Estamos a principios de los 1980s. Un acaudalado hombre de negocios norteamericano ofrece un premio de 5 millones de dólares a la primera persona que consiga llegar y volver de otro planeta de nuestro sistema solar. Ya ha habido algunos intentos pero todos han fracasado. El empresario y millonario británico Dale Curtance, inventor del vehículo volador utilitario gyrocurt, se ha propuesto ganarlo, no tanto por la recompensa económica como por la fama que acarrea. Así que él mismo y un equipo de cuatro personas más se embarcarán en el un vuelo a Marte en el cohete espacial Gloria Mundi. Cuando la astronave por fin consigue escapar de la gravedad terrestre, Curty revisa uno de los medidores y comprueba que han tenido que gastar más combustible del que preveían sus cálculos. Descubrirán entonces que el equipo de viajeros espaciales es algo más numeroso de lo planeado.
Polizonte a Marte es una novela primeriza de John Wyndham que fue escrita en 1936 bajo el pseudónimo de John Beynon (vía Wikipedia). Esa fecha tan temprana ya nos hace suponer el enfoque del texto en cuanto a ciencia-ficción se refiere. Todas las especulaciones que por aquel entonces se hacían acerca del planeta rojo están recogidas aquí. Los canales de Marte que transportaban agua por todo el planeta. El pueblo marciano que después de millones de años se está extinguiendo. Restos de fauna y flora marciana en las proximidades del canales y un desierto que está devorando el planeta. El ideario fantástico que existía sobre Marte a principios del S. XX al completo, vaya. Como la acción transcurre a principios de los 1980s vistos desde mediados de los 1930s, la ambientación propuesta por el autor británico tiene un marcado aire retrofuturista, bastante añeja pero entrañable a la vez. Se podría decir que este libro es poco más que una space-opera si no fuera por una inesperada deriva filosófica que involucra a las máquinas.
Efectivamente, en Marte además de marcianos hay máquinas inteligentes. Máquinas capaces de funcionar por sí solas, en simbiosis y armonía con los últimos habitantes humanoides originales del planeta. Máquinas que para sorpresa de los humanos, demuestran capacidad de acción y pensamiento autónomo. Algo que es muy difícil de encajar entre los terrestres y que les provoca un ludismo atávico al considerarlas como amenazas directas a su supremacía. Wyndham hace una impresionante defensa de estas máquinas inteligentes y rebate racional y sistemáticamente el pánico antropocentrista que causan en la expedición humana. Aunque la falta de rigor científico, el machismo y el colonialismo campan alegremente por las páginas de la narración, merece la pena dar cuenta de ella sólo por asistir de primera mano a este formidable alegato en favor de las máquinas consideradas como nuevo logro evolutivo de la Naturaleza.
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