Martin (aka. Manuel) Venator es un historiador y profesor universitario que durante las noches trabaja como camarero para El Cóndor, el tirano que gobierna Eumeswil desde su alcazaba. Eumeswil es una ciudad-estado localizada en algún punto sin determinar que podríamos situar en el actual Marruecos sin temor a errar mucho el tiro. Surgida tras la guerra civil de escala planetaria que desbarató el Estado Mundial que se habia creado para hacer frente a los cientos de problemas que afectaban a la Tierra (inestabilidad política, conflictos armados, crisis medioambientales, agotamiento de recursos, etc.), solo sabemos que existe en un futuro no demasiado lejano en el que principios del S.XXI ya forma parte del pasado. Manuel, procedente de una familia de historiadores (su padre y su hermano también lo son), considera que su proximidad a la cúpula gobernante le garantiza una oportunidad excelente para conocer y documentar de primera mano el funcionamiento del poder despótico. No pierde detalle de lo que se habla en las reuniones que tienen lugar tras las cenas en la alcazaba, y registra en sus notas todo lo que ocurre y se comenta. En esas tertulias nocturnas maceradas en alcohol son fijos Domo y Attila, jefe de seguridad y médico personal de El Cóndor, respectivamente. También se invita a la élite cultural de la ciudad cuando son requeridos: Vigo, reputado historiador; Bruno, filósofo; Thofern, experto en gramática. Esas notas de que Manuel/Martin tanto nos habla constituyen, a modo de ficción narrativa, esta inclasificable novela.
Me enfrento hoy a uno de los textos más complicados de clasificar que he leído nunca. Puestos a definirlo yo diría que estamos ante un ensayo novelado, o bien, una novela filosófica, aunque me inclino más por lo primero. Lo que Ernst Jünger hace en Eumeswil es, básicamente, desarrollar el concepto de anarca, una suerte de anarquista sin ningún compromiso con el activismo político. El anarca, probable transunto de él mismo, se siente totalmente desvinculado de la sociedad en la que vive, aunque acepta su existencia y se adapta a ella sin ánimo alguno de realizar mejoras ni cambios en la misma. Rechaza cualquier modelo de gobierno que coarte su bien más preciado, su libertad individual, pero simultáneamente, dado que el goce de dicha libertad es un privilegio exclusivamente suyo, ésta no se puede ver amenazada por ninguno de ellos. De todas formas estas ideas generales son demasiado simplistas para abarcar todos los frentes que ataca el autor para plasmar sus ideas. El libro está plagado de referencias a movimientos filosóficos y políticos que se relacionan con este neologismo: anarquismo, solipsismo, comunismo, socialismo utópico, etc. También son legión los intelectuales que bien por alinearse con su ideas o bien oponerse a ellas se mencionan y tratan: Charles Fourier y Benjamin Tucker entre los primeros; Donoso Cortés, que ahora recuerde, entre los segundos. Pero si hay una figura que resulta imprescindible para el escritor es sin duda, Max Stirner, en cuyas reflexiones respecto a la individualidad y la libertad personal se encuentra la génesis del anarca.
Jünger expone los aspectos que le interesan sin demasiada linealidad ni continuidad temporal, lo que provoca cierta dispersión en la narración. Sin embargo, una vez tomas conciencia de que su objetivo real es filosófico, la trama, los personajes y el contexto se revelan como elementos de fondo que favorecen la comprensión de sus razonamientos. Al tratarse de una novela que transcurre en el futuro, los protagonistas emplean en su vida diaria ciertos dispositivos tecnológicos que evidencian el gran talento anticipativo del autor. De esta manera, no resulta complicado identificar el fonóforo con los actuales teléfonos móviles; mucho más interesante pero también difícil de concebir es el luminar, un complejo sistema de información que aúna elementos de bases de datos documentales e inteligencia artificial, pero que a la vez es capaz de sintetizar escenarios holográficos inmersivos basándose en todo el conocimiento que tiene almacenado. El acceso ilimitado de Manuel a este dispositivo, facilitado por su cercanía y buenas relaciones con El Cóndor, le garantiza disponer de una cantidad ingente de información con que madurar sus ideas.
La verdad es que no sabía muy bien a qué me enfrentaba al empezar este libro, pero dadas mis simpatías por el movimiento libertario y el anarquismo primitivista -al menos conceptualmente-, he de admitir que he disfrutado mucho con su lectura. Ya sea por los aspectos filosóficos, por los históricos (sin ir más lejos la dictadura fraquista y Franco se mencionan al menos en un par de ocasiones) o por esa sutil ambientación scifi de tintes distópicos, mi impresión es que estamos ante una obra brillante. Más reseñas en El Boomeran(g) y Crítica de libros.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
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