La recién elegida presidenta de los EEUU propone un desarme nuclear unilateral que es apoyado e imitado por todas las naciones con arsenal atómico. El día en que por fin se van a inutilizar todo el armamento ocurre un suceso inesperado que provoca la detonación descontrolada de todas las cabezas nucleares. Así que la humanidad se va al garete. Solo unas pocas personas logran sobrevivir y el resto se transforman en zombies debido a una tecnología especial que se iba a emplear para inutilizar la radiactividad. Entre los primeros están Tom Bennet y Tori, que en el momento de la deflagración estaban drogándose y follando en la caja fuerte del casino de Reno (Nevada), en que trabajaban. Él era crupier y ella camarera y streaper ocasional. Tuvieron sexo en esa sola ocasión, quizás por aburrimiento o por el estímulo adicional de la coca, porque Tom nunca le había caído bien a Tori, y ella se lo había dejado bien claro desde el primer momento. Sin embargo tras el desastre se verán forzados a convivir juntos y a colaborar por su superviviencia en una ciudad atestada de muertos vivientes deseosos de devorar sus carnes frescas. Por si esa situación no fuera suficientemente intolerable, las cosas empezarán a complicarse cuando detecten que los no-vivos están empezando a actuar con lo que parece ser cierto nivel de inteligencia. Y a cada día que pasa, la desarrollan un poco más.
«¡Oh, no! ¡Otra vez zombies!», diréis. Pues esa misma actitud recelosa tenía yo al empezar Remains, un poco ya harto de una temática que lleva saturándonos desde hace más de 15 años. Y no podía haber elegido peor ocasión para hacerlo, la verdad. Aun siendo una historia de terror en un mundo postapocalíptico plagado de zombies, por encima de eso estamos ante un relato de convivencia entre dos personas que no se soportan y se ven obligadas a cooperar para mantenerse vivos en el más absoluto aislamiento y en un entorno terriblemente hostil. ¡Anda que no me gusta a mí que las miserias humanas queden al descubierto! Considerando la brevedad habitual de este formato (el volumen se fulmina en 30 minutos escasos), creo que es toda una proeza conseguir que te olvides del trasfondo de horror y una vez terminado, la idea que persiste en tu cabeza sea la dificultad de la convivencia.
El guión correa a cargo de Steve Niles, quien empieza a ser todo un habitual en este blog. Hasta el momento no se puede decir que sus tramas me hayan parecido especialmente originales, pero desde luego hoy no puedo decir lo mismo. Del apartado gráfico se encarga Kieron Dwyer, quien tiene un estilo poco pulido intencionadamente. Casi se diría que los dibujos en realidad son bocetos, borradores previos de las viñetas definitivas que no llegaron a realizarse. Su gran dominio a la hora de plasmar los paisajes, las perspectivas o las escenas de acción contrasta con unos trazos y unos colores que parecen terminados a toda prisa y sin interés. Que evidentemente no es el caso. Como ocurriera con Ben Templesmith en Manchada de sangre, a Dwyer no le tiembla el pulso a la hora de aplicar técnicas de postprocesado digital para manipular sus imágenes. Por ejemplo el efecto de desdenfocado que aplica a las viñetas con explosiones para darles realismo es convincente a más no poder.
Resumiendo, un cómic muy entretenido y bien planteado que me ha pillado totalmente desprevenido. Me he tenido que tragar una píldora de humildad por prejuzgarlo tan erróneamente antes de ni siquiera abrirlo. Por cierto, hay una adaptación homónima a la gran pantalla (Colin Theys, 2011). Lástima que la puntuación que recibe en las webs habituales no augure nada bueno de la película. Para otras opiniones podéis leer la entrada que le dedican en De fan a fan.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 7 horas
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