Imagino que la trama de Crash será bastante conocida gracias a la inquietante adaptación cinematográfica que David Cronenberg realizó en 1996. El protagonista (cuyo nombre coincide con el del autor, James Ballard) sufre un accidente de tráfico a raíz del cual conoce al doctor Robert Vaughan, antiguo presentador de documentales científicos de TV. La oscura, fascinante y arrolladora personalidad de este individuo termina contagiando a Ballard sus mismas obsesiones y fetichismos: la expresión y culminación del deseo sexual mediante los coches y los accidentes de tráfico. Vaughan se ha rodeado de un grupo de elementos tan perturbados como él, todos ellos involucrados en accidentes de tráfico de mayor o menor gravedad. Ballard se convierte en su protegido más reciente y juntos realizan todo tipo de actos sexuales, tanto con prostitutas como con los diferentes sujetos de esta particular camarilla, en los cuales la fusión de tecnología (los vehículos) y el cuerpo humano mediante un accidente es el motor de excitación de la líbido. Cuando se trata de provocar el deseo y lograr el orgasmo, los genitales y zonas erógenas habituales se ven desplazados por las cicatrices y las deformaciones sufridas en los golpes, puntos de fusión entre hombre y máquina. Vaughan documenta y escenifica accidentes con actores famosos y personajes públicos. Su objetivo final consiste en poner en escena un accidente de tráfico que involucre a Elizabeth Taylor, que se encuentra en un rodaje en Londres, obsesión sobre la cual lleva fantaseando años.
El hilo argumental es de lo más retorcido con que me he topado nunca y desde luego, me ha cautivado desde el primer momento. El lenguaje es muy directo, crudo y explícito, para así detallar sin ambigüedades todas las depravaciones que el grupo lleva a cabo. De nuevo y como ya pasara en La Exhibición de Atrocidades, Ballard consigue llevarnos a la ansiedad a base de imprimir un ritmo marcado por la repetición de términos con cierta periodicidad. Por si eso no fuera suficiente, prácticamente toda la acción transcurre en no-lugares propios de la ciudad moderna deshumanizada, lo cual ayuda a transmitir el desasosiego de los protagonistas: carreteras de circunvalación de Londres, alrededores del aeropuerto, parkings, desguaces, centros de negocios en el extrarradio, etc. Todo ellos son testigos de las más retorcidas prácticas sexuales y de los más terribles accidentes de tráfico.
Resumiendo, Crash es una fantasía oscura, inmoral y tóxica, pero también increíblemente atractiva. No tiene ni un elemento de ciencia ficción, ni falta que le hace. Es la mejor novela de J. G. Ballard que he leído hasta el momento, y aún a riesgo de meter la pata, me atrevo a decir que es bastante difícil que haya podido superarse. Me resulta totalmente tranquilizador saber que han existido autores como él, que se han atrevido a volcar en su obra tales grados de perversión, de sordidez y de comportamientos extremos alejados cientos de kilómetros de periferia de la normalidad. Si sólo vais a leer uno de sus libros, mi recomendación es que sea éste.
Más reseñas de esta maravilla en Generación Reader, La Taberna del Libro frito y Las Victorias parciales.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 7 horas
3 comentarios:
A mí me moló el libro, aunque, por ahora, el que más me ha gustado de Ballard es uno no muy conocido: Supper Cannes.
Yo vi la peli y no me gustó demasiado. Pero al libro le tengo ganas.
@Mike Libros: Tomo buena nota, gracias por la recomendación
@el convincente gon: ¿No te gustó la peli? Pues el guión está suavizado, porque las descripciones del libro son bastante más bestias.
Publicar un comentario