No recuerdo de dónde ha salido este ejemplar de Plaza Real: Safari de Nazario, porque no es la reedición de 2006 de la editorial La Tempestad que os enlazo, sino la original de 1995 a cargo de Ediciones Vosa que difiere al menos en la portada con un coqueto troquelado. Lo mismo da, lo cierto es que llevaba ya varios años muerto de risa en alguna estantería y anoche en un rato me lo ventilé. Se trata de una colección de unos 30 textos, unos pocos son de carácter explicativo y nos aportan datos meramente técnicos sobre esta preciosa plaza barcelonesa situada en pleno barrio gótico y al lado de Las Ramblas. Desde su génesis arquitectónica a partir de un antiguo convento a mediados del S. XIX, a sus posteriores remodelaciones o personajes famosos que han vivido en ella. Sin embargo el cuerpo general del libro lo constituyen pequeños relatos cortos (apenas tres páginas en la mayoría de los casos) en los que el autor nos describe el tejido humano y animal que la habita. Es particularmente interesante porque recoge las escenas de una Barcelona pre-olímpica que reflejan una marginalidad totalmente alejada de la aséptica ciudad-parque temático para turistas en que se ha convertido con posterioridad a los JJ.OO de 1992. Se suceden los capítulos dedicados a los borrachos, los camellos, los drogadictos, las palomas, los vencejos, las prostitutas, los mochileros que sólo se hacían notar en verano y a quienes apenas se veía el resto del año, los descuideros, los moros y negros que malvivían en las pensiones de ínfima categoría de la plaza, etc. Además, cada capítulo va precedido de una ilustración alusiva al tema que se va a tratar.
Mención especial merecen unos pocos escritos que hablan del malogrado artista, y activista anarquista y LGTB Ocaña, y su relación con la plaza, donde vivió durante toda su estancia en la Ciudad Condal. El retrato de esa Barcelona underground y radicalmente rompedora de los años 1970s, de la que el propio Nazario formaba parte en su faceta de dibujante y guionista de cómics, es arrebatador. La narración de la propia marginalidad homosexual en la que ambos se movían resulta motivo más que suficiente para hacerse con este pequeño volumen. Cuesta imaginar el grado de degradación urbana y social que tenía dicha plaza hace 30-40 años, comparable a la que sufrían por ejemplo la plaza de Chueca y de Santa Ana en Madrid (por cierto mencionadas por el autor cuando comenta que algunos yonquies desalojados de la plaza Real se trasladaron a esas plazas madrileñas), sin embargo el cuadro de tipismo y extravagancia descrito hace que te den unas ganas incontrolables de ver el documental Ocaña, retrato intermitente (1978) de Ventura Pons para ver cómo el autor, Ocaña y otros habituales de su círculo recorrían travestidos las Ramblas convocando tras de sí un tropel de divertidos curiosos. No he encontrado reseñas de esta gema del bizarrismo barcelonés en la blogosfera, así que el habitual apartado de links a otras críticas queda desierto.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 8 horas
1 comentarios:
Me lo apunto. ¡Gracias!
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