6 ago 2020

El mundo interior - Robert Silverberg

El mundo en el año 2381 está organizado en ciudades verticales de 3 Kms de altura, en cada una de las cuales se apiñan alrededor de 800.000 personas. Estos rascacielos se denominan Mónadas Urbanas, o monurbs, y se agrupan en constelaciones de varios cientos, con muchas de éstas cubriendo la superficie de la Tierra. El espacio libre que dejan se dedica a la agricultura, con comunas que proveen a los enormes bloques de alimentos. Las monurbs están dotadas de todos los servicios que puedan necesitar sus habitantes (ocio, centros de trabajo, educación, energía, administración, etc.), de tal forma que nadie tiene que salir al exterior nunca. Aunque el matrimonio y la procreación son el pilar de esta sociedad como manera de honrar a dios y a la vida, la intimidad ha sido abolida y se fomenta el intercambio sexual como manera de eliminar tensiones y evitar conductas ineficientes que provocan el enfrentamiento y la violencia. Así, los hombres suelen salir en las denominadas "rondas nocturnas" a buscar sexo con otras parejas (principalmente mujeres, pero las relaciones homosexuales no están prohibidas en absoluto).

A medio camino entre la utopía y la distopia, El mundo interior ha resultado una de las sorpresas más agradables e inesperadas que me he llevado este año. LeCorbusier estaría muy orgulloso de ver que Robert Silverberg recoge toda la teoría de urbanismo basada en la ciudad vertical autónoma, para elevarla hasta la n-sima potencia y de esa manera conseguir subir el techo de población que puede sorportar nuestro planeta hasta unos teóricos 200 mil millones.

El autor norteamericano construye un relato polifónico articulado en torno a Siegmund Kluver, un joven de tan solo 15 años que va camino de entrar en la clase dirigente de la monurb 116 por méritos propios. Durante cada capítulo asistiremos a la visión que diferentes personajes relacionados con él tienen de la existencia en el interior del rascacielos (la Tercera Fundación nos informa de que el libro es un fix-up de varios relatos). Y es que como suele ocurrir, las mejores intenciones de la utopía se verán distorsionadas por elementos que transforman esta sociedad a una distopía de manual: un profundo clasismo que se manifiesta según la planta en la que vives (cuanto más arriba, mayor es la importancia del individuo), la eliminación sistemática y rápida de cualquier elemento subversivo ("neuros") que cuestione las leyes y costumbres, las terapias de adaptación al entorno que anulan la personalidad, etc.

Lo cierto es que hasta el momento mi experiencia con Silverberg ha sido bastante dispar, con más fiascos (El hombre en el laberinto, A través de un billón de años), que éxitos (Muero por dentro). Sin duda la novela que me ocupa hoy viene a equibrar la balanza porque me ha parecido tremendamente original, adictiva y bien construida. La relajación de las costumbres sexuales, junto con el fomento de la sexualidad libre y consentida, constituyen un elemento que aporta bastante veracidad al marco de convivencia en el interior de las monurbs. Por lo menos yo no puedo imaginarme a 800.000 personas frustradas sexualmente y celosas viviendo bajo en el mismo techo. Además todas las experiencias que narran los diferentes personajes van eliminando muy hábilmente las capas de supuesta perfección para mostrarnos una forma de vida que tiene muchos fallos. Hay eso sí una cuestión de partida que me ha resultado difícil de aceptar. Se trata del fomento de la natalidad como mecanismo de adoración a dios. Será por los ejemplos contemporaneos de sociedades religiosas a que estoy acostumbrados, pero libertad sexual y religión teísta pro-natalista no casan muy bien en mi esquema mental. Y por desgracia el autor no da explicación alguna de cómo se ha llegado a ese punto. Excepto por este detalle y por un marcado machismo (a finales del S. XXIV las mujeres siguen en la cocina sintetizando comida y en la cama recibiendo amantes), yo diría que las ideas están muy bien orquestadas y la narración es muy entretenida. Absorbente desde la primera página hasta la última. Una novela que encaja a la perfección en la New Wave, donde algunas de las preocupaciones habituales de este subgénero (superpoblación, ecología, sexualidad, etc.), se ficcionan con un enfoque muy novedoso. Y yo, que siempre me estoy quejando de que ya está todo muy visto en la ciencia-ficción, es algo que tengo que reconocer y agradecer.

3 comentarios:

Francisco dijo...

Saludos,
Me da mucho gusto ver que el blog sigue en pie!!! Tenía mucho tiempo que no me daba una vuelta por mi blog y pues ya dando la vuelta aproveché para visitar los blogs que solía frecuentar. Para mi gusto fue que era una reseña de CF la que publicaste hoy. Este de Silverberg lo tengo y justo en esta edición de libros azules. Lamentablemente no lo he leído, caí en una pequeña adicción, en donde compraba más libros de los que podía leer. En mi apogeo adictivo tuve mas de 350 libros, pero luego me cambié de ciudad y terminé regalando muchísimos. En fin, nunca he leído nada dw Silverberg, aunque ahora si ya he leído bastante de CF, no tanto como tú, pero al menos ya no confundo los subgéneros de la CF como solía hacerlo por el 2012.
Un saludo hermano, voy a intentar darme vueltas mas seguido.
(Soy Francisco, de comentarios de novelas, no se porque no me puedo logear para dejar el comentario con mi perfil).

Cities: Moving dijo...

@Francisco: Me alegro de ver que tú tb. sigues en activo. Y no te preocupes que lo de acumular libros yo creo que lo hacemos todos. Cada vez que creo que he conseguido bajar algo la pila de pendientes me da un arrebato y salgo a ver qué encuentro en librerías de viejo.

Francisco dijo...

Sale hermano, me daré mas vueltas por tu blog y gracias por continuar animándonos a continuar con nuestras lecturas.

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