Toda la narrativa corta de Orson Scott Card hasta 1990 se reunió en un volumen denominado Mapas en el espejo. Este tomo ha sido editado en diferentes formatos, uno de los cuales agrupa los cuentos por temáticas. Con este planteamiento se dividió la antología en cinco libros, el primero de los cuales, que es el que me ocupa hoy, está dedicado al terror. O más bien al "espanto", si nos atenemos a la división personal que el autor hace del género. Según él mismo nos indica en el prólogo, la capacidad de un relato para provocar miedo es mucho más acusada en aquellas tramas en las cuales el objeto que nos causa pavor nos es desconocido. Según deduce, es esa capacidad de inspirar espanto desde la incertidumbre la que caracteriza la obra Stephen King y la razón de que este escritor haya tenido tanto éxito.
Los once relatos cortos de terror incluidos en El ahorcado. Cuentos de espanto consiguen transmitir desasosiego, inquietud e inseguridad (títulos en el link). Visto el resultado quizás haya que darle la razón en su planteamiento, porque no voy a ocultar que me han gustado mucho, a pesar de que uno tras otro repiten el esquema de persona aparentemente ***normal*** que tiene un lado turbio y por tanto hace cosas malas a personas buenas e inocentes y en consecuencia recibe un justo castigo por sus malas acciones. Abundan los elementos de ciencia-ficción y fantásticos, o aspectos relacionados con el oficio de escritor, todos ellos con planteamientos e ideas muy originales.
El principal problema que sobrevuela todas las piezas es el maniqueísmo ridículo y la condescendencia religiosa con que el escritor trata a los protagonistas, y por ende al lector. Como es bien sabido, Card pertenece a la iglesia mormona, de cuya congregación ha sido siempre un feligrés muy activo y comprometido. El ideario conservador de este credo se puede leer entre líneas en los cuentos, que destilan moralina por los cuatro costados. Esto resulta molesto pero tampoco supone mucho inconveniente porque es fácil de detectar. Cualquier lector con un mínimo de capacidad crítica puede abstraerse de él sin apenas esfuerzo. Al fin y al cabo son cuentos fantásticos de terror, cualquier cosa puede ocurrir en ellos por más que en la realidad todos nuestros actos se desplieguen en zonas grises de la ética y la moral, y los delitos y abusos que ocurren a diario no siempre resulten penados.
Ahora bien, lo que me ha resultado muchísimo más cargante es el epílogo. En él, el autor norteamericano explica brevemente el contexto y la génesis de cada uno de los relatos. Ahí se deja de sutilezas y llama a las cosas por su nombre, dejándose llevar sin tapujos por su concepción reaccionaria de la vida mamada de las doctrinas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Que conste que no tengo ningún problema con las religiones en tanto en cuanto son construcciones humanas que permiten obtener consuelo ante lo incognoscible de la existencia. Ahora bien, emplearlas como instrumentos para someter a las personas e imponer un orden revelado por un ser imaginario y todopoderoso es algo completamente diferente. Y por ahí, no paso. Tenéis mas reseñas en La hora falsa y El mundo de Yarhel. El primero no ha acabado convencido del todo, pero el segundo sí. Los dos incluyen una breve sinopsis de cada cuento.
Ava en la noche - Manuel Vicent
Hace 35 minutos
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