Stalker. Picnic extraterrestre es una de las novelas más conocidas de los hermanos Arkadi y Boris Strugatski, a lo cual probablemente haya contribuído la recortadísima e incomprensible adaptación cinematográfica de Andrei Tarkovski de 1979. Como creo que todo el mundo estará ya más o menos familiarizado con el argumento, lo resumiré lo más brevemente posible. Hace un par de décadas los extraterrestres visitaron la Tierra, pero no contactaron con el ser humano. Se limitaron a quedarse por un tiempo restringido en seis enclaves diferentes de nuestro planeta, haciendo quién sabe qué. Estas áreas, denominadas a partir de ese momento las Zonas, quedaron marcadas para siempre. Las extensiones de terreno en las que se produjo la Visitación (como se vino a denominar posteriormente el fenómeno), no solo sufren de extrañas alteraciones físicas, químicas y medioambientales, inexplicables desde el limitado conocimieno científico terrestre, sino que además hay esparcidos por todas ellas -nadie sabe si por accidente o intencionadamente-, una serie de objetos de naturaleza incomprensible y efectos desconocidos, aunque por lo general mortales para el hombre y devastadores para la vida. En algunos casos se ha llegado a descubrir que es posible aprovecharlos para beneficio de la humanidad (uno de ellos resulta comportarse como un acumulador eléctrico inagotable, por ejemplo), así que la búsqueda y estudio de estas piezas de tecnología alienígena se vuelve una prioridad mundial, restringida y controlada por un organismo internacional. Pero en la marginalidad se mueven los stalkers, individuos que arriesgan su vida entrando ilegalmente en las Zonas para conseguir estos extraños dispositivos y venderlos posteriormente en el mercado negro. A lo largo de cuatro partes y en un período que abarca algo menos de 10 años, los autores rusos nos cuentan la historia de Redrick Schuhart, un stalker que vive y opera en Harmont, una de las Zonas, situada en Canadá.
Por fin me he podido leer este clásico, reeditado hace tan solo unos meses por la editorial barcelonesa Gigamesh. Impresionante, sin duda de lo mejor con que me he topado en lo que va de año. Todas las maravillas que se dicen al respecto en la blogosfera me parecen pocas y no me habían preparado ni por asomo para el derroche de imaginación, originalidad, aventuras, drama y reflexión filosófica que abarca esta historia. Todo ello narrado con un irresistible tono desolador, desesperado, inconsolable. Si dar sentido a la vida humana ha sido siempre una tarea ardua e infructuosa, tras la Visitación existen aún menos posibilidades de lograrlo. Porque todo apunta a que las inteligencias extraterrestres nos han ignorado, nos han ninguneado de igual manera que el ser humano ningunea a un insecto. El ego de la especie que se creía la cúspide de la evolución sufre un varapalo de magnitudes inimaginables. En este sentido esta novela recoge a la perfección las mismas ideas anti-antropocentristas de Stanisław Lem: al hombre le resultará siempre imposible comprender a otras entidades inteligentes no terrestres ya que nuestro marco de referencia carece de puntos en común con el alienígena.
El protagonista se debate entre este nuevo estado de las cosas, donde la incomprensión y el desamparo son ley, y el característico optimismo humano, que le fuerza a mantener la esperanza de lograr una existencia mejor, aun cuando se están sufriendo las experiencias más terribles. Nueva y excelente traducción por cierto, aunque por momentos peca de usar modismos y expresiones hechas propias del castellano de España, pero claro, ¿existen modismos y frases hechas comunes a todas las variedades dialectales del castellano? Parece algo difícil de conseguir, así que bien está de esta manera. Bien no, de fábula; circula por los websites de descargas una traducción anterior que no merece la pena ni el ridículo ancho de banda necesario para bajarla. En pocas palabras, una obra maestra imprescindible. Tenéis otras opiniones en La medicina de Tongoy, rescepto indablog, y El Sitio de Ciencia-Ficción.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 5 horas
5 comentarios:
Había leído muchas recomendaciones, pero la tuya es la que me acaba de decidir. A la pila.
A mí es que las novelas no me van mucho, siempre he preferido el cuento, aunque leyendo tu reseña me he tentado seriamente a su lectura. PD: fue una alucinación dickiana o vi que ibas a reseñar el tomo IV o V del profeta Philip D?
@Palimp: Yo creo que empecé a leer a los Strugatski con su novela más floja, Qué difícil es ser dios, porque las dos que he leído a continuación me han encantado, así que me muero de ganas de ir a por otra que tengo esperando en casa: 'Ciudad maldita'.
@Kirilov Myshkin: En realidad las cuatro partes se pueden ver como cuatro relatos cortos relacionados (mismo contexto, personajes comunes que evolucionan en en tiempo, etc.) aunque con argumentos totalmente diferentes. Me parece una opción perfecta si eres aficionado a los cuentos. PD: No, no fue una alucinación dickiana. Empecé a leer el tomo IV de los cuentos de Philip K. Dick, pero por no llevarme el libro de vacaciones cargué en el kindle una versión pirata que circula por Internet. No me gustó nada la traducción así que lo dejé al tercer cuento, confiando en que la edición de Minotauro en papel esté corregida.
Sí, me he fijado que las novelas que suelo disfrutar son una sucesión de cuentos cortos, casi un "fix-up". A la pila entonces.
Respecto al libro de Dick, hay unos dos o tres relatos que desentonan, pero es genial. El que más huella me dejó fue uno que pasa casi desapercibido, "Nosotros los exploradores", junto con " Mercado cautivo".
Sólo el primer relato justifica los demás. Aunque igual te decepcionan.
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