En
Crímenes bestiales Patricia Highsmith cambia sus habituales devaneos con la psicopatía criminal para otorgar a 13 animales la posibilidad de vengarse de los abusos y malos tratos a que los someten sus dueños humanos. La cosificación y el utilitarismo que anula la individualidad de los animales y el derecho a tener sus propios intereses al margen de los del
homo sapiens, recibe por tanto un justo desquite al mismo nivel de crueldad con que operan los hombres. Ahí va la lista de cuentos:
- La absolutamente última actuación de «Corista»
- La venganza de «Djemal»
- Allí estaba yo, cargando con Bubsy
- La mayor presa de «Ming»
- La muerte de la temporada de trufas
- La rata más valiente de Venecia
- El caballo máquina
- El día del ajuste de cuentas
- Notas de una cucaracha respetable
- «Eddie» y los robos del mono
- Los hámsters contra los Webster
- «Harry», el hurón
- Paseo en chivo
A nivel literario no destacan por nada especial, me han parecido correctos -que ya es- y para de contar. De hecho el formato se repite en casi todos: exposición del maltrato, muchas veces con torturas que solo niños o individuos psicológicamente muy enfermos serían capaces de llevar a cabo, desarrollo del plan de venganza, ejecución de la vendetta por parte del animal. Algunas veces son algunos humanos con algo de más sensibilidad los que fuerzan un desenlace desgraciado. La verdad es que mis sensaciones mientras los leía eran contradictorias. Por un lado pena, mucha pena por los animales porque se reflejan muy bien los abusos constantes que padecen, incluyendo aquí cuestiones como la reclusión en zoos o la cría instensiva de ganado que hablan muy bien de la capacidad observadora y crítica de
Ms. Highsmith. Por otro lado satisfacción de que al menos por una vez y aunque sea ficción, los animales tienen opción a plantar cara al ser humano en igualdad de condiciones, aunque eso suponga ponerles a su despreciable altura. Finalmente en alguna ocasión y debido a la brutalidad de algunos finales, en un primer momento no me ha quedado más remedio que empatizar con el ser humano, aunque tras recapacitar un instante me he rendido a las leyes del karma y he encontrado justo y necesario el dolor provocado. Para más reseñas,
Lo que leo y
Biblioteca errante. En el primero no ha gustado, en el segundo sí.
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