En la vida de Andreas Egger no ocurrió nada que aparentemente sea digno de ser recogido en un libro. Su madre, de vida licenciosa y muerta por tuberculosis a principios del S. XX, lo dejó al cuidado de uno de sus cuñados. Así pues en 1902 y siendo tan solo un chiquillo se instaló en la granja de su tío en un precioso valle de los Alpes. Allí empezó a trabajar sin descanso desde que llegó. Sufrió la brutalidad y las constantes palizas de su pariente, una de las cuales le dejó cojo de por vida. La vida se empeñó en no ponerle las cosas fáciles a Andreas, pero él no se acobardó. Discreto, callado y reservado, su lesión se vió compensada por su gran fortaleza física y su dedicacion al trabajo. Seremos testigos de todo lo que le ocurre en su vida desde que se instala en las montañas y hasta su fallecimiento a los 79 años. No tuvo grandes aspiraciones, ni consiguió grandes logros. Un alud le arrebató a Marie, su único amor, mientras dormía en su modesta cabaña. Sin haber abandonado su pueblo más que para servir en el frente del Cáucaso durante la II Guerra Mundial, tuvo ciertos momentos en que entrevió la posibilidad de estar perdiéndose muchas cosas. Pero aun así estaba satisfecho de lo que había logrado, pues se bastó a sí mismo para llevar una vida honrada y humilde a pesar de contar con todos los elementos en oposición.
Robert Seethaler consigue plasmar en poco más de 130 páginas una preciosa defensa de la vida sencilla en armonía con la naturaleza. Yo he sido el primero en sorprenderme al ver que un relato tan simplón sobre un personaje tan anodino me estaba emocionando sin reservas. Porque Toda una vida no es un libro de actos sublimes, aventuras inolvidables o pasiones arrebatadoras. El protagonista no busca emociones fuertes, experiencias imperecederas o incrementar sin fin sus posesiones materiales. El autor austriaco intenta más bien hacernos ver, desde una sabiduría ancestral, que lo verdaderamente importante poco nada tiene que ver con lo que estamos habituados a valorar en la sociedad actual. Que hay que ignorar el modelo falaz de éxito que nos venden desde que nacemos y que tenemos que empezar a apreciar las cosas simples, a ser coherentes con nosotros mismos y respetuosos con el planeta. Se podría alegar que esta evocación de un pasado bucólico en la naturaleza (aunque sean solo unas cuantas décadas atrás en el siglo XX), resulta un recurso facilón y engañoso. Pero el autor no oculta en ningún momento las durísimas condiciones que impone vivir en y del campo, dejando bien claro eso sí que el progreso sin planificar no es la solución. Egger, desde su aparente ingenuidad, es plenamente consciente de las contradicciones y peligros que acarrea la properidad económica a cualquier precio, tan incontrolable y devastadora como una tormenta de nieve en las cumbres. De ahí que se lamente de los efectos que el turismo está teniendo en su comarca: por un lado la zona se está enriqueciendo y la calidad de vida de los lugareños está mejorando; por otro los esquiadores y senderistas de la ciudad, que son quienes generan esa riqueza, vienen cargados de arrogancia, vanidad, ansiedad.
Me ha pareceido una novela maravillosa. Seethaler ha sabido escribir un texto entrañable y cargado de sensibilidad sobre uno de los millones de habitantes de este planeta -entre los que me incluyo- que pocos o ningún motivo tienen para dejar huella en quienes le sobrevivan. Pero precisamente la grandeza del historia reside en destacar la importancia del anonimato, en lo excepcional que puede ser la irrelevancia y sencillez de la existencia de todos ellos (de todos nosotros). Bueno al menos así lo entiendo yo, en Libros y literatura y Entre montones de libros también se han rendido a la narración. Si bien hay quien lo ve de otra manera, echad un vistazo si no a Deborahlibros.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 6 horas
1 comentarios:
A ver si los de Salamandra nos están troleando y hay dos ediciones distintas... ;-P Me alegro de que lo disfrutaras, no obstante. ¡Un saludo!.
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