Martin Bauman es un escritor joven a quien conoceremos a principios de los 1980s mientras asiste a un curso semestral de escritura dirigido por el famoso editor Stanley Flint. Inteligente y con mucho talento por un lado, pero ambicioso y inseguro por otro, tras finalizar los estudios universitarios se traslada a vivir a Nueva York. Gracias a un par de relatos cortos que ha publicado en prestigiosas revistas, empieza a trabajar en una editorial desempeñando las tareas más básicas. Serán no obstante sus antiguos compañeros de clase, la mayoría de ellos procedenes de la clase alta neoyorquina y/o el mundo editorial, quienes le facilitarán la entrada en la gran camarilla del negocio de los libros en esa ciudad.
No sé muy bien qué se proponía David Leavitt cuando escribió Martin Bauman. Quiero pensar que se trata de una crítica al esnobista y elitista mundo editorial y literario que seguramente le tocó vivir, ya que su edad coincide más o menos con la del protagonista. Y si quiero pensar que es una crítica es porque el retrato de esos ambientes y personajes es tan nauseabundo que me cuesta pensar que debajo de tanta inmundicia no haya en realidad una capa que censura lo que está exponiendo. Para empezar, el personaje central es pedante, clasista, egoista e inconstante. Sus juicios sobre el mundo que le rodean pecan de la ingenuidad y el desinterés que solo pueden provocar las ridículas reflexiones de un veinteañero engreído de clase acomodada, patéticas cavilaciones que la vida se encargará de demoler: mi amor será único y especial, yo soy mejor escritor que todos esos mediocres, yo no soy como esos maricones que solo quieren follar y dan mala fama a los gays honestos. Yo, yo, yo, mi mundo, mi vida, mi carrera en las letras, ¡laureles y pífanos para recibr a Martin Bauman, famoso literato!, yo, yo, yo. Precisamente el único elemento de su personalidad que despierta cierto interés en él son los conflictos que le generan su homosexualidad, pero es tan egocéntrico que ni siquiera por ahí provoca simpatías en el lector. De entre el resto de personajes secundarios hay alguno que otro que consigue emocionar algo (quizás el que más Eli, su pareja durante algunos años; también Seamus, un escritor gay maduro muy activista), pero en general todos son tan superficiales, ricos y frívolos, y su sociedad es tan acomodada, exclusiva y endogámica que lo único que provocan es apatía y rechazo. Y son casi 450 páginas de apatía y rechazo, que ya le vale a Leavitt, tantas páginas para decir tan poco.
La novela tiene muy pocas cosas aprovechables. Todo lo más los hechos históricos que la acompañan: la llegada de Reagan a la presidencia de los EEUU, la crisis del SIDA y para de contar. Sin esa capa de crítica que me gustaría creer que existe, resulta bastante difícil de soportar. Bueno, dejémonos de medias tintas, el libro cansa y aburre incluso aunque existiera la intención de criticar en un subnivel profundo, algo que yo me empeño en intuir con la simple intención de aportar algún sentido a esta lectura. Una narración a la que no merece la pena dedicar ni cinco minutos. No ha sido fácil encontrar otras reseñas en esta ocasión, pero entre decenas de links de descargas he encontrado a Página/12 y La puta historia. El primero no cree que sea la mejor obra del autor norteamericano. El segundo sin embargo la tiene en mucha mejor consideración debido a que compartir ciertos vínculos personales y emocionales con el protagonista.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 37 minutos
2 comentarios:
Nooo. Tenía grandes esperanzas depositadas en esta novela, mi algoritmo de confianza (Readgeek) había pronosticado que me iba a encantar en grado 9,5 (sobre 10), y vas tú y te la cargas. ¿Con qué espíritu la leo yo ahora?
@el convincente gon: Bueno, bueno, no me hagas mucho caso. Ya sabes cuánto me gusta soltar exabruptos, por no hablar del claro efecto que tienen en el incremento de las visitas al blog, ¡nos gusta el morbo, así somos! En cualquier caso, por lo que he leído por ahí la mayoría de las opiniones coinciden en que ésta y 'Junto al pianista' son sus novelas más flojas.
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