4 abr 2017

Una afición peligrosa - Patricia Highsmith

Hasta el momento y por más que admire profundamente su faceta de novelista, la calidad de los relatos cortos de Patricia Highsmith me ha parecido demasiado variable, con algunas colecciones muy buenas y originales (Pequeños cuentos misóginos, Crímenes bestiales) y otras no tanto (Sirenas en el campo de golf, Catástrofes). Una afición peligrosa junto con Pájaros a punto de volar son libros póstumos que incluye cuentos inéditos hasta la fecha, o sólo publicados en revistas, nunca en otras de sus compilaciones de narrativa breve. Un interesantísimo artículo de Paul Ingendaay que aparece a modo de epílogo nos indica que los textos que aparecen en este volumen datan de un periodo que abarca las décadas de 1950, 60 y 70 y añade que las razones que llevaron a la escritora a no intentar publicarlos siguen siendo un misterio.

Este libro inclina la balanza positivamente a favor de Highsmith en mi experiencia con su obra corta, ya que el nivel de los cuentos -de todos ellos-, me ha parecido insuperable. Son como sus espeluznantes y maravillosas novelas, solo que condensadas en unas pocas páginas: una prosa perfecta que imprime un ritmo trepidante, una colección impagable de personajes trastornados capaces de casi todo o a quienes les ocurre casi de todo, unas temáticas asfixiantes, turbias y opresivas en las que hay un poco de todo: intriga psicológica, tramas noir protagonizadas por psicópatas, cuentos de animales, etc. Los catorce relatos del volumen son:

  • El problema de la señora Blynn, el problema del mundo
  • Nada extraño a simple vista
  • El retorno
  • Un completo fracaso
  • El mejor amigo del hombre
  • Pájaro en mano
  • Una afición peligrosa
  • El segundo cigarrillo
  • Las cosas salieron mal
  • Dos palomas muy desagradables
  • Trato hecho
  • Música que mata
  • Variaciones sobre un juego
  • Una chica como Phyl
Independientemente de los protagonistas o la trama, los cuentos comparten un leitmotiv común: la decepción y el fracaso. El ser humano decepciona a sus congéneres (y por supuesto también a los animales) y tanta decepción desemboca en una sensación de fracaso tal, que resulta imposible de asumir, lo cual conduce a un final trágico. Además, por el camino los personajes secundarios se revelan como individuos mezquinos, inútiles, despreciables. Evidentemente con este sustrato de podredumbre humana, violencia, sufrimiento y desgracia con finales infelices en 12 de los 14 cuentos, no me quedaba más remedio que maravillarme por todos y cada uno de ellos. Quizás el único fallo que en mi opinión se podría mencionar es que en muchas ocasiones los cierres son un poco forzados y no están muy bien traídos. En especial, cuando Highsmith recurre al suicidio de los protagonístas, las circunstancias a las cuales les había abocado eran ya suficientemente dramáticas. Solo se me ocurre que se pueda tratar de una forma de expiar su culpa, pero francamente, esta explicación no encaja demasiado bien con una autora que alcanzó fama mundial haciendo que Tom Ripley asesinara a un millonario, le suplantase y consiguiera que su delito quedara indemne. Tenéis otra reseña en La toalla del boxeador.

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