norteamericano. Tenéis más reseñas en
Saltus Altus y
Libros de Cíbola. Como era de esperar, ninguno de los dos le chista a un escritor tan ínclito.
4 comentarios:
Yo estoy leyendo a Hawthorne y también se me atraganta un poco la prosa, por otra parte intachable.
¡Estupenda reseña!
@Oriol: Tengo sentimientos encontrados respecto a la prosa ampulosa. Por un lado, reconozco que tiene mérito y también explota al máximo las posibilidades del lenguaje escrito. Pero por otro es muy cansina y pesada de leer. Yo diría que una vez al año no hace daño. Como siempre, gracias por pasarte por aquí y comentar.
Recuerdo un relato de Henry James (creo que se llamaba "En la jaula") escrito con un estilo tan lleno de matices interpolados y a la vez tan abstracto que resultaba complicadísimo saber de qué rayos estaba hablando el narrador, en qué consistían esos vaivenes de la conciencia de la protagonista a los que tanta atención prestaba (porque con Henry James la cosa siempre está en los vaivenes de la conciencia). Me sentí muy tonto leyéndolo. Me pasó lo mismo con "La copa dorada". Pero también tiene otras obras que me encantan: "Retrato de una dama" y "Otra vuelta de tuerca".
@el convincente gon: Admitámoslo: hasta el autor más grande puede tener días malos. O necesidad imperiosa de echarse algo al estómago, con lo cual la calidad de lo que le publiquen puede dejar de importarle demasiado. Por cierto que tengo una versión bilingüe de "Otra vuelta de tuerca" procedente de un regalo y es otro de esos libros que nunca me decido a leer, a pesar de que recuerdo que no abulta demasiado en páginas. Lo buscaré entre las pilas acumuladas para ponerme con él.
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