Revisando mi lista de posts he comprobado que llevaba casi un año sin leer a
Philip K. Dick, en concreto
desde agosto de 2013 (evidentemente la
reciente biografía de este autor a cargo de
Emmanuel Carrère no cuenta). ¿Posibles causas de esta dejadez? Saturación, así de simple. Uno se puede llegar a cansar de repetir la misma retahíla de adjetivos -encabezados por
dickiano- post tras post. A estas alturas cualquier aficionado a
Dick sabe que sus temáticas y sus recursos estilísticos son recurrentes. Así pues, aun a pesar de que sigue siendo uno de los pocos escritores de ciencia-ficción que me gustan incondicionalmente, un alejamiento temporal era necesario para mantener viva la chispa de mi admiración. Y creo que me ha venido estupendamente porque he pillado esta tercera entrega de relatos cortos con mucha gana y además, la gran mayoría me han parecido bastante buenos. Ahí va la lista, un poco por seguir el patrón habitual en los posts de relatos cortos de incluir los nombres de todos ellos:
- Coto de caza
- El ahorcado
- Algunas peculiaridades de los ojos
- El hombre dorado
- Y gira la rueda
- El último experto
- El padre-cosa
- Un paraíso extraño
- Tony y los escarabajos
- Nul-O
- Servir al amo
- Pieza de colección
- Los reptadores
- Campaña publicitaria
- La estratagema
- Sobre la desolada Tierra
- Foster, estás muerto
- La paga del duplicador
- Veterano de guerra
- La barrera de cromo
- Desajuste
- Un mundo de talentos
- ¡Cura a mi hija, mutante!
Prologado por
John Brunner, un vistazo rápido a la ficha del libro en la web de la editorial nos informa de que
Dick escribió los 23 relatos incluidos en este tercer volumen en poco más de un año, justo antes de publicar su primera novela a mediados de los 1950s. Este contexto nos ayuda a entender perfectamente el aire a Guerra Fría y fatalismo nuclear que destilan la mayoría de ellos. La amenaza extraterrestre es otra constante: invasiones silenciosas que van haciendo de la Tierra un planeta ocupado por taimadaos seres de otros mundos se alternan con cruentos relatos de conflictos entre humanos y aliens cuyos planetas hemos colonizado durante siglos. También hay alguno que juega con la dificultad en distinguir el mundo que nos entregan los sentidos de una alucinación. Y la enfermendad mental desde luego: paranoia, esquizofrenia, etc. Para mi sorpresa todo ello va regado con unas críticas descaradas al estilo de vida americano/occidental. El consumismo como instrumento de control de las masas. El desprecio al diferente (mutantes) como metáfora de los conflictos raciales/sociales. La imposición de un pensamiento único y la criminalización del pensamiento crítico/alternativo. Todo ello con esa ambientación entre
mid century modern y retrofuturista que tanto me gusta: grandes edificios de viviendas de hormigón, terrazas con pistas de aterrizaje, Venus y Marte reclamando un gobierno autónomo, taxis conducidos por robots, cohetes monoplaza, traslados al trabajo en transporte público aéreo, videófonos, residencias suburbanas dotadas de los mayores adelantos del hogar, precogs, telépatas, individuos con peligrosas capacidades psi...
La única pega que les puedo poner es que la mayoría de los cuentos terminan con un giro que pretende ser sorprendente y que para mi gusto, estropea todo el desarrollo de la historia. Este final, a veces pretendidamente ingenioso, otras con supuesto transfondo inquietante, no está a la altura de toda la trama que ha conducido a él, pero se puede comprender dado que los relatos se tenían que vender a las revistas y el golpe de efecto final parece un recurso obligado para ganar puntos. De los tres libros de cuentos de
Dick que me he leído hasta el momento, éste me ha parecido el más coherente en contenido. Además, para mi gozo y disfrute personal, no hay ni una concesión a la fantasía y está escrito en el más puro estilo
dickiano (lo avisé, es inevitable tirar de este epíteto). Tenéis otras reseñas en
El Anaquel y
Aula de Filosofía de Eugenio Sánchez Bravo. Esta última incluye un breve resumen de cada relato.
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