Siendo como soy de la opinión de que a todos nos llega una edad a partir de la cual si seguimos vivos, es más por inercia y suerte que por interés, era de suponer que un libro de relatos llamado
Suicidios ejemplares me llamase la atención. Estos diez textos breves a cargo de
Enrique Vila-Matas (excluyo deliberadametne el primero y el último, que me parecen más bien un prólogo y un epílogo) enfrentan a sus protagonistas a situaciones en las cuales la muerte voluntaria propia o de algún ser cercano les pone en un brete. Los relatos incluídos son:
- Viajar, perder paises (*)
- Muerte por saudade
- En busca de la pareja eléctrica
- Rosa Schwarzer vuelve a la vida
- El arte de desaparecer
- Las noches del Iris Negro
- La hora de los cansados
- Un invento muy práctico
- Me dicen que diga quién soy
- Los amores que duran toda una vida
- El coleccionista de tempestades
- Pero no hagamos ya más literatura (*)
Al contrario de lo que se podría pensar, dado el tema que se maneja, no me ha parecido que los textos sean tristes. Los protagonistas se enfrentan desde luego a circunstancias difíciles, ya sea vejez, agotamiento existencial, demencia, fracasos amorosos, profesionales o de su vida personal. Sin embargo el suicido no se presenta como una solución vergonzosa, sino como una elección propia respetable y sobre la cual no tenemos derecho a imponer nuestro sistema de valores. También ayuda que en todos ellos hay elementos adicionales que acompañan la trama y que la hace más llevadera, llámese humor absurdo, nostalgia o misterio. Como es de esperar con este autor, el nivel medio es bastante alto. Todos los textos están muy bien planificados, incluyen sorpresas y giros muy bien traídos, así como unos cierres estupendos. Hay uno que para mi gusto, brilla muy por encima del resto:
'Rosa Schwarzer vuelve a la vida'. No recuerdo haber leído un relato tan bonito, tan profundamente conmovedor, tan coherente, tan consecuente y tan bien escrito desde los
Cuentos de
Kjell Askildsen. Tenéis más reseñas en
De letras y maullidos,
El pentalogista y un extenso análisis, casi a post por relato, en
El lamento de Portnoy.
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