Llega un día cualquiera y me sorprendo con ganas de leer algo de Paul Auster. Su relatos mezclan cotidianeidad y azar de una manera intrincada pero creíble. Por más que a veces (todo el rato más bien), las casualidades sean demasiadas, nunca puedes decir que no sean viables y que lo narrado no pueda ocurrir en realidad. ¿Por qué resistir este impulso si resulta además que tenía en casa El Palacio de la Luna? Comprado de segunda mano en alguno de mis arrebatos ocasionales (en realidad bastante frecuentes), esperaba desde hacía meses amontonado con otros libros en su misma situación e igual procedencia. Pero no sigamos por aquí, mejor hagamos la vista gorda y vamos a considerar el "ocasional" como una metira piadosa hacia mí mismo y mi bolsillo.
En esta novela conoceremos la historia de Marco Stanley Fogg, hijo de madre soltera y padre desconocido (no por ella pero sí por su hijo y el resto de su exigua familia). Para desgracia suya se quedó huérfano a los once años cuando un autobús atropelló a su progenitora. A partir de entonces se marchó a vivir con su tío (huelga decir que por parte de madre, ¿verdad?), un clarinetista clásico cuyo carácter inseguro y disperso le hace perder su puesto en una orquesta de renombre y se vuelca de lleno en el proceloso mundo del jazz. A partir de la segunda mitad de los 1960s, M.S. se marcha a estudiar a la Universidad de Columbia en Nueva York, lujo que puede permitirse gracias a la sustancial indemnización que recibió de la compañía de autobuses de Boston. Seguiremos sus vicisitudes durante esos años tan agitados en lo político, en especial a partir de 1969 una vez consiga su licenciatura, se quede sin dinero, sin familia (su tío también se muere en un momento dado, algo que nos pasará a todos), y tenga que entrar en la vida adulta a las bravas.
Como ya adelantaba en el primer párrafo, estamos ante otra obra de Auster que se articula sobre las casualidades y que transcurre principalmente en N.Y. Caracteristicas estas dos que ya puedo decir oficialmente que son marca de la casa. Y ojo, la técnica le funciona y no puedo negar que la lectura es muy entretenida y placentera, a lo que ayuda sin duda su estilo: claro, directo y sin artificio alguno. A pesar de las desgracias a que asistimos (que no faltan), siempre hay un transfondo optimista que deja muy buen poso al cerrar las tapas. No hay que abusar de tanta bonhomía pero de cuando en cuando es agradable enfrentarse a un relato bien estructurado que te haga creer en el buen espíritu y carácter de ciertos individos (porque de la humanidad en global no se puede esperar nada bueno).
Tengo dos peculiaridades a destacar de este título. La primera es que he percibido un paralelismo muy patente con el formato de los cuentos infantiles de tradición occidental. El pobre niño huérfano recibe duros reveses del destino que le permitirán conocerse a sí mismo y madurar. Para compensar tantos infortunios disfrutará del amor incondicional de sus amigos y de la amabilidad y buen corazón de desconocidos. Y también golpe de suerte tras golpe de suerte que le irán llenando los bolsillos de fajos de billetes cuando ya parecía que no había solución a sus problemas. Que a mi parecer es un poco Dollar ex machina, pero, ¿quién soy yo para juzgar las técnicas narrativas de Mr. Auster, visto su éxito y lo bien que me siento después de leerlo? La segunda característica enlaza también con los cuentos clásicos, pues la trama incluye varias historias independientes enmarcadas en la trama general y contadas por diferentes personajes secundarios. En definitiva una lectura emotiva con toques agridulces en que el autor norteamericano vuelve a derrochar imaginación y buenas formas (un poco de aquella manera, las cosas como son). Aunque no aporta muchas novedades ni es el colmo de la originalidad, la sensación final es muy satisfactoria. Mäs reseñas en Confieso que he leído, Libros y Literatura y Adivina quién lee. Los dos primeros la recomiendan sin reservas y el último también lo hace, pero poniendo algunas.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 2 horas
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