El doctor Martine es un reputado neurocirujano destinado en un hospital de campaña en mitad del África negra durante la III Guerra Mundial, que según se plantea transcurrió a principios de los 1970s. Nuestro protagonista plasmaba sus pensamientos sobre la situación mundial en un diario que recogía su ideario pacifista. Toda su filosofía se basaba en el rechazo a la sumisión ciega que la población tenía a los superordenadores EMSIAC. Estos mega cerebros electrónicos, que regían de facto los dos grandes bloques sociopolíticos y económicos mundiales, fueron de hecho los que iniciaron la contienda. Los horrores de la guerra se manifiestan a Martine en toda su magnitud en Teddy (Theo) Gorman, un joven y heróico aviador a quien él y su compañero, el doctor Helder, deben operar de urgencia. Teddy fue un reconocido activista pacifista en el periodo de entreguerras pero ha terminado desolando ciudades enteras lanzando bombas H desde su caza. En la mesa de operaciones pierde las dos piernas y debido a su maltrecho estado, es sujeto a técnicas experimentales de neurocirugía. La rabia de Martine al enfrentarse a este caso en particular actua como detonador de su decisión a negarse a seguir aceptando órdenes de EMSIAC y en mitad de la noche, olvidando sus pertenencias, deserta robando un avión momentos antes de que se produzca un ataque masivo a su emplazamiento. 18 años después de finalizada la III Guerra Mundial, el doctor Martine se oculta entre una pacífica tribu en una isla ignota del Índico, donde vive completamente desconectado del nuevo orden mundial. Nuestro especialista ha podido seguir practicando la neurocirugía lobotomizando a los habitantes violentos del lugar. Se ha limitado a mejorar la tradicional técnica local denominada Mandunga, con la cual los hechiceros locales expulsaban los demonios de los lugareños más agresivos. Martine ha rehecho su vida en esta isla, pero un día atraca en sus playas un barco cargado de unos individuos de lo más extraño: la mayoría de sus miembros (si no todos) están amputados y unas hipertecnológicas prótesis ocupan sus lugares. La agenda secreta que traen estos hombres cercenados hará que el protagonista tome la decisión de regresar a Norteamérica, con el objetivo de comprobar qué ha podido ocurrir en sus años de ausencia para que los seres humanos hayan cambiado de una manera tan imprevisible.
Limbo aparece en casi todas las referencias como una distopía injustamente ignorada por el gran público. Se la suele comparar con clásicos del calibre de '1984' y 'Un Mundo feliz'. Sin embargo, tras terminar las casi 450 páginas de la edición de Minotauro, puedo constatar que no ha sido ninguneada porque el público le tenga manía a Bernard Wolfe por su pasado como guardasespaldas de Trotsky, por dar una razón absurda. Efectivamente se trata de una distopía pues el futuro que plantea es desesperanzador, y mucho, pero también retorcido en exceso hasta sobrepasar lo verosímil. El desarrollo de toda la historia es muy árido, de difícil lectura y lo más importante en mi opinión, con bases muy poco creíbles. Tras la huída del doctor Martine del hospital, su colega logra salvar su cuaderno y escapa con vida junto con Theo. El doctor Helder empieza a leer los apuntes del protagonista y da lugar a un movimiento de oposisición al guerra desde la idea del NO y del rechazo a los EMSIAC. Él y el héroe amputado consiguen destruir el megaordenador americano, y un aviador laureado equivalente a Theo en el lado ruso/oriental hace lo mismo con su propio supercomputador. Paradójicamente, Helder sobredimensiona la importancia de una broma instrascendente recogida en los diarios de Martine, a quien dan por muerto pero que se ha convertido ya en apóstol póstumo de la paz: el desarme (en inglés disarmament) no puede ser posible hasta que el ser humano haya perdido los instrumentos con que pone en práctica la violencia, esto es, los brazos (arms). La amputación voluntaria de las extremidades pasa a ser una muestra irrefutable de la voluntad del hombre por la paz. El movimiento Immob (de inmovilización) se populariza y la mayoría de los hombres adultos buscan ser tetra-amp (tetra-amputados) por el status que la nueva sociedad les concede. Se desarrollan unas prótesis que mejoran sustancialmente los miembros originales, pero aparecen facciones a favor del uso de las mismas(pro-pro) y en contra (anti-pro). Pero en este nuevo mundo, como distópico que es, la discriminación persiste, pues ni mujeres ni los individuos de otras étnias que no sea la caucásica puede acceder al programa vol-amp (amputación voluntaria). Los afroamericanos ocupa puestos infravalorados en una estructura industrial manejada por superordenadores. Además el Colombio, un metal raro y escaso, es imprescindible para la fabricación de las prótesis, lo cual provoca rivalidades soterradas entre los dos grandes bloques, con programas ocultos de prospección y control de recursos que contravienen las cartas magnas de ambos bloques.
En fin, lo dejo aquí porque podría seguir durante horas sin aclarar nada. Reconozco que hay muchas ideas originales, no lo pongo en duda. No voy yo a quitarle importancia a la anticipación sobre el uso de herramientas de mejora del ser humano que podrían enlazarse con elementos típicos del cyberpunk. Y qué decir del paralelismo del Colombio con el coltán, esto es casi una premonición sobre las necesidades minerales de la tecnología más avanzada. Muy innovador también por incorporar a principios de los 1950s aspectos revolucionarios sobre cibernética, teoría de sistemas y de control. No le niego la importantancia en esos aspectos, pero en mi opinión, el error fundamental de la obra es que que desde un punto de vista simplemente evolutivo el concepto sobre el que se construye toda la anti-utopía es muy difícil de creer. No obstante el autor no lo piensa así, así que para justificar esta deriva masoquista autoamputadora de la vida en la Tierra, Wolfe despliega todo su conocimiento sobre teorías psicológicas y psiquiátricas muy difíciles de digerir. El resultado final es una obra que pretende abarcar mucho y justificar todo, y como bien sabe el refranero español, así difícilmente se va a conseguir un cierre compacto en ninguno de los temas tratados. Por resumir en una frase, mi recomendación es no acercarse a este libro a menos de 100m. Tenéis más reseñas en Liter Área Fantástica, Crítica de libros y El lector compulsivo. Los dos primeros están en la línea de ya-va-siendo-hora-de-que-se-reconozca-esta-obra-como-literatura-scifi-de-gran-calidad; el último está más en mi línea.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 7 horas
3 comentarios:
Yo lo recuerdo denso, denso, denso. Pero la verdad es que no me había disgustado. De adolescente me interesaba mucho el tema de la violencia y 'Limbo' me dio mucho que rumiar. Las escenas de los Juegos Olimpícos tenían bastante fuerza, ¿no? Es de lo poco que recuerdo.
@el convincente gon: ¿¿¿Que te leíste Limbo siendo un adolescente??? Creo que efectivamente es una lectura bastante densa, me resulta admirable que consiguieses terminarlo. A mi la escenas de los JJ.OO. no me han parecido gran cosa, también he de reconocer que a medida que avanzaba me iba predisponiendo en contra.
Bueno, digo adolescente por redondear. En realidad estaba más cerca de los veinte que de los quince y no estoy muy seguro de que me enterase de gran cosa. Aunque era muy voluntarioso, eso sí. Con la ciencia ficción tuve una paciencia que no he vuelto a poner en práctica con ningún otro género. Es más, si llego a coger 'Limbo' de adulto no creo que hubiese aguantado ni diez páginas.
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